Gran asunto
?Es Jos¨¦ Montilla catal¨¢n o es andaluz? Es este el dilema que le est¨¢n planteando tirios y troyanos a quien ser¨¢, casi con seguridad, presidente de la Generalitat, dilema que oculta la ¨²nica respuesta que su misma formulaci¨®n encierra. Jos¨¦ Montilla sigue siendo un charnego, o un maqueto, un coreano, un coquero, que dir¨ªamos aqu¨ª, ya que s¨®lo a un charnego se le puede atosigar de esa forma. As¨ª pues, Jos¨¦ Montilla no es un catal¨¢n nacido en Andaluc¨ªa, como ¨¦l trata de darnos a entender en una entrevista en El Peri¨®dico, ni tampoco un "catal¨¢n de Izn¨¢jar", como se ha solido definir otras veces, sino un charnego. Esa es su identidad, de ah¨ª que sea in¨²til su empe?o de querer cuadrar lo imposible tratando de conciliar lugar de origen con lugar de residencia, ya que, seg¨²n donde coloque el acento, unos le reprochar¨¢n cobard¨ªa, o la traici¨®n de renegar de sus or¨ªgenes, y otros la osad¨ªa de querer ocupar un lugar que no le corresponde. Charnego y bien charnego por lo tanto, la grandeza de su elecci¨®n como presidente reside en que alguien de su condici¨®n pueda llegar a alcanzar la m¨¢s alta representaci¨®n de la sociedad catalana. Y que lo haga por primera vez, pues si bien es cierto que otros no catalanes de origen le hayan precedido en ese cargo, es igual de cierto que ninguno de ellos era charnego.
Podr¨ªa resultar previsible para cualquiera que los nacionalistas catalanes le fueran a cuestionar a Jos¨¦ Montilla su catalanidad. Lo sorprendente es que le est¨¦n planteando objeciones parecidas, aunque de sentido contrario, desde el no-nacionalismo, o el anti-nacionalismo, o como quiera que se le llame a la actitud de quienes se enfrentan al nacionalismo. Lo reprobable en Montilla desde esta perspectiva ser¨ªa su rechazo de sus or¨ªgenes andaluces y su adopci¨®n de una catalanidad impostada, adopci¨®n que supondr¨ªa una claudicaci¨®n ante el catalanismo pol¨ªtico. ?Debiera, por lo tanto, el futuro presidente de la Generalitat rechazar o silenciar su condici¨®n de catal¨¢n para proclamar bien claramente su identidad andaluza? No excluyo que pudiera ser ¨¦sta la pretensi¨®n de algunos de los que le censuran alg¨²n tipo de propensi¨®n catalanista, aunque prefiero pensar que la definici¨®n correcta que le exigen sus objetores no-nacionalistas es de otra naturaleza.
Lo que presumo que se le exige a Montilla que responda ante quienes le plantean el dilema de su identidad, y por lo tanto de su idoneidad para acceder al cargo al que opta, es lo siguiente: Soy un ciudadano espa?ol, nacido en Andaluc¨ªa y residente en Catalu?a, y como tal tengo pleno derecho a acceder a la presidencia de la Generalitat. La formulaci¨®n no ser¨ªa meramente ret¨®rica, sino la m¨¢s acorde a derecho, y la ¨²nica que zanjar¨ªa el dilema identitario del se?or Montilla sin hacerle caer en lo que, para sus objetores, ser¨ªa alg¨²n tipo de vicio pol¨ªtico. Es lo que sospecho que viene a decir -pues no lo formula expl¨ªcitamente- Arcadi Espada en un art¨ªculo reciente en el diario El Mundo. Seg¨²n Arcadi Espada, Jos¨¦ Montilla, al definirse como catal¨¢n nacido en Andaluc¨ªa o como "catal¨¢n de Izn¨¢jar", estar¨ªa haciendo profesi¨®n de fe catalanista y asumiendo los requisitos que el nacionalismo catal¨¢n impone como condici¨®n de la ciudadan¨ªa. Dice Espada: "Si se puede ser catal¨¢n de Izn¨¢jar, eso quiere decir que catal¨¢n es sin¨®nimo de catalanismo, que es lo que siempre se ha querido demostrar". Y nos explica el volat¨ªn con la siguiente sentencia, harto discutible: "porque desplaza la condici¨®n de catal¨¢n de lo administrativo a lo sentimental, es decir, a lo pol¨ªtico".
La sentencia es otro volat¨ªn con el que no puedo estar de acuerdo. Parte de la consideraci¨®n de que de Izn¨¢jar se es, y de que alguien con ese origen s¨®lo puede "sentirse" catal¨¢n, de ah¨ª el desplazamiento sentimental, desplazamiento que nada m¨¢s podr¨ªa operarse mediante una opci¨®n ideol¨®gica. Lo sentimental se identifica de esa forma con lo pol¨ªtico, frente a lo administrativo, cuando es justamente lo administrativo, la ciudadan¨ªa -nunca lo sentimental, tesis muy nacionalista-, lo que nos convierte en sujetos pol¨ªticos. Cuando alguien se define como "catal¨¢n de Izn¨¢jar" -o "argentino de Getxo", aunque haya nacido en Rosario-, lo sentimental puede estar en Izn¨¢jar y la ciudadan¨ªa, lo pol¨ªtico, en Catalu?a. Hacer hincapi¨¦ en esto ¨²ltimo cuando quien as¨ª lo hace es un charnego, puede suponer un empe?o loable por afirmar esa plena ciudadan¨ªa que, de una u otra forma, siempre se le habr¨ªa cuestionado. Nada m¨¢s. Ni nada menos.
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