El turco, el dan¨¦s y los suecos
Hay gente a la que les disgustan los fallos del premio Nobel, en realidad creo que les carga el premio Nobel en s¨ª. Y realmente es bien discutible en s¨ª mismo ese tribunal que pontifica e instituye obras, nombres y valores en el planeta se quiera o no. Pero a algunos nos gusta toda esa teatralidad casi ingenua y antigua, ya nadie se atreve hoy a hacer cosas tan bonitas, con un rey y su palacio y todo. Al fondo la leyenda de una fortuna m¨ªtica nacida de la remota dinamita que nos lleva a imaginar las minas, de oro naturalmente. La ceremonia de los Nobel casi tiene la hermosura on¨ªrica de los cuentos de hadas, solamente por eso est¨¢ bien que existan pero, adem¨¢s, quiz¨¢ no est¨¦ mal que alguien instituya referencias y premie la excelencia, aunque sean discutibles sus fallos. Absolutamente discutibles cuando premian a un se?or llamado Kissinger, por ejemplo.
Pero los premios de literatura suelen ser los que m¨¢s discusi¨®n dan. A m¨ª particularmente sus fallos me parecen razonables casi siempre y aunque se hayan olvidado de obras literarias imprescindibles, tambi¨¦n veo que nos han llamado la atenci¨®n sobre otras que nos ser¨ªan desconocidas. Y, adem¨¢s, cada tres o cuatro a?os nos sorprenden, que es cuando m¨¢s vidilla dan. Por otro lado, nunca se puede premiar a todo el mundo que lo merece, ni siquiera castigar pues bien dec¨ªa el dan¨¦s (me encanta esto de "el dan¨¦s") que si se le diese a todo el mundo lo que le corresponde nadie quedar¨ªa sin llevarse sus buenos correazos.
Pero dejemos al dan¨¦s y volvamos a los suecos que este a?o han premiado a un escritor turco y, nuevamente, ronda la discusi¨®n de si se premia a un autor, a un pa¨ªs o a una propuesta ideol¨®gica. Esa discusi¨®n s¨®lo nos recuerda lo evidente, que la creaci¨®n literaria no se puede encerrar pues es din¨¢mica por parad¨®jica, nace de lo m¨¢s personal, particular, pero tiene una naturaleza universal que trasciende fronteras de lenguas, Estados y saberes especializados. Y, al tiempo, siendo un mundo aut¨®nomo abarca toda la experiencia tanto individual como colectiva, inevitablemente este arte tan ¨ªntimo y subjetivo es enormemente social, pol¨ªtica. Y eso no puede evitarse, aunque no est¨¦ en las intenciones conscientes del escritor.
El escritor premiado, Orhan Pamuk, ha sido presentado en casi toda la prensa como "escritor turco". Es a discutir que el nombre "escritor" merezca un adjetivo, "turco" en este caso. Pues el gentilicio lo expenden los Estados en sus documentos de identidad mientras que la literatura, a trav¨¦s de las traducciones, llega a personas de distintos lugares, ¨¦pocas, lenguas y se puede decir que el verdadero pa¨ªs de un escritor lo forman aquellas personas que leen su obra, sean de donde sean y hablen y lean lo que lean.
En cierto modo es as¨ª, alguien escribe en soledad para alguien que lee en soledad. Pero tambi¨¦n es cierto que existe un lazo esencial entre un escritor y la comunidad que lo forma y de donde sale. Pues, a diferencia de artistas como un pintor o un escultor el escritor no es due?o de la materia prima con la que trabaja, las palabras. Las palabras no las puede comprar en tienda alguna, sino que las toma prestadas de una lengua, la que sea, y al no ser suyas las palabras es como si sembrase en un campo ajeno. Nunca ser¨¢ completamente due?o de su trabajo que, en cambio, incrementar¨¢ el valor del campo trabajado. Para el escritor es un lazo tr¨¢gico, que marca su destino unido a la suerte de una lengua.
Frecuentemente, aunque no siempre, el escritor entiende que su comunidad es una comunidad nacional y de lengua. Pero hay ocasiones, en que la comunidad de referencia es la de una lengua que abarca pa¨ªses y otras veces es la de un Estado con varias lenguas pero que forma una comunidad ciudadana. Y, aunque el escritor olvide este aspecto de su situaci¨®n, es la comunidad quien se lo recuerda. Bien acus¨¢ndolo de dar una imagen injusta o negativa de la comunidad o bien celebrando su ¨¦xito art¨ªstico como un ¨¦xito colectivo propio. El premio a Pamuk es el caso m¨¢s frecuente, la comunidad le critica la imagen que ofrece de ella al mundo y, al tiempo, todos entienden que el premio es un premio no tanto a un autor cuanto a una literatura o un pa¨ªs. El escritor vive verdaderamente en peligro de descuartizamiento entre esos dos mundos, el viaje interior radical y la dial¨¦ctica con una colectividad. Qu¨¦ dif¨ªcil es ser escritor y no estar loco. De hecho, es imposible.
Y ah¨ª est¨¢ el se?or Pamuk hablando ora como artista individual ora como portavoz de una Turqu¨ªa que ¨¦l argumenta, aunque nosotros no sepamos bien si existe. ?Y si estuviese luchando hacia fuera porque aceptemos la existencia de una Turqu¨ªa que realmente no existe y, al tiempo, luchando hacia dentro porque su pa¨ªs acepte ser esa Turqu¨ªa casi europea deseada por ¨¦l? El escritor lucha contra el caos, a?ora la armon¨ªa que no existe ni ha existido ni existir¨¢. Suele querer recordarle a su comunidad lo que fue porque desea que se realice una comunidad ideal que porta en su imaginaci¨®n. Uno tiene la impresi¨®n de que es el caso de este autor que, como todos sus semejantes, est¨¢ condenado a saberse distinto dentro de su comunidad y al tiempo atado a ella por un lazo dram¨¢tico.
Nos parece que no va a existir esa Turqu¨ªa so?ada. Los escritores y so?adores en general siempre creen, sienten, que hubo un momento en que todo estuvo a punto de ser de otra manera, una manera mejor ("?Cu¨¢ndo se jodi¨® el Per¨², Zavalita?"). Pero la mayor parte de la gente no siente lo mismo, de hecho, ni siquiera mira hacia atr¨¢s. Aunque a efectos literarios eso no importa; al contrario, es de ah¨ª, de esa nostalgia equivocada y de ese dolor que nos causa este presente de donde saca el escritor su caudal.
De la Turqu¨ªa existente sali¨® un escritor que sue?a otra Turqu¨ªa, y hace su trabajo: cre¨® otro pa¨ªs, otro mundo, otra historia y lucha para imponerla a la realidad. La literatura es eso, un esfuerzo absurdo por in¨²til pero necesario. Fracasa en lo colectivo y p¨²blico, triunfa en lo individual e ¨ªntimo. Por m¨¢s que conf¨ªe en el poder de las palabras, su realidad imaginada no es, al cabo, m¨¢s que palabras, palabras, palabras. Como le dir¨ªa el dan¨¦s a este turco que han premiado los suecos.
Suso de Toro es escritor.
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