?A qui¨¦n aprovecha?
LAS POL?TICAS err¨¢ticas acaban, antes o despu¨¦s, pasando factura. En Catalu?a y, por derivaci¨®n, en lo que la pol¨ªtica espa?ola pueda depender de qui¨¦n gobierne en Catalu?a, la factura se ha pasado m¨¢s bien antes que despu¨¦s. En la primera ocasi¨®n que los electores han tenido de mostrar su opini¨®n sobre el Gobierno que ha dirigido -si tal es la palabra- la pol¨ªtica catalana durante los ¨²ltimos tres a?os, el rapapolvo ha sido may¨²sculo. En n¨²meros redondos -y aunque sea preciso tener en cuenta el descenso en cerca de 100.000 electores del censo electoral-, los socialistas han perdido 240.000 votantes, a los que hay que sumar los 130.000 perdidos por Esquerra.
Del tripartito s¨®lo progresa el que menos responsabilidad ha tenido en la toma de decisiones pol¨ªticas, o sea, el m¨¢s d¨¦bil, Iniciativa, que aumenta en unos 50.000 su n¨²mero de votantes.
Estos datos son algo m¨¢s que un rev¨¦s: son como una censura a la totalidad de la coalici¨®n saliente. El tripartito, en conjunto, pierde 320.000 votos del cerca de mill¨®n y medio que obtuvo hace tres a?os: eso no es un retroceso, es una ca¨ªda, que afecta por igual en n¨²meros relativos a socialistas y esquerranos, aunque naturalmente los que van en cabeza sean los que m¨¢s pierden. Podr¨¢, a pesar de esa ca¨ªda, reeditarse el tripartito; podr¨¢n PSC y ERC recomponer el gesto y la figura y actuar como si aqu¨ª no hubiera pasado nada. Pero el Gobierno que eventualmente saliera de esa reedici¨®n emprender¨ªa el vuelo con plomo en las alas: el cambio de alianzas pender¨ªa como espada de Damocles sobre su cabeza.
No menos interesante que esta ca¨ªda del tripartito -con la excepci¨®n de su pata m¨¢s d¨¦bil- es que esos votos no han ido a la oposici¨®n en ninguna de sus dos variantes: no han ido al PP, que pierde la friolera de 80.000 votos en relaci¨®n con lo conseguido en 2003, n¨²mero importante teniendo en cuenta que en aquel a?o rozaron los 400.000. Pero tampoco han ido a CiU, que pierde a su vez cerca de 100.000. Lo cual quiere decir que ninguna de las posibles oposiciones ha sabido aprovechar el patinazo del tripartito: ellos tambi¨¦n han perdido, y mucho, aunque haciendo bueno el refr¨¢n: en el pa¨ªs de los ciegos, el tuerto acaba por ce?irse la corona. Para lo que interesa a la formaci¨®n de Gobierno, todos tendr¨¢n que lamerse las heridas infligidas por los electores antes de ponerse a negociar.
?A qui¨¦n beneficia, pues, el resultado de estas elecciones? Si alguna vez lleg¨¢ramos a saber qu¨¦ se propon¨ªa exactamente el presidente del Gobierno y, por extensi¨®n, el Gobierno de Espa?a, con su pol¨ªtica catalana, con su aliento a la reforma del Estatuto, su pacto con Mas y su defenestraci¨®n de Maragall, entonces podr¨ªamos aventurar una posible respuesta. Como no lo sabemos, como no hay quien sea capaz de dilucidar ad¨®nde se dirig¨ªa esa pol¨ªtica, no queda m¨¢s remedio que pasar al terreno de las conjeturas. Y mera conjetura es decir que el resultado de las elecciones le viene como anillo al dedo al presidente del Gobierno siempre que... siempre que el PSC acepte como un dato del destino su papel como partido subalterno de CiU. Maragall quiso romper ese maleficio pactando con Esquerra, pero Esquerra se le subi¨® desde el primer d¨ªa a las barbas y le oblig¨® -?o estaba en su querencia, en la querencia de Maragall?- a aparecer como m¨¢s nacionalista que el m¨¢s nacionalista, con lo cual su barca se fue a pique.
De ese naufragio, este resultado y sus consecuencias. Porque si en lugar del tripartito se opta por la gran coalici¨®n, el presidente del Gobierno se habr¨¢ liberado de la hipoteca de Esquerra y podr¨¢ contar en Madrid con los convergentes. Bueno, ¨¦sta era la pol¨ªtica tradicional de los Gobiernos espa?oles desde el comienzo de la transici¨®n. Lo nuevo, lo que se debe directamente a la pol¨ªtica de Rodr¨ªguez Zapatero, es que para contar en Madrid con ese apoyo, el PSC tendr¨¢ que asumir el papel de socio menor de CiU en Catalu?a, con lo que el socialismo catal¨¢n se desvanecer¨¢ como partido de oposici¨®n. No lo fue nunca mucho en tiempos de Jordi Pujol, pero es que si entra en la gran coalici¨®n no lo ser¨¢ ni mucho ni poco; no lo ser¨¢ nada. Y eso no puede m¨¢s que ahondar las diferencias, por primera vez aireadas, que han surgido en su seno y que los Ciutadans, ¨²nicos beneficiarios netos de la confusi¨®n y el hast¨ªo reinantes, podr¨¢n observar, divertidos, desde esos tres esca?os en desigual lid conquistados.
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