"?Tener otro hijo? Depende de Israel"
El Ejecutivo hebreo rechaza la reunificaci¨®n familiar de m¨¢s de 72.000 palestinos en los territorios ocupados
"?Tener otro hijo? Depende de Israel". Rami Yazbak es un palestino nacido en Yen¨ªn en 1964 que estudi¨® cinco a?os en Alabama (Estados Unidos), y despu¨¦s en Granada y Londres antes de instalarse definitivamente en 1990 en Ramala, en la Cisjordania ocupada. O eso planeaba ¨¦l, que ser¨ªa para siempre. Porque ahora duda de si no es mejor abandonarlo todo. Desde mayo, el Gobierno israel¨ª proh¨ªbe volver a Ramala a su esposa, la valenciana Narim¨¢n Oman Alayan Rodr¨ªguez, de 30 a?os. Las autoridades hebreas no permiten la reunificaci¨®n familiar del matrimonio y su hija, Salma, tambi¨¦n espa?ola y a punto de cumplir tres a?os.
Narim¨¢n aguarda con la peque?a en Amm¨¢n (Jordania), con todos sus documentos en regla, pero sin esperanza. Son s¨®lo un ejemplo de las 72.000 familias palestinas a las que se impide vivir juntos. No en Israel, donde la reunificaci¨®n fue prohibida totalmente unos meses atr¨¢s, sino en los propios territorios ocupados. El Gobierno de Ehud Olmert ha endurecido el r¨¦gimen de concesi¨®n de permisos de estancia y residencia hasta cotas desconocidas, y eso que el list¨®n ya era alto.
Israel no permite a la esposa y la hija de Rami entrar en Cisjordania desde el pasado mayo
Nunca fue sencillo para Rami y Narim¨¢n. Desde que se casaron en enero de 2000, la mujer ten¨ªa que viajar a Amm¨¢n cada tres meses. As¨ª, a la vuelta a Ramala, a trav¨¦s del puente Allenby -que cruza el r¨ªo Jord¨¢n y es la ¨²nica salida al exterior de Cisjordania-, le sellaban el pasaporte por el plazo de un trimestre. El pasado 7 de mayo cruz¨® por ¨²ltima vez. Narim¨¢n hab¨ªa viajado a Jordania, donde reside su familia, una semana antes, y regresaba a su casa. Lleg¨® al control fronterizo y la retuvieron junto a Salma tres horas hasta que le devolvieron el pasaporte con el sello de "entrada denegada".
"No me cog¨ªa el tel¨¦fono y enseguida supe que algo pasaba. Mi esposa ense?¨® todos sus papeles. Nunca ha violado ni por un d¨ªa el visado de turista para permanecer en Cisjordania. Hasta entonces nunca hab¨ªa o¨ªdo de un caso similar. Durante tres d¨ªas pens¨¦ que se trataba de un simple error. Pero despu¨¦s comenc¨¦ a escuchar muchos casos similares", relata Rami en su vivienda de Ramala, llena de cer¨¢mica espa?ola y de fotograf¨ªas de su esposa e hija.
Casi el 20% de los palestinos cuenta con alg¨²n pariente en primer grado excluido del registro civil. La organizaci¨®n no gubernamental (ONG) pacifista israel¨ª Betselem ha cifrado en m¨¢s de 72.000 personas -40.000 de ellas con pasaportes extranjeros- y sus familias a los afectados por la arbitrariedad de los Gobiernos hebreos. Tras la erupci¨®n de la segunda Intifada, en septiembre de 2000, Israel comenz¨® a rechazar las peticiones de reunificaci¨®n familiar. Ya desde 1967, cuando el Ej¨¦rcito se apoder¨® de Cisjordania y Gaza, miles de palestinos quedaron al margen del censo que elabor¨® la Administraci¨®n ocupante. Muchos fueron deportados, a otros les pill¨® la guerra de los Seis D¨ªas en el extranjero, decenas de miles se convirtieron en refugiados, los ni?os nacidos de padres palestinos tambi¨¦n fueron excluidos y desde 2002 est¨¢ paralizado el registro de los menores entre 5 y 16 a?os. Si desean el retorno a su tierra, s¨®lo les queda el camino de la reunificaci¨®n familiar, concedida a cuentagotas y tras el calvario de costosos e interminables tr¨¢mites que se prolongan durante a?os. Ahora no es posible este camino, tampoco para los extranjeros casados con palestinos.
