Esperanza de los fumadores
La presidenta de la Comunidad de Madrid tiene muchas virtudes, entre las que destaca su osad¨ªa. Hace poco nos dej¨® boquiabiertos al irrumpir en una fiesta vestida de hada madrina, en versi¨®n de Agatha Ruiz de la Prada. Ahora, en plan Agustina de Arag¨®n, reta al Gobierno y al Parlamento espa?ol interpretando la ley antitabaco de forma asilvestrada, puro en ristre. No fuma, seg¨²n dicen, pero defiende ideales del tiempo de los celtas, se entiende bien con los ducados y busca fortuna en las pr¨®ximas elecciones. El humo ciega sus ojos para no ver otros asuntos de m¨¢s hondo calado. Ella escucha complacida c¨®mo la jalean fumadores cabreados, hosteleros y correligionarios. En lontananza, las urnas. ?O no?
Se podr¨ªa pensar que Esperanza Aguirre insin¨²a un gui?o a los madrile?os para que vayan dise?ando algo parecido al mot¨ªn de Esquilache (1766), que puso al gobierno de entonces patas arriba por la aplicaci¨®n dr¨¢stica de algunas reformas relacionadas con las costumbres populares. Entonces era la capa; ahora, el tabaco.
Esta mujer es de armas tomar (metaf¨®ricamente, por supuesto) y todo parece indicar que sus aspiraciones apuntan a metas mucho m¨¢s elevadas que la Comunidad de Madrid: primero, G¨¦nova; despu¨¦s, Espa?a. Sabe aguantar el tipo de modo ejemplar: sali¨® ilesa y sonriente, junto con Mariano Rajoy, de un peligros¨ªsimo accidente de helic¨®ptero en M¨®stoles; se trag¨® discretamente el marr¨®n cuando su cu?ado, el dramaturgo I?igo Ram¨ªrez de Haro, estren¨® en 2004 una obra de t¨ªtulo blasfemo en el C¨ªrculo de Bellas Artes; sonr¨ªe y se besa p¨²blicamente con el alcalde, cuando todo el mundo sabe que mantienen relaciones esquivas. Esperanza Aguirre es un enigma, un personaje de novela.
Al margen de lo dicho, el antitabaquismo radical provoca actitudes colaterales, entre la histeria y el desatino. Parece de sainete, pero hay desventurados que pretenden acabar con algunos iconos del siglo XX, como Winston Churchill o Groucho Marx, por la sencilla raz¨®n de que siempre ten¨ªan un puro en la mano o entre los labios. Y con grandes obras de la historia del cine. Talibanes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- VII Legislatura CAM
- Opini¨®n
- Ley antitabaco
- Gobierno Comunidad Madrid
- Decretos auton¨®micos
- Restricciones tabaco
- Legislaci¨®n auton¨®mica
- Legislaci¨®n espa?ola
- Parlamentos auton¨®micos
- Tabaquismo
- Restricciones consumo
- Adicciones
- Tabaco
- Parlamento
- Gobierno auton¨®mico
- Enfermedades
- Consumo
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- Madrid
- Medicina
- Comunidad de Madrid
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Espa?a
- Salud