Mas: "No os preocup¨¦is por las cosas raras que suceder¨¢n"
Apenas una veintena de botellas de cava circularon por la sede del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) la noche de las elecciones. El aspecto del local hac¨ªa honor al d¨ªa de autos: Todos los Santos. Hab¨ªa poco que celebrar en cuanto a resultados: un retroceso del 23% y 240.000 votos menos que en 2003. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, exhib¨ªa un semblante especialmente grave. Pero el presidenciable Jos¨¦ Montilla compareci¨® ante los medios de comunicaci¨®n con una t¨ªmida sonrisa que, en su caso, constitu¨ªa un derroche de expresividad. El primer secretario del PSC, cuyas intenciones de reeditar el tripartito conoc¨ªa desde semanas antes el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, volvi¨® a llamar a La Moncloa para reiterarlo. Montilla, adem¨¢s, telefone¨® a Artur Mas (CiU), Josep Llu¨ªs Carod-Rovira (ERC), Josep Piqu¨¦ (PP) y Joan Saura (ICV-EUiA). El registro de cada una de esas conversaciones se movi¨® entre la cortes¨ªa y la complicidad, porque ya desde esa misma noche el aparato del PSC aceleraba, con completa autonom¨ªa respecto al PSOE, su estrategia de negociaci¨®n con un objetivo: hacer presidente a Montilla. Hab¨ªa, pues, que cerrar el paso a la Generalitat a la federaci¨®n ganadora, CiU, con 48 diputados -11 m¨¢s que los socialistas- y 160.000 votos por delante del PSC.
As¨ª que, mientras los socialistas, con disciplina calvinista, se retiraban a velar las armas para el d¨ªa siguiente, los convergentes m¨¢s comprometidos con la campa?a -unos 300- celebraban una fiesta a puerta cerrada en el barcelon¨¦s sal¨®n Astoria, enclavado en un edificio m¨¢s propio de la izquierda. La obra arquitect¨®nica de Germ¨¢n Rodr¨ªguez-Arias, arquitecto de Pablo Neruda en Isla Negra, se considera un icono del GATCPAC, grupo innovador que brill¨® durante el fugaz periodo republicano. All¨ª, entre brindis por el triunfo, un Artur Mas seguro de llegar a la presidencia de la Generalitat confesaba a sus fieles: "No os preocup¨¦is ante gestos y cosas raras que suceder¨¢n en los pr¨®ximos d¨ªas". En los cuarteles generales de CiU se confiaba en que el PSOE impedir¨ªa que Montilla se lanzase a la carrera para presidir el Gobierno catal¨¢n. A la vista de las urnas, resultaba impensable para la mutua de intereses pr¨¢cticos CiU-PSOE, expresada en la foto del pacto estatutario Mas-Zapatero, que el cordob¨¦s que lidera el socialismo catal¨¢n se atreviera a desafiar al gran partido hermano. Eso pensaba el centro derecha nacionalista, seducido por los gui?os de un PSOE deseoso de convertirlo en su aliado. Y as¨ª parec¨ªa inferirse de signos como el sacrificio de Pasqual Maragall, arrojado al cenote sagrado del socialismo espa?ol.
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