Lumbreras
No s¨¦ en qu¨¦ terminar¨¢ el juicio contra los m¨¦dicos de urgencias del Severo Ochoa, pero, sea cual sea la sentencia, el mal ya est¨¢ hecho. Porque a ver qu¨¦ facultativo va a molestarse ahora en intentar paliar el sufrimiento de los enfermos terminales, sabiendo que su esfuerzo puede suponerle un calvario semejante al que est¨¢n pasando los m¨¦dicos del Severo Ochoa.
Nuestra sociedad tiene la asignatura pendiente de la buena muerte. Y ni siquiera estoy hablando de la eutanasia (que sin duda acabar¨¢ regul¨¢ndose alg¨²n d¨ªa), sino de las sedaciones terminales, que, aunque l¨ªcitas, se mueven en una inc¨®moda frontera, siempre amenazada por los intolerantes. Y esa intolerancia suele tener ra¨ªces religiosas. Como es obvio, el hecho de ser creyente no te convierte ni much¨ªsimo menos en un reaccionario. Pero muchos de los prejuicios m¨¢s retr¨®grados provienen de un petrificado substrato de creencias. Hace poco se origin¨® un esc¨¢ndalo en Estados Unidos porque el actor Michael Fox, enfermo de Parkinson, hizo un anuncio apoyando la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre. La derecha cristiana atac¨® a Fox, alegando que fing¨ªa sus espasm¨®dicos movimientos. Una acusaci¨®n extraordinariamente idiota, porque la enfermedad de Parkinson es de verdad as¨ª. De manera que negar la evidencia es como negar que la Tierra gira alrededor del Sol. Cosa que, por cierto, tambi¨¦n rechaz¨® la Iglesia oficial en su momento.
Ver¨¢n, a m¨ª me parece que la vida es dura y azarosa. Y que las religiones pueden ofrecer sentido y consuelo a los asustados y los dolientes. Hasta ah¨ª, todo perfecto. Pero lo malo es ese empe?o que tienen las iglesias en meterse en camisa de once varas. Sobre todo, en el terreno de la ciencia. ?Por qu¨¦ fastidian tanto con los cuidados paliativos? ?Acaso porque creen que la muerte es su negociado y pueden perder clientes? ?Y esa man¨ªa con las c¨¦lulas madre? Por favor, pero si en ciencia son calamitosos... Hace tres a?os, por ejemplo, el cardenal Trujillo, portavoz del Vaticano y presidente del Consejo Pontificio para la Familia (o sea, un pez gordo), declar¨® que los condones no proteg¨ªan del sida porque estaban llenos de agujeritos por donde pasaba el virus. Lo incre¨ªble es que la sociedad civil se deje influir por semejantes lumbreras.
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