"Entre escritura y compromiso eleg¨ª el testimonio"
Claribel Alegr¨ªa, de 81 a?os, naci¨® en Nicaragua y fue llevada de peque?a a El Salvador por miedo a las consecuencias de las simpat¨ªas de su padre con el rebelde general Sandino. Juan Ram¨®n Jim¨¦nez la tutel¨® en sus a?os de estudiante en Washington. Su primer libro, Anillo de silencio, lo edit¨® el mismo Juan Ram¨®n en 1948. Luego seguir¨ªan m¨¢s de una veintena de t¨ªtulos de poes¨ªa, novelas y testimonios. Soltando amarras (Visor) ha sido su ¨²ltimo poemario hasta el momento. Claribel acaba de recibir el Premio Neustadt, tal vez el m¨¢s importante otorgado en Estados Unidos a la obra de un autor. Entre los finalistas de este a?o figuraba Philip Roth. Un vaso de ron y un cuenco de frutos secos reciben siempre a quien la visita, al caer la tarde, cuando el aire se alivia del calor sofocante de Managua y todo vuelve a ser posible.
PREGUNTA. Con el t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro, Soltando amarras, es inevitable pensar en una despedida.
RESPUESTA. No, no. Es que despu¨¦s de la muerte de Bud, mi marido, no pude escribir por mucho tiempo. Era un ser excepcional. Pens¨¦ que no iba a seguir siendo yo nunca m¨¢s en la vida. Pero la poes¨ªa vino a rescatarme. Era el momento de despegarme, no como una despedida, sino como una manera de hacer m¨¢s f¨¢cil el tr¨¢nsito.
P. Hay un poema suyo que se plantea la responsabilidad con los muertos. Pensando en la cantidad de amigos que ha perdido, por ejemplo, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, ?cree que lleg¨® a ser como ¨¦l la so?¨®?
R. Creo que s¨ª, porque segu¨ª mi vocaci¨®n. ?l me hubiera querido mantener en una torre de marfil para que nada me afectara y pudiera dedicarme a escribir completamente. Yo acud¨ªa con regularidad al apartamento en el que viv¨ªan ¨¦l y Zenobia, en mis a?os de Washington. Juan Ram¨®n me gui¨® los primeros pasos en poes¨ªa. Yo quer¨ªa lanzarme al verso libre y ¨¦l me condujo a la m¨¦trica tradicional. Dec¨ªa que eso era lo primero antes de aprender a caminar sin muletas. Ni siquiera aceptaba que me casara, y yo le refutaba que ¨¦l tambi¨¦n se hab¨ªa casado, pero ¨¦l pensaba que en el caso de las mujeres era distinto.
P. ?Era tan met¨®dico, tan obsesivo, como se dice?
R. S¨ª. Me llamaba la atenci¨®n su ortograf¨ªa, de un estilo que yo llamaba persa. Escrib¨ªa todos los d¨ªas a l¨¢piz, porque dec¨ªa que la pluma manchaba demasiado el papel. Clavaba los poemas en las paredes y en las puertas, y a medida que paseaba cerca de ellos los iba corrigiendo. "Yo tacho", me dec¨ªa, "casi nunca agrego nada; el poema tiene que ser as¨ª: esencia".
P. De la torre de marfil y luego de vivir en Par¨ªs y en Dei¨¤, se dedic¨® a las luchas de los setenta y ochenta en Centroam¨¦rica. Hay un verso suyo que explica, creo, su forma de entender el compromiso: "Porque aprend¨ªa a quererme / puedo sangrar con tus heridas".
R. Ese poema se lo dediqu¨¦ a Juan Gelman. En ese tiempo estaba sufriendo enormemente porque su hijo junto con su esposa embarazada hab¨ªan desaparecido. Cuando nos lo contaba yo sufr¨ªa con ¨¦l, y me di cuenta de que uno tiene que quererse primero para luego sufrir con los otros.
P. Su compromiso siempre ha sido a trav¨¦s de la literatura. ?Nunca tuvo la tentaci¨®n de la pol¨ªtica?
R. Es que no soy pol¨ªtica. Bud me dec¨ªa que lo mejor entre la escritura y el compromiso era el testimonio, porque no es periodismo como piensan muchos, sino historia viva, lo que se cuenta. Eso no ocurre tanto en la poes¨ªa, porque ese tipo de poes¨ªa puede llegar a ser panfletaria.
P. ?Volver a Nicaragua con la revoluci¨®n sandinista y quedarse para siempre fue una ingenuidad o una corazonada?
R. Entre la raz¨®n y el coraz¨®n, siempre me ha ganado el segundo.
P. Antes el papel del escritor estaba m¨¢s claro, ?no?
R. S¨ª, un poco m¨¢s. La generaci¨®n actual es la de los j¨®venes del desencanto. Pero el papel del escritor sigue siendo el mismo: el de estar alerta a lo que ocurre dentro y fuera de uno mismo.
P. ?El hecho de que usted asista a un hospital para hablar de poes¨ªa a los ni?os es un ejemplo de ese estado de alerta?
R. S¨ª. Voy todos los mi¨¦rcoles con Ernesto Cardenal al Hospital Infantil de Managua. Hacemos talleres de poes¨ªa con los ni?os que tienen leucemia. Es una experiencia incre¨ªble. Empezamos ley¨¦ndoles, despu¨¦s les damos l¨¢piz y papel, ellos escriben y luego los compartimos en voz alta. A algunos les perdemos la pista, bien porque fallecen o, la mayor¨ªa, porque son dados de alta. Estamos trabajando para darles continuidad.
P. ?Qu¨¦ tipo de poemas les leen a los ni?os y cu¨¢les les gustan m¨¢s?
R. De todo, pero en especial poemas de nicarag¨¹enses, y tambi¨¦n de Juan Ram¨®n, de William Carlos Williams. Los haikus les gustan mucho, sobre todo, si tienen que ver con animales.
P. ?A¨²n desea sorprender a la muerte? Lo digo por ese poema tuyo: "Por qu¨¦ no detenerme en esa esquina / y sorprender a la muerte por la espalda".
R. (R¨ªe). Ese poema fue escrito no porque la desee, sino porque no le tengo miedo, y ahora que est¨¢ m¨¢s cerca, menos todav¨ªa. Siempre me ha dado rabia cuando dicen que a alguien "le sorprendi¨® la muerte". Yo no quiero que me sorprenda, sino salirle al paso y decirle "aqu¨ª estoy".
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