La mirada
El ser humano comparte con los felinos y los monos la visi¨®n estereosc¨®pica, que les permite ver la realidad en tres dimensiones y enfocar los objetos con gran precisi¨®n. La visi¨®n bipolar les sirve a los monos para calcular la distancia en el momento de saltar de rama en rama y a los predadores para dar un zarpazo medido a la presa, pero la posici¨®n frontal de los ojos tiene una desventaja: ni los monos ni los felinos ni los humanos pueden ver al enemigo cuando se acerca por la espalda. Esto no les sucede a los b¨²falos, ant¨ªlopes y otros rumiantes de la sabana, que tienen un ojo en cada lado de la cabeza cuyo campo de visi¨®n, si echan las orejas hacia atr¨¢s, abarcan toda la circunferencia, una cualidad que les permite avistar el peligro en cualquier direccion mientras pastan. La mirada de los pol¨ªticos puede incluirse tambi¨¦n en esta lecci¨®n de zoolog¨ªa. Las palabras no son nada frente al lenguaje de los ojos. El odio, el miedo o el desd¨¦n de los pol¨ªticos se manifiesta mejor en el brillo de sus pupilas que en la fuerza de sus discursos y soflamas. No s¨¦ nada de pol¨ªtica. Mi inter¨¦s acerca de lo que se habla en el Congreso o en los m¨ªtines es practicamente nulo; en cambio acostumbro a fijarme en la forma en que un l¨ªder mira al adversario o avizora cualquier amenaza. Mariano Rajoy tiene la mirada dispersa. Raramente enfoca a la persona que tiene delante. Cuando lanza una dura invectiva contra Zapatero sus ojos parecen estar m¨¢s pendientes de alg¨²n riesgo que puede sobrevenir por los lados. Dentro del bestiario pol¨ªtico, Rajoy se comporta como un rumiante de la sabana. Lo imagino pastando su puro con las orejas muy hacia atr¨¢s consciente de que en la espalda est¨¢ Aznar, un felino dispuesto a echarle la garra encima en cuanto lo vea cojear. Gracias al odio o desd¨¦n natural de sus ojos, Aznar ve siempre al adversario como un enemigo, una propiedad que ha trasmitido a los suyos. Dudo que Rajoy sea un verdadero l¨ªder porque aun en medio de los insultos siempre expresa una duda inconcreta y cierta bonhom¨ªa en la mirada. Por otra parte Rodr¨ªguez Zapatero conserva todav¨ªa los ojos limpios, aunque cada d¨ªa m¨¢s duros, que enfoca a unos cuatro metros en un punto bajo, proyectados por el ¨¢ngulo luceferino de sus cejas. No mira a los lados ni piensa en que puedan atacarle por la espalda. Zapatero sabe que el adversario est¨¢ enfrente, pero ignoro si su visi¨®n bipolar le sirve para calcular bien la distancia a la hora de lanzarse al vac¨ªo o dar el zarpazo. Cada pol¨ªtico tiene la mirada que se merece.
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