La m¨²sica de Ch¨¦jov
Las cuatro funciones de Tres hermanas que el Atelier Piotr Fomenko ofrece en Madrid hasta ma?ana se han quedado cortas: el teatro Valle-Incl¨¢n agot¨® sus localidades hace dos semanas. ?Qu¨¦ compa?¨ªa ¨¦sta! Sus integrantes respiran con un solo aliento, forman un equipo joven sin asomo de divismo: no se pisan ni se tapan. Podr¨ªan ir de figuras, pero van todos por igual y a ¨¦sta es. Enamoraron al p¨²blico espa?ol con una versi¨®n estilizada de Guerra y paz, hace cuatro a?os, y con Noches egipcias, recreaci¨®n voluptuosa de las veladas de placer de Cleopatra. Anteanoche volvieron a ponerlo en pie con un espect¨¢culo l¨ªmpido, cl¨¢sico y moderno a la vez.
Tres hermanas habla del paso del tiempo y de la imposibilidad de materializar los deseos. Sus protagonistas sue?an con regresar a Mosc¨² y nunca regresan. Eso cuenta Ch¨¦jov en cuatro actos, ?pero c¨®mo lo cuenta! Con una polifon¨ªa impoluta. Sus criaturas est¨¢n armonizadas. Cada una tiene su voz, y su contrapunto. Mientras el bar¨®n Tusenbach repite como un bajo continuo: "La vida sigue igual", Vershinin, el visionario, asegura: "En 200 a?os, todo cambiar¨¢". Fomenko, director de una musicalidad excepcional, lee muy bien el texto. Su trabajo es acci¨®n pura, melod¨ªa y ritmo. Tiene dimensi¨®n coreogr¨¢fica. Hay que ver c¨®mo se mueven sus actores: no hay manera de anticipar lo que van a hacer. Cuando van a salir de escena, se giran a decir algo, y cuando parece que a¨²n les queda carrete para largo, se vuelven y salen. Rompen su l¨ªnea de movimiento constantemente.
Compa?¨ªa unida
Es raro ver un Ch¨¦jov tan activo, con personajes e intenciones tan afinados. Esta compa?¨ªa da con el tono porque permanece unida un espect¨¢culo tras otro. Con contratos por obra no se consigue nada parecido. La versi¨®n de los fomenki es fidel¨ªsima, con un a?adido: Ch¨¦jov aparece en escena, supervisando la representaci¨®n. Es un personaje m¨¢s. Fomenko le hace recitar cartas donde expresa su miedo a que Stanislavski, director del estreno de 1901, desnaturalizara su obra. Es c¨®mico ver a una actriz pregunt¨¢ndole al autor: "?Qu¨¦ quiere decir esta frase?".
Me quedo, sobre todo, con los dos primeros actos del montaje y con el final. Con la escena en que Masha y Vershinin se acercan dubitativos, intentan tocarse, no se atreven, vuelven a marrar el intento, dudan, y acaban lanz¨¢ndose torrencialmente, uno sobre el otro. Y con la ¨²nica l¨¢grima que Irina derrama por el bar¨®n. Un reparo: el dificil¨ªsimo tercer acto. Algo en ¨¦l me volvi¨® observador en lugar de part¨ªcipe.
Esta semana se ha estrenado tambi¨¦n en Madrid Un hombre que se ahoga, versi¨®n reducida de Tres hermanas en la que los papeles se invierten. Ellos hacen de ellas y viceversa. El director argentino Daniel Veronesse ha elaborado un ejercicio estupendo, psicoanal¨ªtico y distanciado, fundamentalmente para p¨²blico teatr¨®filo: unas variaciones que exigen del espectador conocimiento previo del tema.
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