Algo m¨¢s que un juego
Podr¨¢ decirse que EE UU y Cuba disputan pol¨ªticamente cuando, con el bate, lanzan a cu¨¢l m¨¢s lejos la bola de b¨¦isbol; o que India y Pakist¨¢n rememoran viejas cuitas coloniales cada vez que, sobre la hierba, golpean una pelota de hockey; incluso que Australia y Nueva Zelanda cuestionan sobre la hegemon¨ªa regional del Pac¨ªfico cuando, deshecha la mel¨¦, luchan por el control del bal¨®n ovalado, pero es con el f¨²tbol, cuando el juego verdaderamente trasciende de lo deportivo. Es entonces cuando el f¨²tbol es algo m¨¢s que un juego.
Entonces es utilizado por igual para distraer la miseria en Brasil, como para alentar la reunificaci¨®n en Alemania; para aumentar la cotizaci¨®n de Italia en el G-8, como para justificar operaciones especulativas en Espa?a. As¨ª, tras la recalificaci¨®n de terrenos del Real Madrid, club deportivo, por poner un ejemplo reciente, la historia se repite en el Valencia, sociedad an¨®nima deportiva. En aquel caso fueron los intereses de los directivos del club, enjugando entre otras cosas unos n¨²meros rojos alarmantes para todos sus socios; y en ¨¦ste, los de los propios consejeros de la sociedad an¨®nima deportiva, que en los ¨²ltimos a?os han ido revalorizando desproporcionadamente el valor de sus acciones. ?Dios m¨ªo, si el gran presidente Lu¨ªs Casanova levantara la cabeza!
Un experto conocedor de los aromas que se respiran en los vestuarios, el fisioterapeuta reci¨¦n retirado ?ngel Mur, afirmaba que, hoy en d¨ªa, el f¨²tbol ya no huele a f¨²tbol. Incluso, algunos se inclinan a decir, algo huele a podrido. As¨ª, cuando se quiere indisponer a la afici¨®n valencianista con el PSPV, se est¨¢ hablando de otra cosa que de f¨²tbol, pues somos numerosos los valencianistas que dejando a un lado nuestras preferencias pol¨ªticas a la hora de apoyar al equipo, nos alarma que el PP se muestre sorprendido, ante la l¨®gica abstenci¨®n del PSPV en el acuerdo municipal relativo al plan para la construcci¨®n del nuevo estadio en Ademuz, pues se trata de una zona ya por s¨ª congestionada y en la que, en lo estrictamente deportivo, el suelo pasa de uso deportivo p¨²blico a privado.
Y tambi¨¦n por ello resulta democr¨¢ticamente saludable, y digna de elogio, la firme postura que mantiene el PSPV, a¨²n a costa de determinadas e interesadas incomprensiones, respecto a su oposici¨®n a la recalificaci¨®n del actual Mestalla, mientras el suelo recalificado exceda de la parcela propiedad de la sociedad an¨®nima deportiva gestora del Valencia Club de F¨²tbol, en detrimento de los ciudadanos valencianos, pues con ello no hace sino cumplir con su obligaci¨®n de defender, en representaci¨®n de sus electores, los intereses de los ciudadanos de Valencia, y no como consejeros, en representaci¨®n de un paquete de acciones, los de la sociedad an¨®nima deportiva.
Pues dejando aparte y en el lugar que corresponda la cuesti¨®n legal urban¨ªstica, nadie puede tratar de adue?arse de los sentimientos de la afici¨®n valencianista y condicionar con el peso de sus acciones el sentir de los ciudadanos que s¨®lo aspiran a los ¨¦xitos deportivos, y que sufrir¨¢n por un lado las consecuencias de la ubicaci¨®n en Ademuz del nuevo estadio, ignorando los inconvenientes apuntados en una zona ya de por s¨ª congestionada en el planeamiento previsto, y por otro lado la sustituci¨®n de Mestalla por una nueva zona residencial y de servicios donde solo hab¨ªa un campo de f¨²tbol.
Y por ¨²ltimo, ya que hemos aludido repetidamente a la afici¨®n valencianista, no se puede olvidar que tratos de favor, con los que se pretende justificar la operaci¨®n inmobiliaria, no tienen f¨¢cil acomodo con una actitud democr¨¢tica, pues en Valencia existen otros equipos deportivos, como por ejemplo el Levante -por muchos a?os en lo alto de la palmera- que no merece desigual trato, y por cierto tambi¨¦n, que como digo somos muchos los aficionados valencianistas desde la infancia, con antecedentes familiares contrastados, y color blanco de pe?istas incluido, quienes sustentamos esta opini¨®n y a los que, por tanto, nos ser¨ªa dif¨ªcil digerir la contraria, por mucho que result¨¢ramos beneficiados en lo societario traicionando nuestras convicciones c¨ªvicas.
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