Pablo, el guardia civil que cobraba dinero en un bocadillo
Un agente ha sido procesado y otros cinco est¨¢n siendo investigados por ayudar a introducir a 'sin papeles' en Melilla
Said Akarrat, de 36 a?os, natural de Fez, se baj¨® del cami¨®n y entreg¨® un bocadillo a Pablo, nombre supuesto, un agente de la Guardia Civil destinado en Beni-Anzar, el principal puesto fronterizo entre Melilla y Marruecos. Dentro hab¨ªa, en lugar de miga, 15.000 dirhams (1.400 euros) en billetes de 500.
Despu¨¦s, el veh¨ªculo Volvo de la empresa Sotran, con sede en Nador, la ciudad marroqu¨ª situada a 14 kil¨®metros de Melilla, avanz¨® hacia el control de la Guardia Civil. Pablo le pas¨® el esc¨¢ner para detectar si en su interior hab¨ªa alg¨²n ser humano y, al no encontrar a nadie, le dio luz verde para que entrara en la ciudad. Sin embargo, en el interior del cami¨®n iban seis inmigrantes asi¨¢ticos que el agente aparent¨® no ver. Era principios de enero de 2006.
La red delictiva gozaba de complicidades entre diplom¨¢ticos ¨¢rabes destinados en el Golfo
Seg¨²n las diligencias, la trama descubierta la compon¨ªa gente poco profesional
Un mes m¨¢s tarde, el 6 de febrero, la Direcci¨®n General de la Seguridad Nacional marroqu¨ª anunci¨®, por medio de un largo comunicado, el desmantelamiento de una "red de criminalidad organizada" que transportaba a inmigrantes de India y Pakist¨¢n a Europa pasando por Marruecos y Melilla. Setenta personas fueron apresadas, de ellas 19 marroqu¨ªes, entre los que figuraban un polic¨ªa, cinco paquistan¨ªes y cinco indios, as¨ª como 41 candidatos a emigrar, todos indios. Hab¨ªan pagado hasta 10.000 euros por persona.
La denominada operaci¨®n Pulpo, seg¨²n la nota, ha puesto de manifiesto que la red criminal gozaba de complicidades entre diplom¨¢ticos ¨¢rabes destinados en pa¨ªses del Golfo "e incluso en Espa?a, donde la investigaci¨®n revel¨® la implicaci¨®n de elementos de la Guardia Civil".
El instituto armado no respondi¨® oficialmente al comunicado, aunque su direcci¨®n reconoci¨® a este corresponsal que un agente ha sido detenido y procesado y otros cinco est¨¢n siendo investigados desde principios de a?o. La larga duraci¨®n de las indagaciones, supervisadas por un juzgado de instrucci¨®n, se explica, seg¨²n la fuente, por la dificultad de demostrar un delito cuando el guardia se limit¨® a hacer la vista gorda o alega que las condiciones meteorol¨®gicas impidieron el buen funcionamiento del esc¨¢ner.
Este peri¨®dico ha tenido acceso a las diligencias, incorporadas al sumario, efectuadas por la brigada judicial de la polic¨ªa de Nador. En ellas se recogen los interrogatorios de Said Akarrat, el hombre del bocadillo, sus c¨®mplices y sus relaciones con un pu?ado de agentes de la Guardia Civil, cuyos nombres proporcionan, as¨ª como el funcionamiento de las mafias que trafican con inmigrantes. Tambi¨¦n se menciona la complicidad de elementos de las Fuerzas Auxiliares, un cuerpo paramilitar marroqu¨ª, pero sin dar detalles porque fue objeto de otro sumario, seg¨²n fuentes de Nador.
El relato que figura a continuaci¨®n es un resumen simplificado de esos atestados policiales matizado con algunos datos posteriores.
Akarrat era uno de tantos marroqu¨ªes que trapicheaban en la frontera. Del contrabando hab¨ªa dado el salto a la introducci¨®n de coches robados. Por cada veh¨ªculo pagaba a la Guardia Civil 100 euros, seg¨²n cont¨® en el interrogatorio. Conoc¨ªa a los agentes destinados en Beni-Anzar. A trabar la relaci¨®n le hab¨ªa ayudado Jaime Gonz¨¢lez Mohamed, un hispano-marroqu¨ª que habla ambos idiomas, hace de int¨¦rprete y tambi¨¦n monta sus negocios en torno al puesto fronterizo.
