El protector de los animales
Nacho Paunero preside la asociaci¨®n El Refugio, que cuenta con 4.000 socios
F¨ªsicamente se parece a un galgo espa?ol, "sobre todo de perfil". Pero si fuese perro, Nacho Paunero dice que ser¨ªa un mestizo sin raza. Este madrile?o delgado y parlanch¨ªn, "demasiado extrovertido para ser un galgo", lleva 10 a?os comiendo orejas por el bienestar de gatos y perros. Preside la asociaci¨®n El Refugio que ha rescatado y dado hogar a 3.000 animales desde 1996. El a?o pasado, s¨®lo en la Comunidad de Madrid, fueron sacrificados ese mismo n¨²mero de animales. En el centro de la asociaci¨®n en El Espinar (Segovia), a 65 kil¨®metros de Madrid, 170 perros esperan a ser adoptados, otros muchos est¨¢n en lista de espera para ser acogidos en este lugar de paso hacia una vida mejor. La escandalera de ladridos narra 170 historias. Paunero hace las veces de traductor perro-humano: "Libra naci¨® aqu¨ª cuando recogieron a su madre maltrecha y embarazada hace nueve a?os. Terra, M¨ªtica, Port, Aventura y Warner, son una camada de reci¨¦n llegados encontrados en una cuneta a los que acabamos de bautizar, desparasitar y poner el chip de identificaci¨®n...".
"El que no adopta es porque no quiere, no porque no sepa que se puede hacer", critica Paunero
En casa de los Paunero son ocho. Nacho vive en un chal¨¦ adosado con su mujer, sus tres ni?as y tres perros que "forman parte de la familia". "Un perro no es una vaca. No necesita un jard¨ªn. Te necesita a ti", dice. "Un perro no es feliz con una caseta y comida. Est¨¢ el tema emocional, si no va a ser uno m¨¢s, no lo tengas". A ¨¦l, de peque?o, sus padres nunca le dejaron tener uno. Pero estaba Kaz¨¢n, el perro guardi¨¢n del hotel del Sardinero (Santander) donde veraneaba. "Era al primero que iba a ver cuando llegaba y le sol¨ªa guardar parte de mi desayuno. Era mi amigo", recuerda Paunero. Kaz¨¢n viv¨ªa atado a un ¨¢rbol. "Cuando le soltaban un rato por las noches, corr¨ªa en c¨ªrculos a tal velocidad que no se le reconoc¨ªa. Parec¨ªa un hurac¨¢n. No entend¨ªa por qu¨¦ no le dejaban siempre as¨ª. Un a?o, cuando llegu¨¦, la caseta estaba vac¨ªa".
En parte este recuerdo "bonito y triste" alimenta su sensibilidad hacia los animales que sufren, causa a la que este piloto de profesi¨®n dedica gratis la mayor¨ªa de su tiempo libre. "Uno ve que hay una necesidad. Ve por todas partes animales maltratados, abandonados, vagabundeando, atropellados... y nadie pone remedio, salvo sacrificarlos", dice, recordando las razones que le llevaron a fundar junto a un grupo de conocidos la asociaci¨®n. "Hacemos una labor, pero no somos la soluci¨®n. Las competencias son de ayuntamientos y comunidades y no hacen su trabajo y, cuando lo hacen, es sacrificando de forma no civilizada". En El Refugio la m¨¢xima es "sacrificio cero": a los perros con lismania (una enfermedad semejante al sida) se les trata, a los mutilados se les cura. S¨®lo en algunos casos, cuando no es posible darles una vida digna se recurre a la inyecci¨®n: "Pero eso no es sacrificar, es eutanasia".
M¨¢s all¨¢ de poner un parche salvando a algunos animales, la verdadera funci¨®n de El Refugio es "crear un estado de opini¨®n". "En estos 10 a?os hemos puesto en boca de todo el mundo el problema, ahora el que no adopta es porque no quiere, no porque no sepa que se puede hacer", a?ade Paunero. Hace 15 a?os cuando se cas¨® y por fin pudo tener perros, ¨¦l mismo no sab¨ªa nada de la posibilidad de adoptar. Se compr¨® dos chihuahuas en M¨¦xico, durante el viaje de novios: "La gente cambia, aprende. Ahora no se me ocurrir¨ªa comprar un animal habiendo miles abandonados, ni mucho menos cruzarlo".
La esterilizaci¨®n es otro de los pilares de la "tenencia responsable" que defiende el proteccionista. "No conozco ninguna pareja de perros que se conozca en el parque, quede para ir al cine, luego de copas...", bromea Paunero, "no hay que montarse pel¨ªculas. La cr¨ªa tiene que estar perfectamente controlada. No puedes criar en plan '?qu¨¦ bonito!'. Luego te plantas con 10 cachorros que al final acabar¨¢n tirados en una caja en la calle".
Los esfuerzos de la asociaci¨®n tambi¨¦n incluyen denunciar y litigar casos. Desde la reforma del C¨®digo Penal el 1 de octubre de 2004 se puede condenar a una persona que maltrata un animal a una pena de tres meses a un a?o de c¨¢rcel. El departamento jur¨ªdico de El Refugio defiende 41 casos. "Hace poco pas¨¦ unos d¨ªas en un pueblo de Santander y se me ha quedado la imagen de un perro que ten¨ªan al final de una cadena de hierro de un metro y medio. Intent¨¦ convencer a los due?os, pero me contestaron con un 'lo soltamos de vez en cuando'. Me record¨® a Kaz¨¢n. ?sa era su vida, estar atado como un perro", concluye Paunero.
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