Infame
Enmascarado detr¨¢s de unas gafas oscuras, con el ala del sombrero en las cejas y las solapas de la chupa levantadas hasta media mejilla he visitado el complejo inmobiliario, que responde con el nombre de Marina d'Or, en Oropesa del Mar. Si tienes un m¨ªnimo aprecio por la est¨¦tica, es mejor que te sorprendan en un antro de perdici¨®n que te reconozcan en un lugar como ¨¦se. En Marina d'Or hay una avenida principal iluminada con arcos de bombillas como en la feria de abril de Sevilla, un jard¨ªn con esculturas romanas de yeso alternando con otras modernas de metacrilato, farolas barrocas y de dise?o, bancos de azulejos adoptando formas imposibles de animales, todo amalgamado por el horror al vac¨ªo. En una carpa, bajo un espect¨¢culo de agua, luz y sonido, se muestran las maquetas de lo que ser¨¢ este inmenso alarde de la especulaci¨®n para atraer a los incautos. En ese mundo de ilusi¨®n se levantar¨¢ una Venecia de cartonpiedra con canales llenos de g¨®ndolas, avenidas de Par¨ªs con una torre Eiffel de cemento pintado, un simulacro de caba?as del Caribe con estanques para remar entre cocodrilos de pl¨¢stico, unos Alpes repletos de nieve sint¨¦tica con pistas de esqu¨ª, y no s¨¦ si montar¨¢n tambi¨¦n las cataratas del Ni¨¢gara sin una sola gota de agua. La l¨ªnea del mar ya est¨¢ tapada por varias murallas de apartamentos desolados puestos a disposici¨®n de una clase media cuyo buen gusto ha sido ofendido y degradado. En el vest¨ªbulo de algunos hoteles valencianos he visto rincones decorados con el escudo de una gran ¨¢guila bic¨¦fala cuyas alas se abren sobre un tresillo estilo Luis XV, flanqueado por una columna corintia que tiene plantado en el capitel un chino de alabrastro fosforescente bajo un centollo pegado a la pared a modo de l¨¢mpara. Cre¨ªa que la locura hortera se hab¨ªa detenido ah¨ª, pero el list¨®n ha sido sobrepasado en el hall de hotel de cinco estrellas de Marina d'Or. All¨ª, por unas enormes columnas con taraceas de falso m¨¢rmol y de acero dorado, la mirada asciende hasta el techo, donde te encuentras con los frescos de la Capilla Sixtina. En uno de los paneles est¨¢ pintado el mism¨ªsimo Jehov¨¢ en el momento de unir su dedo creador con el dedo de Ad¨¢n. Se trata de una pintura simb¨®lica, porque ese dedo no pertenece a Jehov¨¢, sino al pol¨ªtico infame que ha engendrado a un tibur¨®n inmobiliario con carta blanca para violar la belleza de este paraje, uno m¨¢s entre los depredadores con tres filas de dientes que siguen tapando con un muro lo poco que queda del litoral mediterr¨¢neo.
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