Las consecuencias

Si ha sido ETA, tendr¨¢ consecuencias, dijo Zapatero tras el robo de armas en Francia, hace un mes. Ahora ya tenemos la confirmaci¨®n de las autoridades francesas, que adem¨¢s inscriben el robo en una cadena de actividades propia de una organizaci¨®n terrorista que, lejos de prepararse para la retirada, trata de reorganizarse para volver.

El Gobierno no puede arriesgarse a dar sin m¨¢s por cerrado un proceso que, tras tres a?os y medio sin muertos, ha creado condiciones objetivas muy favorables para una salida dialogada; la principal de esas condiciones es la convicci¨®n compartida por todo el nacionalismo vasco, incluyendo el electorado de Batasuna, de que la llamada lucha armada es cosa del pasado. Pero tampoco puede, en nombre de esa oportunidad, ignorar o minimizar lo ocurrido, porque ello ser¨ªa inmediatamente interpretado por ETA como que, haga lo que haga, mientras no mate, el Gobierno seguir¨¢ adelante. Estos tres a?os y medio, aunque producto en parte del azar, son tambi¨¦n una ocasi¨®n dif¨ªcilmente repetible para la ilegalizada Batasuna, e incluso una oportunidad para la retirada honrosa (a sus propios ojos) de ETA. Algo ha debido de pasar dentro de ETA, o entre ETA y Batasuna, para que se produzca esta marcha atr¨¢s respecto a lo que se daba por establecido: que la banda tal vez redoblar¨ªa las apelaciones ret¨®ricas, pero que buscaba una salida viable.

En el ¨²ltimo Zutabe, el bolet¨ªn de la banda, se alude al incumplimiento de compromisos previos al alto el fuego, que identifica con el sobreseimiento de los procesos abiertos y la legalizaci¨®n de hecho de Batasuna, por un lado; y con el compromiso, por otro, de un acuerdo pol¨ªtico que incluyera la autodeterminaci¨®n y Navarra. Sobre lo primero, es cierto que resulta arduo compaginar la prohibici¨®n de actividades de Batasuna con la tolerancia m¨ªnima necesaria para que sea un interlocutor leal. Pero esa tolerancia ya exist¨ªa hace meses, y no habr¨ªa sido dif¨ªcil prolongarla si ETA hubiera dado alg¨²n indicio de que estaba dispuesta a retirarse definitivamente, y Batasuna, de estar dispuesta a acatar la legalidad.

Pero lo que hubo fueron pruebas de lo contrario: exigencias (como la derogaci¨®n de la Ley de Partidos o la aceptaci¨®n del cuestionamiento del marco constitucional) que ning¨²n Gobierno democr¨¢tico podr¨ªa aceptar. ETA no s¨®lo no declar¨® irreversible el alto el fuego, sino que anunci¨® que seguir¨ªa en la lucha armada hasta alcanzar la independencia. ?se es el marco de provocaciones crecientes en que se ha producido la confirmaci¨®n francesa de que el robo de armas fue obra de ETA, y no de un sector disidente, sino de un grupo expresamente creado por la direcci¨®n para estas actuaciones aparentemente destinadas a preparar el regreso.

El Gobierno no puede descartar esa posibilidad, y tiene que prepararse ya para hacerle frente. En el terreno policial y judicial sobre todo, incluyendo el reforzamiento de los lazos con las autoridades francesas, cuya forma de comunicar la autor¨ªa del robo parece revelar una cierta falta de sinton¨ªa que debe corregirse. Y tambi¨¦n en el terreno pol¨ªtico, restableciendo sin m¨¢s demora la comunicaci¨®n directa de Zapatero con Rajoy, sin descartar la vuelta al Pacto Antiterrorista como mensaje de firmeza dirigido tanto a la banda como a una opini¨®n p¨²blica hoy por hoy muy desconcertada.