La paz luminosa y un recuerdo para Ecevit
Pasados ya los primeros grandes entusiasmos ante el evidente fin de la era Bush que se inici¨® con rotundidad el 7 de noviembre, la envidiable maquinaria institucional norteamericana funciona perfectamente, como era previsible incluso ante cualquier situaci¨®n imprevista, y la resultante de las elecciones es mucho m¨¢s regla que excepci¨®n. A este lado del Atl¨¢ntico las opiniones p¨²blicas hostiles hasta el odio hacia Bush ya han gozado del castigo a esa caricatura del Mal en que se hab¨ªa convertido el presidente norteamericano. Este gozo les durar¨¢ menos que la frustraci¨®n sufrida hace dos a?os cuando fracas¨® la bondad del patricio Kerry. Leyendo y escuchando a muchos de los enemigos profesionales de Bush ac¨¢ en Europa, da la impresi¨®n de que el Capitolio ha sido tomado por una especie de tripartito, con Noam Chomsky a la cabeza. Si hasta ahora la postura digna hacia el Imperio del Mal era inequ¨ªvoca, parece que volvemos a la era de los malentendidos. Viva la paz y la realidad pac¨ªfica y luminosa.
Cuando a¨²n no hab¨ªa concluido el recuento en Virginia, Bush ya negociaba con los dem¨®cratas, con Nancy Pelosi a la cabeza, sobre las cosas de comer. Aqu¨ª no hay malentendidos. El presidente sabe que se acab¨® su forma de gobernar, con un Congreso postrado que tanto error le permiti¨® a ¨¦l y a Rumsfeld, tanto desafuero a Cheney y a sus c¨ªrculos empresariales y tanto exceso a su pol¨ªtica de seguridad y antiterrorista. Los dem¨®cratas saben que, para que esta victoria sea el umbral de una presidencia propia, han de encontrar en colaboraci¨®n con Bush una salida del letal estancamiento de la situaci¨®n en Irak, que al menos en Washington todos saben que no es culpa exclusiva del tejano cristiano neonato.
Se ver¨¢ entonces si ten¨ªan raz¨®n quienes auguraban -tras Bush- un comportamiento m¨¢s civilizado de Siria y de Ir¨¢n de haber un calendario de retirada, o un buen equilibrio en Irak entre la teocracia chi¨ª de Teher¨¢n y la satrap¨ªa de Damasco con poblaci¨®n sun¨ª, ambas implacables tanto con sus pueblos como con los vecinos. Y aplaudidas como enemigos del Imperio del Mal y de un Israel ayer de nuevo amenazado de muerte por el presidente iran¨ª Ahmadineyad. El terrorismo islamista, chi¨ª y sun¨ª, la incompetencia de Washington, la dejaci¨®n cobarde de los pa¨ªses ¨¢rabes y la culpable de Occidente, lograron crear un infierno en Irak, no ya para EE UU, sino para una poblaci¨®n iraqu¨ª que se jug¨® la vida para votar en elecciones y en un refer¨¦ndum sin precedentes en la regi¨®n. Eran muchos m¨¢s que los catalanes que se dignaron a ratificar un estatuto que amenaza principios de igualdad y enaltecen siniestros fetiches identitarios. Veremos c¨®mo buscan salidas republicanos y dem¨®cratas en Washington. Y sun¨ªes y chi¨ªes en Bagdad. Veremos c¨®mo se discute pronto en una Espa?a que ha redescubierto las esquelas y la memoria emponzo?ada, fortifica cuencas hidrol¨®gicas y bunkeriza archivos. En la que instituciones m¨¢ximas del Estado se agreden a diario, nadie se alarma si el presidente de la Generalitat ha de entrar en el Liceo por la puerta trasera, acosado cual militante de partido mal visto y se elogia a asesinos m¨²ltiples para denigrar a contrincantes parlamentarios. Envidia dan las instituciones de Washington. En paz y en guerra.
Y en Ankara, 100.000 turcos desped¨ªan a B¨¹lent Ecevit, el l¨ªder socialdem¨®crata fallecido a los 81 a?os. Un gigante. Cinco veces primer ministro, el ¨²nico gran estadista turco sin familia millonaria. El d¨ªa que ca¨ªa en coma a¨²n ped¨ªa a los turcos resistencia contra el islamismo que ve¨ªa avanzar, dec¨ªa, tras la sonrisa de Erdogan. El t¨¢ndem sonriente del turco y el leon¨¦s no debe ser casualidad. En la ¨²ltima entrevista, este gran estadista turco pidi¨® a sus compatriotas, como siempre, coraje y resistencia por la libertad y la dignidad, bienes supremos que excluyen la paz a toda costa. El presidente del Gobierno espa?ol deb¨ªa de saber qui¨¦n era porque no lo mencion¨®. No importa. No habr¨ªa acudido a un mitin como el de Estambul bajo el paraguas agradecido de Kofi Annan. Rodeado de representantes directos o indirectos de reg¨ªmenes totalitarios y con el responsable de la involuci¨®n democr¨¢tica turca, en el que Rodr¨ªguez Zapatero habl¨® de paz y paz y mucha paz, pero nunca de libertad. Esa paz la hay en Damasco, en Teher¨¢n y en Rabat. Y en Azkoitia. Pero esa paz la despreciaba Ecevit. Como Kreisky y Brandt. Por ser mentira.
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