Segunda oportunidad
Vayas donde vayas, si eres catal¨¢n no podr¨¢s sacarte de encima el tener que hablar del tripartito. Este pasado fin de semana el CIDOB de Barcelona nos convoc¨® a un grupo de personas a asistir en Verona al 7? Foro de Di¨¢logo Italia-Espa?a para hablar de algunas de las grandes cuestiones que plantea la construcci¨®n europea a nuestros dos pa¨ªses. Les aseguro que no hubo intermedio, almuerzo, comida o cena que no haya estado ocupado por la cuesti¨®n dom¨¦stica. Los m¨¢s adictos hasta sacaban su i-mate para leernos las ¨²ltimas noticias o rumores llegados de Barcelona sobre el reparto de carteras. Todo indica que vamos camino de repetir el cansancio del Estatuto.
La pregunta del mill¨®n estos d¨ªas es cu¨¢nto tardar¨¢ el pr¨®ximo Gobierno de la Entesa en volver a comportarse como el tripartito. Se cruzan apuestas. Algunos, los m¨¢s pesimistas o interesados, piensan que no pasar¨¢ de las primeras semanas. En todo caso, la prueba de fuego estar¨¢ en lo que har¨¢ Montilla ante la primera se?al de desavenencia.
La pregunta del mill¨®n es cu¨¢nto tardar¨¢ el pr¨®ximo Gobierno de la Entesa en volver a comportarse como el tripartito. Los m¨¢s pesimistas piensan que no pasar¨¢ de las primeras semanas
A la vista de lo que escucho en relaci¨®n con la viabilidad del nuevo Gobierno, los catalanes se pueden clasificar en seis grupos. Los que cuestionan su legitimidad, y se oponen activamente. Los que aun cuando no les han votado, no lo cuestionan, pero piensan que se ha perdido una oportunidad y temen que ser¨¢ un desastre. Los que han votado a algunos de los partidos, pero son esc¨¦pticos de que pueda funcionar la coalici¨®n. Los que dudan, pero conf¨ªan en que ahora s¨ª funcionar¨¢. Los que conf¨ªan, pero dudan. Los convencidos (escasos, y casi todos de ICV). Y, finalmente, los que pasan del tema. Como se ve, domina el escepticismo, cuando no el temor.
Probablemente, no hay otro gobierno que haya nacido rodeado de tanta desconfianza. S¨®lo as¨ª se entiende que, al menos de momento, el objetivo b¨¢sico del programa com¨²n sea no volver a cometer los mismos errores que la primera vez.
?Cu¨¢l es la raz¨®n de tanto recelo y pesimismo? ?Por qu¨¦ no confiar en la capacidad de la naturaleza humana, aunque sea la de nuestros pol¨ªticos, para aprender de los errores y no volver a tropezar en la misma piedra? ?Qu¨¦ es lo que hay en esa coalici¨®n pol¨ªtica que produce tantos esc¨¦pticos, incluidos los de las propias filas?
Lo que m¨¢s pesa es el mal recuerdo de la primera experiencia. Eso lleva a los ciudadanos a comportarse como meteor¨®logos aficionados: si ayer llovi¨® mucho, lo m¨¢s probable es que ma?ana llueva. Pero esta no puede ser la ¨²nica causa de tanta desconfianza y temor.
Quiz¨¢ la f¨¢bula de la rana y el escorpi¨®n nos pueda ayudar a comprender otras razones menos evidentes. Cuenta que estaba el escorpi¨®n al lado de un r¨ªo, deseoso de pasar a la otra orilla. Incapaz de hacerlo por s¨ª solo, se dirigi¨® a una rana que estaba cerca, pidi¨¦ndole que le ayudara a cruzarlo. Desconfiada, ¨¦sta le dijo que no, porque tem¨ªa que aprovechase la ocasi¨®n para pincharle con su afilado aguij¨®n. Pero con buenas artes ret¨®ricas y cierta l¨®gica, el escorpi¨®n logr¨® convencerla de que no lo har¨ªa, porque, entre otras razones, le dijo, sab¨ªa que si la pinchaba los dos se ahogar¨ªan. A la rana le pareci¨® un argumento convincente, y le dej¨® subir a su espalda. Cuando estaban en medio del r¨ªo, el escorpi¨®n clav¨® su afilado y venenoso aguij¨®n en el lomo de la rana. Sorprendida, ¨¦sta le pregunt¨®: "?Por qu¨¦ lo has hecho?". " No he podido evitarlo, est¨¢ en mi naturaleza", le contest¨® abatido y resignado el escorpi¨®n. Y los dos se fueron al fondo del r¨ªo.
