Movimientos de pueblos
Aconteceres muy frecuentes, si no una constante en la historia, son los movimientos o migraciones de pueblos. Unas veces esas marchas han sido voluntarias y otras obligadas. En alem¨¢n existe un vocablo, v?lkerwanderungen, empleado por los historiadores germanos, que literalmente significa "movimientos de pueblos". Con ¨¦l se han referido a lo que en otros contextos culturales se han descrito como "invasiones de los b¨¢rbaros", espec¨ªficamente las incursiones de pueblos germ¨¢nicos en distintos lugares de Europa durante los siglos V y VI d. C.
Pero las v?lkerwanderungen se iniciaron en realidad desde los tiempos prehist¨®ricos y contin¨²an ocurriendo en la actualidad. M¨¢s a¨²n todo apunta a que los movimientos de pueblos habr¨¢n de seguir cada vez con mayor intensidad. Importa tomar conciencia de esto, que desde luego ha ocurrido de formas muy diversas. Hay muchos que hoy ponen el grito en el cielo al ver c¨®mo miles y aun millones de hombres y mujeres se desplazan desde distintos lugares. Los desplazamientos que alarman a los gobiernos y a muchos ciudadanos de los pa¨ªses pr¨®speros son los que provienen de regiones pobres. All¨ª cada d¨ªa son m¨¢s los que -como ocurri¨® en la antig¨¹edad- emprenden viajes, traves¨ªas o recorridos terrestres en busca de lugares en los que esperan encontrar mejores condiciones de vida.
Historias y leyendas hablan de las formas c¨®mo pueblos enteros se pusieron en marcha en busca de una tierra prometida. As¨ª sucedi¨® con los jud¨ªos que siguieron a Mois¨¦s; tambi¨¦n con los que acompa?aron a Eneas en su camino a Roma y tal fue asimismo lo que ocurri¨® a los aztecas o mexicas que, por ¨®rdenes de su dios, tras largo peregrinar, llegaron a la que iba a ser la ciudad de M¨¦xico.
Y debemos recordar que en los casos aducidos y en otros m¨¢s, los peregrinos o migrantes tuvieron que enfrentarse a pueblos encontrados en el camino y a aquellos asentados ya en el lugar en pos del cual marchaban. Tan frecuentes han sido las migraciones de pueblos y sus penetraciones y encuentros en ¨¢mbitos ajenos, que la historia universal podr¨ªa ser estudiada a la luz del concepto de los movimientos de pueblos. Recordar¨¦ s¨®lo unos casos m¨¢s. El de la penetraci¨®n de europeos en el continente americano. Generalmente se ha hecho referencia a ella como "descubrimientos y conquistas", aunque en los ¨²ltimos a?os, a partir del V centenario en 1992, los descendientes de los pueblos ind¨ªgenas hablan ya de invasiones.
En ese contexto se inscribe el establecimiento de ingleses que, huyendo de persecuciones religiosas, penetraron en Norteam¨¦rica y fueron ensanchando sus territorios a expensas de los indios, repelidos una y otra vez y encerrados a la postre en reservas. Y tiempo despu¨¦s, los angloamericanos, prosiguieron en sus movimientos ensanchando su frontera a costa de M¨¦xico al que arrebataron dos millones de kil¨®metros cuadrados.
Hay otro caso de penetraci¨®n europea, si bien precedido por las entradas y conquistas de grupos ¨¢rabes en ?frica. Las conquistas en dicho continente han sido probablemente para sus habitantes unas de las m¨¢s tr¨¢gicas experiencias que registra la historia. No hubo s¨®lo apoderamiento de tierras sino tambi¨¦n de seres humanos. Me estoy refiriendo obviamente a la trata de negros. Cap¨ªtulo posterior, en pleno siglo XIX fue el llamado "reparto de ?frica". Representantes de las potencias europeas se sentaron en la mesa para adjudicarse territorios en el continente africano.
A la luz de estos hechos, ?qu¨¦ habr¨¢ que pensar acerca de los miles de africanos que tratan de penetrar en Europa, obviamente "sin papeles", como tampoco los tuvieron quienes incursionaron antes en sus tierras? Los africanos, que fueron despose¨ªdos por sus antiguos dominadores, se trasladan ahora en busca de trabajo y recursos. Exponen sus vidas en sus migraciones pero est¨¢n decididos a "pagar la visita" a los descendientes de quienes fueron sus amos.
Y algo parecido ocurre con los millones de mexicanos que penetran indocumentados en territorio que antes fue de sus padres y del que se han adue?ado los norteamericanos. Y puede a?adirse que en la actualidad los movimientos de pueblos abarcan a gentes innumerables. Colombianos, ecuatorianos, argentinos y muchos m¨¢s emprenden el camino principalmente hacia Espa?a, pa¨ªs con el que comparten lengua y cultura y con el que est¨¢n vinculados bien sea desde los tiempos de las conquistas o de las ulteriores migraciones de espa?oles, italianos y otros al Nuevo Mundo.
Como puede verse, la historia es elocuente a prop¨®sito de los movimientos de pueblos. Por encima de las diferencias, existe el hecho de su recurrencia. El problema -si as¨ª se mira- de "los sin papeles", no es en ¨²ltima instancia, el de su presencia, sino el de aceptar que lo que ocurre no es algo inesperado. Si muchos de los antepasados de quienes hoy viven en los pa¨ªses ricos, migraron, conquistaron y penetraron en tierras distantes en busca de riquezas, ?es extra?o que los de esas tierras, hoy se pongan en marcha en busca tambi¨¦n no ya de oro y diamantes sino siquiera de fuentes de trabajo para salir de su miseria y la de sus propias familias? Y, adem¨¢s, ?no es cierto que los pa¨ªses receptores requieren muchas veces esa mano de obra para el desarrollo de su econom¨ªa?
A la vista est¨¢ el caso de Espa?a. De ella salieron millones de seres humanos, primero para "hacer las Am¨¦ricas" y mucho m¨¢s tarde, con el fin de trabajar en otros pa¨ªses europeos: Francia, Alemania, Suiza... Ese flujo de gentes s¨®lo ha terminado con la transformaci¨®n econ¨®mica de Espa?a durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Y en ello ?no ha jugado un papel muy importante la ayuda econ¨®mica que ha recibido de la Uni¨®n Europea? ?Ser¨¢ posible aprovechar esta y otras lecciones de la historia para promover el desarrollo de los pa¨ªses de los que hoy salen torrentes de gente?
Estamos constatando hechos; lo que hoy urge es encontrar formas justas, humanitarias de atender a todo lo que implican estos modernos movimientos de pueblos. El mero rechazo, la construcci¨®n de cercas o muros; el env¨ªo de helic¨®pteros y patrullas interceptoras, ciertamente no van a ser la soluci¨®n.
Miguel Le¨®n-Portilla es antrop¨®logo e historiador mexicano
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