Cr¨®nica de la vulnerabilidad
Richard Ford, Charles Frazier y Jonathan Franzen reaparecen con nuevas obras
Coincidiendo con el vuelco electoral norteamericano, Richard Ford acaba de publicar con gran fortuna cr¨ªtica The Lay of the Land, la ¨²ltima parte de la trilog¨ªa que inici¨® a mediados de los ochenta con El periodista deportivo, y cuya continuaci¨®n aparecida en los noventa, El D¨ªa de la Independencia (ambas en Anagrama), fue merecedora del Pulitzer de Novela y el PEN/Faulkner. Su protagonista y narrador, Frank Bascombe, es un hombre corriente que vive una vida corriente. Lo ¨²nico que no es corriente en ¨¦l es el relato que hace de esa vida sin ¨¦pica, la cr¨®nica subjetiva de su manera de estar en el mundo.
En cambio, la vida de Will Cooper es extraordinaria. Se trata del soldado de ficci¨®n que se hizo famoso en Cold Mountain (Plaza & Jan¨¦s), la novela de Charles Frazier, luego adaptada al cine. La ¨¦pica adolescencia de Cooper vista por ¨¦l mismo desde los 90 a?os da lugar a una novela reci¨¦n publicada, que es "m¨¢s larga y aburrida incluso que la primera de Frazier, pero que seguro ser¨¢ tambi¨¦n un gran best seller", dice el cr¨ªtico de The Washington Post, de Thirteen Moons (Trece lunas).
La nueva obra de Richard Ford, 'The Lay on the Land', ha sido objeto de elogios un¨¢nimes
Por su parte, Jonathan Franzen, el autor de una novela portentosa e irregular, Las correcciones (Seix Barral), ha sacado una colecci¨®n de cr¨®nicas y art¨ªculos, The Discomfort Zone, que ha sido recibida con notable frialdad.
Hace unos d¨ªas, Richard Ford y Sam Shepard hicieron una lectura p¨²blica de fragmentos de la novela del primero en Manhattan, y el libro est¨¢ siendo acogido como una obra magistral por una cr¨ªtica un¨¢nime, que ha vuelto a elogiar en Richard Ford que sea capaz de la proeza que consiste en elevar a la categor¨ªa de la grandeza humana al bueno de Bascombe, quien en realidad no es nadie, o que s¨®lo es alguien gracias a su extraordinaria "voz" narradora.
Estamos en oto?o de 2000 y Bascombe es un votante de Al Gore, pero intuye que las presidenciales las va a ganar George Bush junior. Pero no es esto lo que m¨¢s le afecta. Se ha divorciado por segunda vez, le empiezan a tratar en la vecina Cl¨ªnica Mayo su c¨¢ncer de pr¨®stata y, lo que es peor, se acerca el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias y, aunque detesta las fiestas, ha decidido organizar un almuerzo con su primera esposa y los dos hijos supervivientes de aquel matrimonio. De modo que, aunque en alg¨²n momento dice que, a sus cincuenta y tantos, ya ha entrado en la "fase permanente" de su vida, en realidad puebla su relato de circunstancias que env¨ªan constantes se?ales de alerta ominosa. Es como si, adelant¨¢ndose a lo que todos sus conciudadanos sentir¨¢n a partir del 11-S, estuviese haciendo la cr¨®nica de la vulnerabilidad. Un aspecto de la vida (el dolor, la derrota, la p¨¦rdida, la muerte) que no entraba en los esquemas de los norteamericanos, de los privilegiados ciudadanos de la potencia ¨²nica que deb¨ªa regir pl¨¢cidamente el fin de la historia.
En el cap¨ªtulo inicial de la novela, Bascombe recorre la zona comercial de la regi¨®n en donde vive y trabaja como agente de la propiedad inmobiliaria. Su visi¨®n, m¨¢s cari?osa que cr¨ªtica, se fija en la algarab¨ªa de tr¨¢fico rodado y en la org¨ªa de compradores alborotados que convierten las calles en un atasco y una fiesta. Faltan apenas dos d¨ªas para el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias y los shopping malls hacen sus ofertas por fin de temporada. Es el momento de disfrutar del ¨²ltimo placer que resta en esta fase de nuestra civilizaci¨®n: todos se han lanzado a comprar. "Me gusta notar que al menos el comercio sigue produciendo en m¨ª un inter¨¦s casi cient¨ªfico. El comercio, al fin y al cabo, es una de las bases esenciales de mi sistema de creencias", dice Bascombe.
Este regreso de Richard Ford ha coincidido en el tiempo con otra reaparici¨®n que no ha sido recibida con el mismo entusiasmo un¨¢nime, sino todo lo contrario. Charles Frazier, que alcanz¨® hace 10 a?os fama y ¨¦xito multimillonario con Cold Mountain, y que consigui¨® de nuevo muchos titulares y much¨ªsimo dinero (ocho millones de d¨®lares) cuando vendi¨® su nuevo "proyecto" de novela (apenas media docena de l¨ªneas), ha publicado un decenio m¨¢s tarde su segunda novela. Muchas cr¨ªticas publicadas son elogiosas, pero Frazier ha sido tachado de escritor regular y no muy buen narrador por los dos principales diarios de la Costa Este, The New York Times y The Washington Post. Frazier retoma al protagonista masculino de Cold Mountain, aquel soldado del ej¨¦rcito surista que tras la derrota militar regresa a su tierra, a su casa y a su amor, y cuenta su adolescencia. Los cr¨ªticos m¨¢s severos encuentran que Frazier salpica su prosa, a veces fulgurante, de frases mal construidas y m¨¢s exhibicionistas que elegantes. El rumor del milieu editorial neoyorquino dice que ahora se nota lo buena editora que es Elizabeth Smith (su descubridora, en Grove/Atlantic, la persona que revis¨® con Frazier su primera novela) y lo incapaz que ha demostrado ser Ann Godoff (ahora en Viking/Penguin), la persona que rob¨® Frazier a sus descubridores editoriales.
Tambi¨¦n en este oto?o ha vuelto a publicar Jonathan Franzen. Su nuevo libro (La zona menos confortable) re¨²ne una serie de art¨ªculos memorial¨ªsticos y cr¨®nicas de asuntos tan variados como la venta de la casa familiar tras el fallecimiento de los padres, o el sistema de correos norteamericano. No es ni siquiera un libro importante, aunque Franzen siempre tiene momentos extraordinarios, y ha producido una gran decepci¨®n en un escritor que hab¨ªa escrito la m¨¢s tragic¨®mica y brillante historia de la desestructuraci¨®n de una familia norteamericana de clase media.
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