Mohamed Azhaf, de 33 a?os, natural de Nador, hab¨ªa conocido a trav¨¦s de un familiar a Omar Khan, un paquistan¨ª encarcelado en Espa?a por tr¨¢fico de inmigrantes. Tras cumplir su condena volvi¨® a las andadas en Marruecos. La Guardia Civil detect¨® su regreso y lo comunic¨® a los marroqu¨ªes en 2005. Quer¨ªa introducir en Melilla a un pu?ado de compatriotas que escond¨ªa en Selouane, un pueblo a 12 kil¨®metros al sur de Nador.
Azhaf se acord¨® de Akarrat y de sus contactos en la frontera. ?ste fue a hablar con Pablo, el guardia. Le empez¨® pidiendo 9.000 dirhams (835 euros) por inmigrante clandestino que dejara pasar, pero despu¨¦s rebaj¨® la tarifa a 3.000 (280 euros). Pablo no trabajaba solo. Cuatro compa?eros suyos eran tambi¨¦n sus c¨®mplices, seg¨²n Akarrat. Hubo acuerdo y un primer lote de seis inmigrantes asi¨¢ticos entr¨® en Melilla a principios de enero.
Envalentonado por aquel ¨¦xito, Azhaf quiso repetir la operaci¨®n a mayor escala. El paquistan¨ª Khan ten¨ªa escondidos a otros 32 sin papeles. Aunque las complicidades en la frontera estaban garantizadas, hab¨ªa que ocultarlos mejor. Encontr¨® a un carpintero dispuesto a fabricar, sin hacer preguntas, una gran caja ata¨²d que se cubrir¨ªa con arena.
Said Akarrat se fue a ver a Pablo, el Guardia Civil. "Mi turno en la frontera empieza el 24 a las nueve de la noche", le precis¨®. Sobre esa hora, los 32 asi¨¢ticos fueron conducidos a pie hasta la siderurgia Sonasid, en Selouane. Uno de los camiones aparcados era el suyo. Subieron, pero no se metieron en el ata¨²d. Sus gu¨ªas decidieron prescindir de ¨¦l. Les pareci¨® un engorro. Les cubrieron con un gran pl¨¢stico y echaron tierra encima.
El cami¨®n se puso en ruta, pero hizo una parada en Maroust, un pueblo a mitad de camino entre Nador y Melilla. All¨ª, detr¨¢s de un locutorio regentado por un sobrino de Azhaf, esperaban seis subsaharianos que bajaban de vez en cuando del monte a llamar por tel¨¦fono a sus familias. El sobrino les propuso subir al cami¨®n mediante pago. Se les recubri¨® con el mismo pl¨¢stico.
A las dos de la madrugada del 25 de enero de 2006 el Volvo se present¨® en Beni-Anzar. Lo conduc¨ªa un chofer y Said Akarrat le preced¨ªa a pie para advertir discretamente al agente de que estaba llegando la mercanc¨ªa. Antes de alcanzar el control de la Guardia Civil hay que franquear el de la polic¨ªa. ?sta no dej¨® pasar a Said Akarrat, que no pudo advertir a Pablo de que el cami¨®n estaba de camino.
En medio de la fila de veh¨ªculos el Volvo no intent¨® ni siquiera dar media vuelta. Hubiese llamado la atenci¨®n. Su ch¨®fer, adem¨¢s, ignoraba que Said Akarrat hab¨ªa sido rechazado en el control policial. Cuando lleg¨® a la altura de la Guardia Civil "no fue ni siquiera necesario echar mano del esc¨¢ner para descubrir la presencia de los inmigrantes", recuerda un agente. "Bast¨® con una simple inspecci¨®n ocular para constatar anomal¨ªas sospechosas" en la carga.
El ch¨®fer fue detenido junto con los 38 inmigrantes que no pudieron ser devueltos a Marruecos. Del lado marroqu¨ª, la polic¨ªa puso entonces en marcha la Operaci¨®n Pulpo y a principios de la primavera un tribunal de Nador pronunci¨® las primeras condenas, en su mayor¨ªa a ocho a?os de c¨¢rcel. La m¨¢s leve, tan solo dos a?os, le cay¨® a Noor el Houda, cu?ada de Azhaf, que deposit¨® en una caja de ahorros de Melilla 12.000 de los 15.750 que Omar Khan entreg¨® al capo marroqu¨ª.
"Son condenas muy exageradas a personas que no formaban parte de la banda, sino que estaban a su servicio para ejecutar determinadas tareas", asegura Mohamed Hajji, letrado de dos de los condenados cuyo recurso se ver¨¢ esta semana en Nador.
La lectura de las diligencias da la impresi¨®n de que era una red criminal poco profesional, que mueve peque?as cantidades comparadas con el dinero que genera la droga, exportada a Europa, en esa misma zona de Marruecos.
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