"?Que viene Pelosi!"
Saltan las alarmas de los republicanos ante la llegada de una dem¨®crata progresista a la presidencia de la C¨¢mara de Representantes
"?Un voto a los dem¨®cratas es un voto para convertir en presidenta de la C¨¢mara a la mujer que dijo que la captura de Osama bin Laden no har¨ªa m¨¢s seguro a EE UU!".
George W. Bush se esfuerza, en Georgia y en Nevada, en Colorado y en Missouri, para evitar lo que parece inevitable: la victoria dem¨®crata en las legislativas del martes. Los que van a sus m¨ªtines abuchean la alusi¨®n a Nancy Pelosi, porque saben que es la jefa de filas de la minor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara. Pero no muchas personas m¨¢s, aparte de los militantes y la clase pol¨ªtica, saben qui¨¦n es Pelosi; y es poco probable que esa amenaza tenga alg¨²n efecto en los indecisos.
Da lo mismo: ah¨ª est¨¢ Dennis Hastert, el actual presidente de una C¨¢mara marcada por la ineficacia y los esc¨¢ndalos, peleando como gato panza arriba para no perder su empleo: "?De verdad queremos que los valores de San Francisco de Nancy Pelosi dirijan la guerra cultural?" Y ah¨ª est¨¢ Newt Gingrich, el republicano que conquist¨® el Congreso en 1994, clamando a las bases para que salgan a votar: "?Es que se va a sustituir todo aquello por lo que tan duramente hab¨¦is peleado por los valores de San Francisco de la futura presidenta Pelosi?"
Aunque naci¨® en Baltimore, en la costa este, hace 66 a?os, la carrera pol¨ªtica de Pelosi se desarroll¨® en California. Casada con un millonario, representa desde 1987 a San Francisco. La frase los valores de San Francisco evoca, en el c¨®digo republicano, lo peor de lo peor. "Si es presidenta, el matrimonio gay, la huida de Irak, la mano blanda con los terroristas, la subida de impuestos y la amnist¨ªa para los inmigrantes ilegales ser¨¢n el programa de la C¨¢mara", asegura el peri¨®dico The Augusta Chronicle.
Pelosi -que ser¨ªa la segunda, tras el vicepresidente, en la l¨ªnea de sucesi¨®n presidencial en caso de emergencia- tiene una afilada lengua que no siempre es compartida por dem¨®cratas m¨¢s sosegados, y ha votado por las causas m¨¢s progresistas en los ¨²ltimos 20 a?os. Logr¨® ser elegida jefa de la minor¨ªa dem¨®crata -primera vez en manos de una mujer- en 2002. En estos dif¨ªciles a?os en la oposici¨®n ha conseguido un alto grado de unidad en el habitualmente alborotado gallinero dem¨®crata, y ha dirigido con ¨¦xito el bloqueo de iniciativas republicanas. Ha prometido que en las 100 primeras horas de la nueva C¨¢mara -a partir de enero- propondr¨¢ leyes para elevar el salario m¨ªnimo, aumentar los fondos federales para investigar con c¨¦lulas madre, regular la relaci¨®n entre congresistas y grupos de presi¨®n y aplicar las recomendaciones de la comisi¨®n del 11-S.
?Se abrir¨¢, como sue?an algunos, un proceso de destituci¨®n de Bush por la guerra de Irak? La C¨¢mara dem¨®crata ser¨¢ un incordio continuo para el presidente, pero no llegar¨¢ a tanto la revoluci¨®n: Pelosi lo ha descartado expl¨ªcitamente. Bastante trabajo tendr¨¢ con repartir las presidencias de los 19 Comit¨¦s de la C¨¢mara, y las pol¨¦micas ya se adivinan: Jane Harman, la mujer que deber¨ªa ser presidenta del Comit¨¦ de Inteligencia, est¨¢ peleada con Pelosi; el puesto lo quiere Alcee Hastings, un ex juez que tuvo que dejar la toga acusado de aceptar sobornos, pero que tiene el respaldo del influyente grupo de congresistas dem¨®cratas negros. John Conyers, que ha dicho que quiere destituir a Bush, estar¨ªa al frente del Comit¨¦ Judicial. Y el veterano Charles Rangel, gran enemigo de los recortes fiscales, ir¨ªa al poderoso Comit¨¦ de Arbitrios y Medios, el que maneja el dinero de verdad.
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