Feminizaci¨®n del sida
Que la infecci¨®n por el virus del sida haya aumentado en el mundo un 10% en los dos ¨²ltimos a?os indica que la lucha contra la enfermedad no progresa como debiera. El informe de Onusida indica que las medidas que se aplican en distintas partes del mundo est¨¢n lejos de ser un dique eficaz contra su expansi¨®n. Los cuatro millones nuevos de infectados cada a?o suponen el fracaso en las pol¨ªticas de prevenci¨®n, pues la mayor parte de ellos podr¨ªan evitarse con medidas que en otros pa¨ªses ya se han revelado eficaces. Lo cual significa que hay Gobiernos que est¨¢n cometiendo los mismos errores que otros pagaron ya muy caro.
Por ejemplo: es muy preocupante que en los pa¨ªses de Europa oriental y Asia central, 7 de cada 10 nuevos casos son consumidores de drogas que se contagian al compartir jeringas. Est¨¢ plenamente demostrado que una pol¨ªtica de contenci¨®n del riesgo, como los programas de metadona y el intercambio de jeringas, no s¨®lo beneficia a este desafortunado colectivo, sino que evita que el sida se expanda en la poblaci¨®n general a trav¨¦s de las relaciones sexuales. Los responsables sanitarios de estos pa¨ªses deber¨ªan estudiar el caso de Espa?a, que pag¨® muy caro el retraso en la aplicaci¨®n de este tipo de medidas.
Otro dato muy relevante es la progresiva feminizaci¨®n de la epidemia. De los 40 millones de infectados que hay en el mundo, 17,7 son mujeres. De hecho, en el ?frica subsahariana, donde se concentran 6 de cada 10 casos, las infectadas son ya m¨¢s numerosas que los hombres (54%). Lo cual marca una tendencia que ir¨¢ progresando en otros lugares conforme la epidemia vaya desbordando los grupos iniciales de riesgo y se convierta en una enfermedad m¨¢s de transmisi¨®n sexual.
Ante estas cifras tan preocupantes, cabe preguntarse en qu¨¦ fase estamos. Tras un primer momento de alarma e impotencia, los avances en los tratamientos dieron paso a una etapa de optimismo. Los progresos terap¨¦uticos permitieron contener la epidemia en los pa¨ªses ricos, pero no a escala global, lo que llev¨® a finales de los noventa a una fase de realismo en la que se volvi¨® a hacer ¨¦nfasis en la necesidad de reforzar las medidas de prevenci¨®n. Ser¨ªa muy lamentable que nos instal¨¢ramos en una actitud de resignaci¨®n encubierta, porque eso significar¨ªa una condena a muerte para millones de personas, cuando hay tantas cosas que se pueden hacer: repartir tratamientos, por supuesto, pero tambi¨¦n prevenir.
Benedicto XVI ha encargado un informe sobre el uso del preservativo para la contenci¨®n del sida. Si el informe es riguroso desde el punto de vista cient¨ªfico, ver¨¢ que es eficaz. Si el Papa fuera capaz de mirar a los enfermos del sida m¨¢s con piedad cristiana que con el rigor de la moral, sin duda levantar¨ªa el veto cat¨®lico al principal instrumento de prevenci¨®n.
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