Turbulencia en los Balcanes
Hay un famoso comentario de Winston Churchill a prop¨®sito de los Balcanes, pronunciado en Italia durante la II Guerra Mundial pero que hoy parece todav¨ªa de actualidad: "Los Balcanes son un espacio que engendra m¨¢s historia de la que puede consumir". El siglo XX empez¨® precisamente all¨ª, en el verano de 1914, tras el atentado de Sarajevo que desencaden¨® la I Guerra Mundial. Y el siglo termin¨® con el asedio de esa misma ciudad, durante 1.350 d¨ªas.
Al comenzar el siglo XXI y un nuevo milenio, la zona de los Balcanes sigue siendo la regi¨®n m¨¢s turbulenta del continente europeo. Un espacio, en gran parte bajo control internacional o vigilado por ej¨¦rcitos extranjeros, que, en ciertos aspectos y en algunas de sus zonas, parece un protectorado.
En Bosnia-Herzegovina, la parte m¨¢s da?ada y m¨¢s vulnerable de la antigua Yugoslavia, las elecciones a la presidencia del Estado celebradas recientemente han vuelto a producir la victoria de los representantes nacionalistas: el serbio Nebojsa Radmanovic y el bosnio musulm¨¢n Haris Silajdjic. Una excepci¨®n que ha sorprendido tanto a los observadores extranjeros como a los locales es la elecci¨®n de Zeljko Komsic, un croata odiado por los propios nacionalistas croatas de la Uni¨®n Democr¨¢tica Croata, cuyo ascenso ha contado con la ayuda de un sector de los bosnios musulmanes y quiz¨¢ incluso de algunos serbios.
El Estado de Bosnia-Herzegovina, tal como se defini¨® en los acuerdos de Dayton, con un fuerte componente de la Rep¨²blica Serbia que permanece m¨¢s cerca de Belgrado que de Sarajevo, no logra funcionar como una verdadera entidad estatal y de gobierno. Los demagogos que controlan esta "rep¨²blica en una rep¨²blica", el m¨¢s famoso de los cuales es Milorad Dodik, amenazan con escindirse de Bosnia e integrarse en Serbia. Eso podr¨ªa crear un nuevo foco de oposiciones y conflictos. Los representantes de las instituciones internacionales no consiguen convencer a esos pol¨ªticos provincianos para que dejen de poner obst¨¢culos a la unidad de Bosnia-Herzegovina.
Trastornada a¨²n por la separaci¨®n de Montenegro, la Rep¨²blica de Serbia celebr¨® recientemente un refer¨¦ndum para confirmar la nueva Constituci¨®n del pa¨ªs, con un texto que reivindica como "inalienable" la soberan¨ªa de Serbia sobre la provincia de Kosovo, de mayor¨ªa albanesa. Los nacionalistas se sintieron decepcionados por los resultados, porque s¨®lo acudi¨® a las urnas el 51,6% de los que ten¨ªan derecho a hacerlo. Y no les acompa?¨® ning¨²n alban¨¦s. El problema de Kosovo sigue abierto, m¨¢s a¨²n si se tiene en cuenta que la Resoluci¨®n 1.244 de la ONU ofrece una definici¨®n bastante ambigua de c¨®mo resolverlo, porque concede a la poblaci¨®n kosovar "una autonom¨ªa sustancial dentro de Serbia".
El Gobierno serbio de Kostunica, manifiestamente sostenido por los partidos ultranacionalistas, empezando por los seguidores del difunto Milosevic y los del duque Seselj -que aguarda su condena en el Tribunal de La Haya-, no va a ablandarse, evidentemente. Hasta el punto de que permite pensar que el futuro de Serbia no est¨¢ en manos seguras.
Croacia no acepta que la confundan con otros pa¨ªses balc¨¢nicos, aunque una parte importante de su territorio est¨¢ dentro de la pen¨ªnsula. Su esperanza de incorporarse a la Uni¨®n Europea junto con Bulgaria y Rumania est¨¢ desvaneci¨¦ndose, a pesar de que su econom¨ªa y su nivel de vida son superiores a los de esos dos Estados balc¨¢nicos. El primer ministro, Ivo Sanader, ha logrado deshacerse de varios miembros de la derecha ultranacionalista de su partido, la HDZ, pero eso no basta para resolver los numerosos problemas que existen: entre otros, los de los derechos humanos y la corrupci¨®n de los pol¨ªticos. El trazado de la frontera esloveno-croata, tanto mar¨ªtima como terrestre, es fuente de m¨¢s tensiones, que amenazan con envenenar las relaciones entre los dos pa¨ªses, tan pr¨®ximos hasta ayer. Los discursos del ministro esloveno de Asuntos Exteriores, Dimitrij Rupel, apodado "el Talleyrand esloveno", han decepcionado no s¨®lo a los nacionalistas de Croacia sino tambi¨¦n a los librepensadores, por pocos que sean.
En cambio, se ha producido una gran sorpresa en Montenegro: el art¨ªfice de la escisi¨®n de Serbia de este peque?o pa¨ªs, Milo Djukanovic, ha dejado voluntariamente -quiz¨¢ de forma provisional- la presidencia del Gobierno. Tal vez se ha visto empujado por las presiones extranjeras; es sospechoso de participar en actividades de tr¨¢fico ilegal y est¨¢ siendo investigado, sobre todo, en Italia. Precisamente estos d¨ªas, los montenegrinos que viven a¨²n en Serbia han pedido la condici¨®n de minor¨ªa nacional.
Macedonia vive sus propias crisis, obsesionada por el vertiginoso aumento de la poblaci¨®n de origen alban¨¦s, que representa ya m¨¢s del 35% de la poblaci¨®n total de la rep¨²blica. En estos momentos, los albaneses de la regi¨®n de Kosovo y los de Macedonia constituyen la naci¨®n con el mayor ¨ªndice de crecimiento demogr¨¢fico de Europa. Una parte de la poblaci¨®n macedonia empieza a dirigir la vista a Bulgaria, un pa¨ªs con el que tiene m¨¢s lazos ling¨¹¨ªsticos que con otros eslavos meridionales. Est¨¢n buscando el apoyo que necesitan para sobrevivir.
Cada una de estas situaciones tiene sus propias contradicciones y alternativas, que pueden poner en tela de juicio los precarios y dif¨ªciles equilibrios de la antigua Yugoslavia. Verdaderamente, parece que la regi¨®n de los Balcanes engendra m¨¢s historia de la que necesita, como dec¨ªa Churchill. ?Pero es todo esto Historia, con may¨²scula? ?O quiz¨¢ no es m¨¢s que una peque?a historia? Sea lo que sea, historia grande o peque?a, aut¨¦ntica historia o antihistoria, acontecimientos hist¨®ricos o la polvareda de esos acontecimientos, en cualquier caso, corre el riesgo de destruir los resultados obtenidos en el escenario balc¨¢nico. Puede da?ar a todos los pueblos de la zona, sus vecinos y la propia Europa. Una Europa de la que los Balcanes, muchas veces, ha sido el polvor¨ªn.
Predrag Matvejevic es escritor croata, profesor de Estudios Eslavos en la Universidad de Roma. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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