Hombre calvo, gordo y bajo busca mujer miope con gran apetito sexual
La sesuda revista brit¨¢nica 'London Review of Books' publica una selecci¨®n de mensajes de 'corazones solitarios', la m¨¢s le¨ªda de sus secciones
Sostiene la antrop¨®loga Kate Fox en su hilarante Watching the english (Hodder & Stoughton, 2004) que el formalismo y la altaner¨ªa de los ingleses no es m¨¢s que su herramienta para superar sus problemas de comunicaci¨®n. La curiosa secci¨®n de contactos de la London Review of Books (LRB) parece corroborar las tesis de Fox. La revista literaria acaba de publicar They call me Naughty Lola -Me llaman Lola la Traviesa-, una selecci¨®n de los anuncios aparecidos en los ocho a?os de existencia de esa secci¨®n, destinada a los corazones solitarios, que permite discernir algunos de los misterios del car¨¢cter ingl¨¦s. O al menos del car¨¢cter de los lectores que buscan alg¨²n compa?ero de viaje para surcar las procelosas aguas de la vida.
"Tu edad es inmaterial, tu aspecto es irrelevante, pero fuera bromas con tu saldo bancario"
"Hombre calvo, bajo, gordo y feo, 53, busca mujer corta de vista con enorme apetito sexual"
"Una vez encontr¨¦ aqu¨ª a mi pareja ideal, pero result¨® que era un anuncio que yo mismo envi¨¦ hace dos a?os"
Inspirada en la secci¨®n de contactos de la New York Review of Books, la versi¨®n londinense comparte el perfil de sus contribuyentes, educados intelectuales de clase media; pero, seg¨²n el autor de la selecci¨®n y responsable de publicidad de la LRB, David Rose, se diferencia en que los anunciantes no desperdician palabras con una detallada lista de sus atributos f¨ªsicos y los aspectos incre¨ªblemente positivos de su personalidad.
Bien al contrario, prefieren regodearse con sus defectos. "Hombre calvo, bajo, gordo y feo, 53, busca mujer corta de vista con enorme apetito sexual", reza un anuncio. "Hombre t¨ªmido y feo, sumido en largos periodos de autocompasi¨®n, mediana edad, flatulento y con sobrepeso, busca lo imposible", dice otro. "El amor es extra?o; espera a ver mis pies", anuncia una mujer de 34 a?os. "Mujer asm¨¢tica y con varices, 93 a?os, busca hombre menor de 30 con pulmones para empujarla hasta la oficina de correos en lo alto de la colina", dice otra.
Los anuncios de la LRB "no pretenden necesariamente decir nada en particular, son peque?as declaraciones sobre el absurdo, breves destellos que nos iluminan sobre la condici¨®n humana y sus sinsentidos", explica Rose. Hombres y mujeres participan casi por igual en la b¨²squeda de pareja y son mayor¨ªa los que se integran en una franja situada entre los 35 y los 55 a?os.
El poder de don Dinero
Los contribuyentes se saltan la convenci¨®n de que en estos anuncios hay que restar importancia al dinero y no ser muy preciso con la edad, sobre todo si se es mujer. "Tu edad es inmaterial, tu aspecto es irrelevante. Pero fuera bromas con tu saldo bancario", advierte una "mujer codiciosa, 28 a?os". "Todos se rieron de Crist¨®bal Col¨®n. Astr¨®nomo por cuenta propia (var¨®n, 47) puede probar que el mundo tiene la forma de un gran huevo. Todo lo que necesita es el amor de una mujer y 40.000 libras. Se admiten cheques". "Todo lo que necesito es el aire que respiro y amarte. Y un turismo cinco puertas (con aire acondicionado). Y un m¨ªnimo de 55.000 libras al a?o", pide una mujer de 37 a?os.
La iron¨ªa es uno de los componentes para atraer el inter¨¦s. La Lolita que da t¨ªtulo al libro es en realidad un m¨¦dico de 46 a?os. "Hace falta un hombre para lucir un vestido. Hay que ser un revolucionario para ponerse esos zapatos con esa blusa", dice otro comunicante. "Llevo ya 19 anuncios en la LRB, y sigo contando. S¨®lo he tenido una respuesta. Era mi madre para decirme que no me olvidara de comprar el pan al volver de la tienda de bricolaje", se lamenta un hombre de 51 a?os. Las madres aparecen en un 8% de los anuncios, calcula Rose. "Mi mujer ideal es un hombre. Lo siento, mam¨¢", confiesa un anunciante. "Quiero a mi mam¨¢. Hombre (37) con demasiados problemas como para entrar en detalles en esta columna busca psicoanalista/sastre/estibador", advierte otro.
La iron¨ªa, a menudo escabrosa, domina muchos de los anuncios. "Me pasar¨¦ el d¨ªa de San Valent¨ªn poniendo enemas a cabras estre?idas. No soy veterinario, pero me gusta el voluntariado", afirma un hombre de 31 a?os. "Para unos soy un mundo de tentaciones. Para otros s¨®lo soy otro farmac¨¦utico que se traviste", confiesa un hombre de 41. "Muchos son los llamados y pocos los elegidos", se lamenta un hombre que trabaja en ventas por tel¨¦fono. "Una vez encontr¨¦ mi pareja ideal en esta columna, pero result¨® que era un anuncio que yo mismo envi¨¦ hace dos a?os pero se olvidaron de publicar", confiesa un "hombre, 43 a?os, consecuente".
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