El ¨²ltimo servicio
Se han cumplido ayer 31 a?os de la muerte de Franco, con las conmemoraciones de capa ca¨ªda y las estatuas ecuestres del Caudillo en abierta retirada. Se anuncia una ley que iba a llamarse de la memoria hist¨®rica y cunden las esquelas conmemorativas, que han encontrado su lugar natural. Las de los asesinados por las hordas rojas han tenido su nicho preferente en las p¨¢ginas del diario El Mundo, ofreciendo una significativa migraci¨®n desde el Abc, donde se hubieran publicado hace s¨®lo un a?o. Las de los asesinados por las hordas franquistas han podido leerse en la secci¨®n de necrol¨®gicas de otros peri¨®dicos como EL PA?S. Mientras tanto, se activa la excavaci¨®n de las cunetas donde yacen aquellos que fueron considerados antagonistas de los ca¨ªdos por Dios y por Espa?a, que tan presentes tuvimos en las l¨¢pidas de honor colocadas en las fachadas de los templos parroquiales.
A los m¨¢s veteranos que todav¨ªa siguen entre nosotros se les interroga sobre aquellos momentos finales. Queda claro que ni el peor enemigo de Franco hubiera imaginado una agon¨ªa m¨¢s prolongada y m¨¢s cruel que la proporcionada a su suegro por el marqu¨¦s de Villaverde al frente del equipo m¨¦dico habitual. Ni siquiera Neruda en su poema El general Franco en los infiernos pudo describir un suplicio semejante. Pero aquella carnicer¨ªa estaba lejos de ser gratuita. Ten¨ªa una finalidad que fue imposible de cumplir. Se trataba de alargar la vida de Franco hasta el d¨ªa 26 de noviembre, fecha en la que caducaba el mandato de Alejandro Rodr¨ªguez de Valc¨¢rcel como presidente de las Cortes y del Consejo del Reino. Quer¨ªan que prestase as¨ª el ¨²ltimo servicio. Porque se daba por descontado que Valc¨¢rcel, bajo la sombra residual del General¨ªsimo, hibernado y cableado, hubiera alcanzado la renovaci¨®n de su puesto por otros cuatro a?os. De esta forma, la familia o, mejor, las familias del r¨¦gimen pensaban que podr¨ªan controlar por completo la situaci¨®n. No pudo ser. La hija, Carmen, tuvo un rasgo de piedad filial y atendi¨® al ruego que su padre apenas balbuc¨ªa para que le dejaran morir.
En el frontispicio de sus memorias, Winston Churchill hizo figurar esta moraleja: "En la derrota, altivez; en la guerra, resoluci¨®n; en la victoria, magnanimidad; en la paz, buena voluntad". Pero la victoria del 1 de abril de 1939 dio paso al ejercicio de la crueldad ilimitada, de la represi¨®n sangrienta, de la aniquilaci¨®n del enemigo vencido. Arturo Soria y Espinosa repet¨ªa que Franco gobernaba con el prestigio del terror. Y el terror para que no caducara deb¨ªa ser de vez en cuando renovado. Por eso la ejecuci¨®n de Juli¨¢n Grimau y a?os m¨¢s tarde las de Salvador Puig Antich y Heinz Chez. Por eso, tambi¨¦n, "el ¨²ltimo servicio" de los cinco fusilamientos del 27 de septiembre de 1975, apenas dos meses antes de su propia muerte en la cl¨ªnica de la Paz. Ahora que algunos presentan a Franco como el minucioso estratega que nos preparaba para el advenimiento de la democracia hay que recordar ese ¨²ltimo legado sangriento al parecer destinado a llevarnos por los caminos de la concordia y la reconciliaci¨®n, sin que nosotros supi¨¦ramos apreciar el bien que se nos hac¨ªa.
Muchos a?os despu¨¦s impresiona la pel¨ªcula Salvador, que acaba de estrenarse. Nada de exaltaciones ni de propagandas. Ning¨²n retrato heroico. Pero s¨ª la narraci¨®n de la facilidad con la que algunos j¨®venes pasaron del recalentamiento mental al empleo de las armas de fuego. Y, una vez familiarizados con el uso de las pistolas, la euforia y la autonom¨ªa que la p¨®lvora produce en quienes han optado por disparar. Una pel¨ªcula muy valiosa para entender otros procesos en paralelo como el del terrorismo etarra, que ahora se trata de desenraizar. Conmueve seguir paso a paso la inutilidad de las solicitudes de clemencia, la noche en capilla y la maquinaria de la ejecuci¨®n mediante el procedimiento del "garrote" con la entrega final del cad¨¢ver a la familia. El mismo itinerario cumplido la madrugada de aquel 27 de septiembre hasta el pol¨ªgono de tiro de Hoyo de Manzanares. Franco presid¨ªa el Consejo de Ministros que hab¨ªa dado el enterado. Luego fue aclamado por ¨²ltima vez el 1 de octubre en la Plaza de Oriente. La paz s¨®lo lleg¨®, despu¨¦s, con la Constituci¨®n de 1978. Fue el resultado de la concordia y la reconciliaci¨®n. Que dure.
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