Vuelo sin paraca¨ªdas
Hay fetiches de la imaginaci¨®n, originarios de las novelas de aventuras -como las islas desiertas, los faros, las locomotoras de vapor o los aeroplanos- que contienen un potencial fabulador altamente peligroso, al menos si el cometido no es una novela de g¨¦nero. A este precipicio parece haberse lanzado sin paraca¨ªdas la brit¨¢nica Clare Morrall (Exeter, 1952), muy elogiada por la cr¨ªtica por su primera novela, Los ni?os perdidos (2004), finalista del Premio Booker. Ca¨ªdo del cielo empieza en un faro y termina con un aeroplano; en medio, se las ingenia para a?adir a su enmara?ada trama un tren, en el que murieron 87 personas cuando choc¨® con un aeroplano, cuyo piloto sobrevivi¨® milagrosamente al accidente y se retir¨® a un faro. La vida es imprevisible.
CA?DO DEL CIELO
Clare Morrall
Traducci¨®n de In¨¦s Belaustegui
Roca Editorial
Barcelona, 2006
397 p¨¢ginas. 21 euros
Ca¨ªdo del cielo representa el cl¨¢sico caso del menos es m¨¢s, ya que la capacidad de creaci¨®n de personajes con hondura psicol¨®gica de Clare Morrall es tan portentosa que le basta y le sobra para colmar cualquier volumen de emociones palpitantes, de sue?os y frustraciones humanas, sin necesidad de echar mano a faros y aeroplanos. Los dos protagonistas, cuyas trayectorias se entrelazan paulatinamente en el sopesado alternar de cap¨ªtulos, resultan de lo m¨¢s cautivadores: solitarios, hoscos, obsesivos, encerrados en los intrincados laberintos de sus mentes. Peter Straker est¨¢ oyendo voces; es un hombre taciturno, trastornado, que vive desde hace veinticinco a?os en un faro, en la costa de Devon, con la ¨²nica compa?¨ªa de dos gatos siameses y de las voces de las 87 v¨ªctimas del accidente provocado por ¨¦l. Por otro lado, Imogen Doody va tirando como conserje de un colegio de mala muerte desde que, reci¨¦n casada, fue abandonada por su marido; acaba de heredar una casita destartalada en el pueblo cerca del faro.
Morrall proyecta dos existencias anuladas por una tremenda carga de culpa y dolor, sacando provecho del leitmotiv del rechazo y de los entuertos familiares hereditarios: "El duelo se extiende a las generaciones siguientes, rebosa y se escapa. Si se pierde a un padre, se ve afectada la manera de criar a los propios hijos, lo cual a su vez afecta la manera en que ¨¦stos cr¨ªan a los suyos. Har¨ªan falta varias generaciones hasta dejar anulado el da?o". A la mitad de la novela, sin embargo, se abandona la indagaci¨®n en la asombrosa vida interior de los personajes, y despega hacia la f¨¢bula pura; la narraci¨®n, entonces, como el espl¨¦ndido aeroplano, cae en picado hacia el final por sobrepeso de imaginaci¨®n.
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