Que nadie se sienta aludido. Como es conocido, el diccionario define la f¨¢bula como un cuento o narraci¨®n de cosa que ni es verdad ni tiene sombra de ello, inventado s¨®lo para deleitar, ya sea con ense?anza o sin ella.
En todo caso, m¨¢s all¨¢ del l¨®gico escepticismo, encuentro algunas razones para pensar que, a lo mejor, esta vez funcionar¨¢, y que no ser¨¢ verdad lo de que nunca segundas partes fueron buenas. Pocas veces la vida te da una segunda oportunidad. Ser¨ªa lamentable no saber aprovecharla. Porque, lo que s¨ª parece seguro, es que no habr¨¢ una tercera.
Lo primero que me hace ser moderadamente optimista, es que tal es el grado de descr¨¦dito y falta de expectativas de la ciudadan¨ªa, que esto ser¨¢, en s¨ª mismo, un acicate para el buen gobierno. Quiero creer que la autoestima, el orgullo, el temor al rid¨ªculo o el miedo al descr¨¦dito personal funcionan de la misma forma en la conducta de los pol¨ªticos que en la de cualquier otro profesional. Si es as¨ª, se habr¨¢ hecho verdad el proverbio de que no hay mal que por bien no venga.
Sin embargo, la raz¨®n principal de ese querer ser optimista me viene de ver emerger en los l¨ªderes de ERC las primeras se?ales orientadas a repensar el catalanismo. El art¨ªculo publicado por Josep LLu¨ªs Carod Rovira (Un Govern para la nueva Catalu?a), el pasado s¨¢bado 11 de noviembre y su intervenci¨®n en el Consejo Nacional de Esquerra ese mismo d¨ªa son alentadores. Ver que Carod Rovira pide a su partido que se adapte al contexto global de la econom¨ªa y de las migraciones del siglo XXI, y que replantee las bases del catalanismo y los conceptos de naci¨®n y Estado heredados del siglo XIX me parece todo un avance. Porque ah¨ª est¨¢ la madre de casi todas las guerras y conflictos dom¨¦sticos: la contradicci¨®n que hoy existe entre la escala global de la econom¨ªa y la sociedad en que tenemos que movernos en este siglo XXI, y los conceptos que el nacionalismo y el soberanismo utilizan para construir el espacio de las identidades locales. Si no hay modernizaci¨®n del discurso y de la pr¨¢ctica pol¨ªtica del nacionalismo, ser¨¢ muy dif¨ªcil la modernizaci¨®n econ¨®mica y social del pa¨ªs.
La eficacia de la acci¨®n de gobierno no tiene necesariamente por qu¨¦ ser estorbada por el hecho de aspirar a la independencia a trav¨¦s de cauces democr¨¢ticos, como siempre ha defendido el soberanismo catal¨¢n. Pero mientras tanto no se llegue a ese puente, y adem¨¢s no se cuente con aliados para esa aventura, convendr¨ªa controlar los impulsos y las pasiones ret¨®ricas. Porque las formas en pol¨ªtica son tanto o m¨¢s importantes que el fondo, o incluso m¨¢s. O, como dijo un cl¨¢sico, las formas son el fondo.
Posiblemente la m¨ªa es una manifestaci¨®n del optimismo de la voluntad. Mis deseos de larga y apacible vida a la Entesa.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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