La inminente epidemia cardiovascular
Las predicciones sobre la incidencia de la enfermedad cardiovascular y los costes asociados a su diagn¨®stico y tratamiento son inquietantes. Si actualmente constituye la causa m¨¢s importante de mortalidad en Europa, con alrededor de dos millones de muertes al a?o, y un coste para la Administraci¨®n p¨²blica de 169.000 millones de euros en 25 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (unos 230 euros por habitante y a?o), se prev¨¦ que en un futuro inmediato el problema ser¨¢ significativamente mayor, alcanzando las dimensiones de una aut¨¦ntica epidemia cardiovascular.
Parad¨®jicamente, el aumento en la incidencia de dichas enfermedades obedece en parte al ¨¦xito de los m¨¦todos diagn¨®sticos y terap¨¦uticos desarrollados por la cardiolog¨ªa. Al aumentar la esperanza de vida de la poblaci¨®n, dichos avances contribuyen a que la edad media de los ciudadanos europeos sea cada vez m¨¢s alta, increment¨¢ndose as¨ª el n¨²mero de ciudadanos en los que la enfermedad cardiovascular tiene car¨¢cter de enfermedad cr¨®nica, pacientes que precisan cuidados continuados de prevenci¨®n secundaria o de tratamiento de secuelas que, como la insuficiencia cardiaca, causan dichas enfermedades a medio o largo plazo. Tambi¨¦n en el envejecimiento de la poblaci¨®n se revela el impacto inexorable de los factores de riesgo a los que el paciente ha estado expuesto durante su vida: la obesidad y su trasunto la diabetes, la hipertensi¨®n arterial, el sedentarismo y el tabaquismo.
Un problema central es la carest¨ªa de cardi¨®logos en Espa?a y en muchos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. El hecho de que la formaci¨®n de los cardi¨®logos cubra todo el proceso de la enfermedad y la salud cardiovascular (es decir, su prevenci¨®n, diagn¨®stico y tratamiento) resulta clave para entender por qu¨¦, tal y como han demostrado distintos estudios, la supervivencia de los pacientes cardiovasculares aumenta cuando reciben una asistencia cardiol¨®gica especializada.
Pero si aceptamos que los cardi¨®logos son necesarios para garantizar dicho nivel de excelencia sanitaria, los datos arrojados por un estudio encargado por la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa sobre la carest¨ªa de los mismos resultan alarmantes. Seg¨²n dicho estudio, la tasa de cardi¨®logos en nuestro pa¨ªs es de 3,6-4 por 100.000 habitantes, cifra muy por debajo de la de pa¨ªses como Francia o EE UU (9,6 y 6 por 100.000 habitantes, respectivamente). Ajustando los resultados a cuatro segmentos de edad de la poblaci¨®n espa?ola se estima que actualmente nos encontramos ya en una situaci¨®n de d¨¦ficit de 253 cardi¨®logos.
Pero adem¨¢s, de no tomar acciones de forma inmediata, se calcula que la combinaci¨®n de dos factores, una edad media de los cardi¨®logos espa?oles excesivamente alta (55 a?os) y un limitado n¨²mero de plazas de formaci¨®n MIR en cardiolog¨ªa disponible en la actualidad, resultar¨¢ en un d¨¦ficit de 512 cardi¨®logos en el 2020. Un problema que tiene sus ra¨ªces en una planificaci¨®n inadecuada, que ha hecho que las plazas de formaci¨®n en una especialidad tan importante sean las que han experimentado un menor crecimiento en cuanto a oferta estatal (un 17% desde 1996, mientras el incremento de plazas para todas las especialidades en el mismo periodo fue del 24,9%).
La previsible crisis en la atenci¨®n cardiovascular, sin embargo, contrasta con la creciente demanda de asistencia por parte de unos ciudadanos cada vez m¨¢s informados que, aunque no contemplan las limitaciones presupuestarias y de recursos humanos, vinculan de forma inseparable el concepto de salud cardiovascular con los de calidad de vida y estado de bienestar.
Toda esta compleja interacci¨®n entre epidemiolog¨ªa, demograf¨ªa, econom¨ªa sanitaria, nuevas tecnolog¨ªas, disponibilidad de profesionales y demanda social ha sido objeto de un debate -pionero y liderado por la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa- en la Conferencia Europea sobre el Futuro de la Cardiolog¨ªa, celebrada en Madrid a principios de junio. Fueron dos d¨ªas de intenso trabajo en los que 90 representantes de alto nivel de las sociedades cardio-l¨®gicas europeas y de organismos cient¨ªficos integrados dentro de la Sociedad Europea de Cardiolog¨ªa y la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa se reunieron por primera vez para realizar un primer debate en profundidad sobre los riesgos que corre la sostenibilidad de la atenci¨®n cardiovascular especializada en Europa.
El debate y las presentaciones realizadas han permitido pasar de un estado de opiniones dispersas a un documento de consenso, la Declaraci¨®n de Madrid, que busca constituirse en documento de referencia para el desarrollo de acciones espec¨ªficas a nivel nacional y de la Uni¨®n Europea. Entre las conclusiones apuntadas se resalta que la asistencia tradicional, enfocada sobre todo al tratamiento de procesos cardiacos agudos, deber¨¢ ser sustituida por un modelo diferente, basado en procesos m¨¢s amplios que abarquen desde la prevenci¨®n hasta la cronicidad, y que incluya una visi¨®n m¨¢s hol¨ªstica del paciente y de su sociedad.
Este enfoque, que supone un desplazamiento desde el concepto de cardiolog¨ªa al de medicina cardiovascular, se ajustar¨¢ mejor a los pacientes cardiovasculares de nuestro futuro pr¨®ximo, pacientes de mayor edad y con varias patolog¨ªas concomitantes.
?Estamos preparados para la epidemia cardiovascular de siglo XXI? ?sta es la pregunta que habr¨¢ de hacerse la Administraci¨®n, la industria, los profesionales de la salud y la propia ciudadan¨ªa. Fue la pregunta que se hicieron los expertos europeos reunidos en la Conferencia Europea sobre el Futuro de la Cardiolog¨ªa. Recogiendo el logotipo de la conferencia, que mostraba una br¨²jula en el coraz¨®n, los cardi¨®logos han comenzado a orientarse a trav¨¦s del consenso.
Luis Alonso-Pulp¨®n es presidente de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa; Javier Escaned Barbosa es secretario general de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa y director de la Conferencia Europea sobre el Futuro de la Cardiolog¨ªa.
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