Un mundo entre las cejas
La magia y la energ¨¦tica muestran que el cerebro invierte m¨¢s en predecir que en percibir
Todo el mundo ha fingido alguna vez que tira un palo para que el perro salga corriendo a lo tonto: pues tambi¨¦n funciona con personas. Un mago lanza una bola al aire una vez, dos, tres... ?Eh? ?Y la bola?
Seg¨²n acaban de publicar en Current Biology Gustav Kuhn y Michael Land, el 68% de los sujetos que presenciaban el n¨²mero vieron c¨®mo la bola sal¨ªa la tercera vez de la mano del mago, sub¨ªa sobre su cabeza y... se esfumaba en el aire. Dijeron no haberla perdido de vista ni un momento hasta su desaparici¨®n.
Un buen mago no es el que lleva un as en la manga, sino el que lo lleva para despistar. En la tercera tirada, la bola no sale de la mano del mago (¨¦se es el as), pero si el truco funciona es porque la mirada del p¨²blico no sigue a la bola, ni en ¨¦sta ni en las dos tiradas anteriores: est¨¢ fija en los ojos del mago, y s¨®lo por la trayectoria de ¨¦stos calcula d¨®nde debe estar aqu¨¦lla. La bola ya ha alcanzado su c¨¦nit cuando los ojos la miran de verdad.
El proceso es tan autom¨¢tico que los espectadores han visto salir la bola de la mano, y la han visto subir sobre su cabeza. Si los ojos no la ven en el c¨¦nit... es que se ha esfumado en el aire.
Los neurocient¨ªficos est¨¢n muy interesados en las ilusiones ¨®pticas, como el cubo de Necker o la joven y la vieja de Dal¨ª. Basta mirar estos dibujos un buen rato para que la consciencia experimente flips entre sus dos interpretaciones posibles. Christof Koch, de Caltech, espera que esos flips delaten los "los sustratos neuronales de la consciencia".
Los flips y la bola esfumada son percepciones visuales independientes de los sentidos, y dos trabajos que publica hoy Science muestran que toda percepci¨®n lo es en buena medida.
Christopher Summerfield y sus colegas de la Universidad de Columbia, en Nueva York, han analizado el cerebro de sus voluntarios (por resonancia magn¨¦tica funcional, fMRI) mientras decid¨ªan a toda prisa si hab¨ªa una cara, o una casa, en un chorro de diapositivas. El resultado es que los l¨®bulos frontales, donde se toman las decisiones, no se quedan esperando a los datos.
La simple aparici¨®n de la diapositiva activa las ¨¢reas frontales en cierta pauta si el sujeto busca una cara, y en otra si busca una casa. Y esas pautas viajan hacia atr¨¢s, de la frente hacia las ¨¢reas visuales del c¨®rtex relacionadas con el reconocimiento facial. Summerfield cree haber capturado la primera imagen de una "predicci¨®n codificada" viajando hacia atr¨¢s para medirse con la informaci¨®n sensorial.
Las t¨¦cnicas de imagen como la fMRI, que detectan la activaci¨®n de un ¨¢rea cerebral por su incremento de consumo energ¨¦tico, tienen que emplear m¨¦todos sofisticados para distinguir la se?al del ruido, y la raz¨®n es que la se?al -las luces encendidas en el cerebro por los est¨ªmulos de los experimentadores- s¨®lo incrementan el gasto de energ¨ªa en un magro 0,5%.
El resto -casi todo- es la "energ¨ªa oscura del cerebro", como la denomina hoy en Science Marcus Raichle, de la Universidad de Washington en Saint Louis. La evidencia apunta, seg¨²n Raichle, a que esa energ¨ªa oscura se invierte en "una actividad intr¨ªnseca de mantenimiento de informaci¨®n para interpretar y predecir las demandas del entorno". Y desde luego no es ruido, sino una actividad muy estructurada, que ocurre en las mismas ¨¢reas, y con el mismo tipo de pautas, que la estimulada por el exterior.
Raichle cita una de las teor¨ªas de moda en el sector: que el cerebro es un encuestador bayesiano. Los encuestadores normales funcionan tomando muchos datos. Los bayesianos formulan unas hip¨®tesis tan buenas que luego les basta con tomar un dato para comprobarlas o para decir: la bola se ha esfumado en el aire. Funcionan bien mientras no aparezca un mago.
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