La especulaci¨®n inmobiliaria impide el desarrollo sostenible
La especulaci¨®n inmobiliaria es legal porque en el capitalismo no puede ser tipificada como delito; sin embargo, es inconstitucional porque atenta contra el art¨ªculo 47 de la Constituci¨®n. Es inmoral, pero, sin duda, ha hecho posible la creaci¨®n de puestos de trabajo, contribuyendo as¨ª al desarrollo econ¨®mico. La realidad es parad¨®jica.
Desde luego, decimos desarrollo y lo primero que se nos ocurre es asociarlo con la expansi¨®n, con las cantidades y el enriquecimiento econ¨®mico.
Decimos desarrollo ecol¨®gico y autom¨¢ticamente lo imaginamos vinculado a la conservaci¨®n, a dificultades a?adidas y costosas para el crecimiento.
Decimos desarrollo urbano sostenible y, tendenciosamente, los significados pierden su precisi¨®n. Todos los PGOU dicen que son sostenibles y mienten impunemente (Aljarafe, La Rinconada, ?vila).
Dicen que hay pa¨ªses desarrollados llamados del primer mundo, otros en desarrollo y los subdesarrollados. A partir de esta injustificada clasificaci¨®n, todo lo que funciona mal, decimos que es tercermundista. Ya no es as¨ª.
La situaci¨®n ha cambiado. Ya no es asunto de geograf¨ªa, escala, tama?o o jerarqu¨ªa. Debido a la globalizaci¨®n de la econom¨ªa, todos los mundos, incluido el cuarto mundo, actualmente conviven. Las mayores miserias imaginables y las m¨¢ximas conquistas humanas, en todos los aspectos, las encontramos tanto en Nueva York, Madrid o Buenos Aires, como en Lagos, capital de Nigeria o en Karachi.
Vemos que el desarrollo global es el marco del desarrollo local (relaci¨®n con el locus) de las ¨¢reas metropolitanas, de las ciudades, de los pueblos y hasta de las aldeas.
El significado com¨²n de desarrollo tiene que ver con las cantidades, con el dinero, con aquello que se puede obtener con ¨¦l. Todo; menos la felicidad y la convivencia en paz. ?A mayor desarrollo cuantitativo, m¨¢s soledad, m¨¢s violencia y menos felicidad?
Seg¨²n observaci¨®n directa, as¨ª es. ?Entonces, qu¨¦ sentido tiene el desarrollo? O es que, a¨²n dentro del capitalismo, ?existen varios tipos de desarrollo?
Desde luego. Aunque estamos globalizados, podemos escoger un tipo de desarrollo, adem¨¢s de cuantitativo, cualitativo. La finalidad del desarrollo es aumentar la calidad de vida (inter-relaci¨®n de bienestar social, identidad cultural, calidad medioambiental) a partir del sentido com¨²n y de la responsabilidad ante nuestros hijos para utilizar adecuadamente los recursos naturales en la construcci¨®n no violenta, de un entorno agradable.
En suma, los actuales paradigmas del desarrollo no pueden prescindir de la ecolog¨ªa, del medio ambiente y de la sostenibilidad.
Las nuevas urbanizaciones dispersas, de pareados y adosados con campos de golf, han contribuido al enriquecimiento econ¨®mico pero, ?aumentan la calidad de vida o, solamente garantizan el lucro desmedido de las empresas inmobiliarias?
Matem¨¢ticamente est¨¢ demostrado que el desarrollo, como producto de la especulaci¨®n inmobiliaria, es insostenible (huella ecol¨®gica) y por lo tanto es socialmente irresponsable frente al consumo de los recursos naturales no renovables. El suelo y los combustibles f¨®siles son dos de ellos.
Ante esta situaci¨®n, por estar globalizados el desarrollo es imperativo, s¨ª; pero, existe la posibilidad de trabajar aqu¨ª y ahora por un desarrollo sostenible, de calidad. Con m¨¢s raz¨®n todav¨ªa si es local porque el ejercicio democr¨¢tico se hace m¨¢s pr¨®ximo y factible.
Por ello, hay que adoptar como objetivo superior del desarrollo local, la calidad de vida y a partir de ello, no despilfarrar los recursos naturales, culturales y humanos; aprovechar la bio-diversidad, es decir, poner en evidencia la singularidad local. Preventivamente, exigir eco-eficiencia a las empresas.
Simult¨¢neamente, evitar el urbanismo basura que esteriliza grandes extensiones de suelo con bajas densidades de poblaci¨®n donde las inmobiliarias levantan las casas, recogen sus cuantiosos beneficios pero nunca se preocupan de los equipamientos ni de los servicios que en el futuro deber¨¢n solucionarse con inversiones p¨²blicas. En otras palabras, prohibir los antiest¨¦ticos vertederos urban¨ªsticos.
Ni siquiera en Estados Unidos donde hay grandes extensiones de suelo disponibles y el mal gusto campea a sus anchas, se contin¨²a con la pol¨ªtica del sprawl porque a corto plazo tiene una rentabilidad financiera (privada) muy alta pero, a largo plazo exige acciones medioambientales e inversiones p¨²blicas enormemente caras.
Para hacer factible el desarrollo sostenible ser¨¢ indispensable tomar en serio los art¨ªculos 45, 46 y 47 de la Constituci¨®n. La Uni¨®n Europea ya ha dado directrices; el Gobierno central ha propuesto reformas a la Ley del Suelo; el auton¨®mico, no pudiendo controlar las irregularidades urban¨ªsticas actuales, en la pr¨®xima campa?a electoral ofrecer¨¢ ponerles coto en el futuro y, los municipios deber¨¢n buscar diversificar sus ingresos.
En cualquier caso, ser¨¢ indispensable mejorar la forma de gobierno. Que deje de ser unidireccional, jer¨¢rquica, piramidal, del ordeno y mando. Convertirla en red interactiva a la que tenga acceso directo el tejido social organizado (las asociaciones defensoras del patrimonio est¨¢n actualmente condenadas). Depender¨¢ de los pol¨ªticos pero tambi¨¦n de la responsabilidad ciudadana. Se tratar¨ªa de llegar al pleno ejercicio de la democracia: inter-relaci¨®n de verdad + transparencia + participaci¨®n proactiva. Si no es as¨ª, el desarrollo urbano sostenible, es decir, socialmente responsable, ser¨¢ una quimera. ?Insistiremos!
Jorge Benavides Sol¨ªs es profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Sevilla.
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