Otra farsa en Serbia

Cuando un Gobierno lanza una iniciativa que desde un principio sabe que carece de sentido, suele enga?arse m¨¢s a s¨ª mismo que a sus ciudadanos. No otra cosa ha sucedido con la triste operaci¨®n de Belgrado de sacarse de la manga una nueva Constituci¨®n en poco m¨¢s de cinco semanas, gastarse a¨²n m¨¢s del poco dinero que tienen sus arcas p¨²blicas en una campa?a para generar un imposible entusiasmo popular en favor de la nueva Carta Magna, someterla a refer¨¦ndum y pretender con el m¨¢s que dudoso resultado condicionar las negociaciones internacionales sobre el estatus final de Kosovo.

En esta Constituci¨®n aparece Kosovo como parte integral de Serbia, lo que todo el mundo sabe que no suceder¨¢. Los intentos del Gobierno por utilizar a los votantes serbios contra la negociaci¨®n internacional que supondr¨¢ indudablemente la p¨¦rdida definitiva de la soberan¨ªa serbia sobre Kosovo y como advertencia sobre el posible ascenso del nacionalismo serbio, ya no puede asustar a nadie m¨¢s que a la pobre ciudadan¨ªa serbia. En este sentido, la Constituci¨®n era el s¨¢bado y es hoy papel mojado.

La iniciativa es contraproducente porque quema un cartucho m¨¢s de los pocos que tiene Serbia para entrar en un proceso real de normalizaci¨®n y salir del pozo negro en que se halla. Incluso sin fraude directo, la consulta fue grotesca. La participaci¨®n lleg¨® al magro 51,4% de un censo mutilado que exclu¨ªa a los 1,3 millones de albaneses para hacer m¨¢s viable el 50% necesario. Se alcanz¨® con una angustiosa operaci¨®n de captaci¨®n de votos durante los dos d¨ªas de consulta que se volvi¨® fren¨¦tica seg¨²n se acercaba el cierre de las urnas, y los serbios segu¨ªan en su mayor¨ªa despreciando la artima?a.