Qu¨¦ vulgar, qu¨¦ genial

Marthaler y la escen¨®grafa Anna Viebrock han conseguido un lenguaje propio identificable. Devuelven, como en un espejo, la mirada que se esconde en el lado m¨¢s vulgar de la sociedad. Sus soluciones esc¨¦nicas parten de un trabajo de campo riguroso, de una observaci¨®n minuciosa del mundo, de un estudio casi antropol¨®gico del c¨®digo de gestos, comportamientos, gustos o costumbres dom¨¦sticas de los "ciudadanos normales". Las m¨²sicas incorporadas suponen un punto de elevaci¨®n espiritual a la monoton¨ªa asfixiante de la vida cotidiana, pero son m¨²sicas vividas desde la rutina propia del paso del tiempo e interpretadas por los propios actores.

En Winch only, de la ¨®pera ¨²ltima de Monteverdi se mantienen algunos fragmentos, que se complementan con piezas de Bach, Schubert, Wagner, Chaikovski, Schoenberg o Massenet, con una configuraci¨®n de soluciones teatrales realmente variada. Los actores son sensacionales. Los textos son en muchas ocasiones demoledores, vengan de Michaux, Kafka o Maeterlinck, o de los propios actores. Los temas fundamentales del libretista Busenello -el poder, la traici¨®n...- para la ¨®pera monteverdiana son transportados a la atm¨®sfera de una familia actual en B¨¦lgica con un escepticismo que en ocasiones se transforma en sarcasmo. El retrato de grupo no invita al optimismo. El Festival de Oto?o se ha clausurado sin bajar la guardia. La capacidad de sugerencia y la apertura a "otros mundos, otros ¨¢mbitos" no han deca¨ªdo un solo momento.