Rami ha removido Roma con Santiago. "Me present¨¦ en las oficinas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y me dijeron que nada pod¨ªan hacer. Fui a Beit El, donde se halla el cuartel general del Ej¨¦rcito y de las autoridades israel¨ªes en Cisjordania. Llevaba toda la documentaci¨®n. Narim¨¢n es espa?ola, mi hija tambi¨¦n. Todo est¨¢ en orden. Despu¨¦s de esperar muchas horas, me tiraron los papeles a la cara, me echaron y me dijeron que volviera en dos semanas", cuenta este licenciado en Inform¨¢tica mostrando un expediente de documentos que ha estudiado hasta el m¨ªnimo detalle.
Persever¨® en el laberinto burocr¨¢tico, aunque alberga la sensaci¨®n de que se trataba de una tomadura de pelo. "Acud¨ª a la Oficina de Inmigraci¨®n de Extranjeros israel¨ª y me enviaron a la Oficina de Coordinaci¨®n del Distrito" -una dependencia en la que se coordinan el Gobierno israel¨ª y la ANP-. "Pero estaba cerrada porque la cooperaci¨®n con la Autoridad Palestina estaba suspendida desde la llegada de Ham¨¢s al Gobierno. Era una trampa. Ya no puedo presentarme en m¨¢s oficinas".
Y recurri¨® al Consulado espa?ol en Jerusal¨¦n, que le envi¨® un mensaje escrito en el que asegura que las autoridades espa?olas est¨¢n al tanto de su problema. Nada m¨¢s. Rami tiene poca confianza en que el Ministerio de Exteriores espa?ol pueda lograr algo. "Es inaceptable. En Bruselas tambi¨¦n se est¨¢ tratando el asunto y, por extra?o que parezca, por hallarse Israel en medio, hay unanimidad", comenta un diplom¨¢tico europeo destinado en Tel Aviv.
Incluso Washington elev¨® una protesta formal ante el Gobierno israel¨ª porque a miles de estadounidenses de origen palestino se les veta la entrada en Cisjordania y Gaza. "?Est¨¢n trat¨¢ndonos como si fu¨¦ramos ¨¢rabes!", clam¨® indignado ante la discriminaci¨®n un alto funcionario de la Administraci¨®n de George W. Bush citado por la cadena CNN. "S¨¦ que algunos casos de norteamericanos se han resuelto", afirma Rami. Condoleezza Rice se interes¨® por varias personas. Son generalmente empresarios pudientes y bien conectados que invierten en Cisjordania. "S¨®lo hay un motivo por el que nos hacen esto, nuestro origen palestino", asevera Rami.
"Me siento totalmente impotente", comenta Narim¨¢n desde Amm¨¢n. "M¨¢s que nada", agrega, "por mi hija, que est¨¢ separada de su padre y comienza a darse cuenta de todo". Lo parad¨®jico es que con su pasaporte espa?ol, Narim¨¢n s¨ª podr¨ªa viajar a Tel Aviv. ?Qu¨¦ razones de seguridad pueden esgrimirse en supuestos como ¨¦ste? Decenas de miles de personas se encuentran en una situaci¨®n kafkiana. Indocumentados en su propia tierra porque sus permisos de visita han expirado y se niegan a abandonar Cisjordania, porque saben que podr¨¢n volver, o no. Un limbo jur¨ªdico que afecta en gran medida a t¨¦cnicos, empresarios, profesores y profesionales bien formados y que hace pensar a muchos en la emigraci¨®n. Porque los milicianos no se van a ir.
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