Tetu¨¢n-Irak, eje del 'martirio'

Mohamed Benmassaud abandona brevemente su puesto de venta de repuestos de autom¨®viles en el mercado de Al Gourna, en la antigua capital del protectorado espa?ol en Marruecos. Est¨¢ apesadumbrado y nervioso a la vez. Mira de reojo para comprobar si le ven hablar con unos extranjeros.

Cuando, por fin, adquiere la certeza de que no le observan balbucea algunas palabras mientras hace esfuerzos por contener las l¨¢grimas. "S¨ª, mi hijo Moncef desapareci¨® hace cinco meses", confirma. "No sabemos a ciencia cierta, pero creemos que ha muerto en Irak". "Me temo que nunca recuperaremos su cad¨¢ver", afirma antes de dar por concluida la charla.

Benmassaud tuvo la certeza de que, en contra de lo que cre¨ªa, su hijo no hab¨ªa emigrado a Espa?a cuando, el 27 de julio, ¨¦ste llam¨® a su familia para comunicarle que estaba en Siria junto con unos amigos. Las visitas posteriores a su domicilio de los servicios secretos marroqu¨ªes acabaron de convencerle de que Moncef hab¨ªa ido a Irak a hacer la yihad.

"Nunca recuperaremos su cad¨¢ver", asegura el padre de un joven que muri¨® en Irak

"Es un joven muy inteligente", asegura su padre, y nada le predestinaba a convertirse en m¨¢rtir. Estudiaba Ciencias Humanas en la Universidad de Tetu¨¢n y antes hab¨ªa conseguido plaza en la prestigiosa Escuela de Ingenieros de Mohamedia, pero renunci¨® a seguir esa carrera.

Algunas p¨¢ginas web y 1os DVD con pr¨¦dicas radicales y relatos de las haza?as de los muyahidin que se venden en los mercadillos marroqu¨ªes han hecho, sin embargo, mella entre los j¨®venes. Desde finales de la primavera, nueve chavales del barrio tetuan¨ª de Jamaa Mezuak se han esfumado y todo el arrabal cuchichea que se han largado a Irak.

La historia se repite, pero con otro destino geogr¨¢fico. Cuatro de los siete implicados en el 11-M que se suicidaron en Legan¨¦s, en abril de 2004, eran originarios de esa misma barriada de Tetu¨¢n, empezando por Jamal Ahmidan, apodado El Chino. Los aspirantes a m¨¢rtires en Irak y los que se inmolaron en la periferia de Madrid rezaban, casi todos, en la misma mezquita tetuan¨ª de Daawawa Tabligh.

Si Moncef no parec¨ªa el candidato tipo a inmolarse en Irak menos lo era a¨²n su compa?ero de viaje, Monem Amakchar. Estaba casado y ten¨ªa una hija. Por eso su padre repite incansable: "Jam¨¢s pens¨¦ que mi hijo pudiese marcharse a Irak a cometer una operaci¨®n suicida". "Es verdad que se dej¨® barba, pero para m¨ª era una mera manifestaci¨®n de su fervor religioso". "Nunca tendr¨¦ la certeza de que muri¨® porque nunca le podr¨¦ enterrar como Dios manda".

Mohamed Al¨ª s¨ª tiene, en cambio, la certidumbre de que su gran amigo Younes Achebaaq, de 25 a?os, ha fallecido. "Despu¨¦s de meses de ausencia me le volv¨ª a encontrar en el messenger", asegura, "pero no era ¨¦l, sino otro muyahidin al que hab¨ªa traspasado su clave de acceso". "Me dijo que Younes hab¨ªa muerto como un m¨¢rtir, que era muy valiente".

Mohamed Al¨ª, que regenta una verduler¨ªa en el mercado, tampoco quiere ser visto por polic¨ªas de paisano charlando con periodistas. Se introduce en el asiento trasero de un coche y, acurrucado, habla a borbotones de su amigo kamikaze, del que ense?a fotos a mansalva. "Empez¨® la carrera de geograf¨ªa, beb¨ªa y fumaba, pero despu¨¦s cambi¨®, le¨ªa el Cor¨¢n, asist¨ªa a charlas", rememora.

"Estaba muy entusiasmado con irse a la yihad y dec¨ªa que no necesitaba ayuda, que pod¨ªa reunir entre 50.000 y 100.000 d¨ªrhams [entre 4.500 y 9.000 euros] para sufragar el viaje", prosigue Mohamed Al¨ª. "Pero cuando lleg¨® la hora se fue en secreto, sin decir nada a su familia, ni siquiera a m¨ª que era su amigo", afirma decepcionado.

Familiares y amigos no saben con precisi¨®n qu¨¦ rutas siguieron los j¨®venes hasta llegar a Irak ni c¨®mo costearon el periplo. Deducen que la mayor¨ªa dio el salto a Turqu¨ªa -los marroqu¨ªes no necesitan visado para ese pa¨ªs- y de ah¨ª, a trav¨¦s del Kurdist¨¢n, entraron en Siria y cruzaron la frontera iraqu¨ª. Dos de ellos peregrinaron, en cambio, a La Meca en octubre, pero despu¨¦s se les perdi¨® el rastro.

Abu Hamza al Muhajir, el jefe de la rama iraqu¨ª de Al Qaeda, asegura, en una grabaci¨®n colocada en Internet el pasado fin de semana, que dispone de 12.000 combatientes que "han jurado morir en nombre de Al¨¢".