Secuelas
Lo contaba The Independent en su edici¨®n de ayer. Los soldados brit¨¢nicos que regresan heridos de Irak lo hacen con una carga adicional y es que transportan en su sangre una especie de desigual acto justiciero de efecto retardado: un virus. Desconocido en la Gran Breta?a y, al parecer, tambi¨¦n en los Estados Unidos, a donde ha llegado tambi¨¦n v¨ªa tropas, el A. baumannii se ha llevado ya a bastante gente por delante en Inglaterra, aunque se desconoce si lo hizo con deliberada maldad -tipo bombardeo- o s¨®lo precipit¨® el final de quienes ya estaban sentenciados. Porque as¨ª como los norteamericanos aislan a sus soldados heridos en recintos militares para que la comunidad no los vea, el sistema sanitario brit¨¢nico permite que los veteranos de Irak se mezclen con la ciudadan¨ªa achacosa en los establecimientos p¨²blicos de uso civil. Con lo cual votes a quien votes, est¨¦s a favor de la guerra o en contra, seas vendedor de fajas o aficionado al opio, da igual: como te toque un sargento al lado no s¨®lo va a contarte batallas, tambi¨¦n te har¨¢ una oferta que no podr¨¢s rechazar.
De modo que esos muchachos altos y fuertes, bien alimentados, que se mueven como torpes orugas en las tierras de Mesopotamia; esos chicos tocados con megacascos que incluyen toda clase de adelantos para la localizaci¨®n del enemigo; esos hijos de la cerveza templada y el beicon fr¨ªo, armados con lo permitido y, por un si acaso, tambi¨¦n con lo prohibido por las leyes internacionales que supervisan las carnicer¨ªas... Ahora son ellos mismos una secuela b¨¦lica portadora de efectos colaterales. Aunque se les confinara en centros militares, ya es tarde. El bichito anda suelto y ni el doctor House puede detenerlo.
El primer Imperio brit¨¢nico hizo da?o pero produjo buena literatura, de Kypling a Conrad, por resumir un mucho. Las dos guerras mundiales, la espa?ola y la de Vietnam, otros¨ª; eso, ci?¨¦ndonos a Occidente, que es a lo que siempre nos estamos ci?endo. En esta reedici¨®n imperiosa ilustrada por Popeye Bush y Oliva Blair, que ya nos han impuesto copiosas falsedades y ficciones sin por ello mejorar la narrativa, tendremos que buscar la poes¨ªa -y cierta forma de justicia simb¨®lica- en los partes m¨¦dicos.
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