De espaldas al mundo
Investigaci¨®n en Francia sobre una secta que no escolariza a los ni?os
No se cortan el pelo, lo llevan recogido en largas colas de caballo. Los adeptos de la secta Thabitha's Place, creada en 1979 en el Estado norteamericano de Vermont, tienen como objetivo vivir como los primeros cristianos. Cultivan sus propios alimentos, se levantan al alba, no beben, no fuman, no ven la televisi¨®n ni escuchan la radio y no leen otra cosa que no sea la Biblia. Tampoco mandan a sus hijos a la escuela, sino que los educan ellos mismos, ajenos al mundo que les rodea y les aplican castigos corporales. Rechazan los adelantos m¨¦dicos; no vacunan a sus hijos. En 2001 dos de sus miembros fueron condenados a 12 a?os de prisi¨®n por la muerte de Raphael, un ni?o que sufr¨ªa una cardiopat¨ªa cong¨¦nita y a quien sus padres negaron la medicina moderna.
"Los chicos no son capaces de explicar el sentido de lo que leen", se?ala un diputado
Una de sus comunidades lleva 23 a?os instalada en un caser¨ªo de la peque?a localidad francesa de Sus-Navarrenx, en pleno Camino de Santiago, en el Bearn, y el pasado martes fue objeto de una visita sorpresa por parte de cuatro diputados que forman parte de una comisi¨®n parlamentaria que investiga la situaci¨®n de los menores en el universo de las sectas.
En Francia hay 60.000 menores que, en distintos grados, viven, se educan y crecen bajo la influencia de sectas, seg¨²n la Oficina Interministerial de Lucha contra los Desv¨ªos Sectarios. De ellos, unos 600 son v¨ªctimas potenciales de "graves maltratos psicol¨®gicos, f¨ªsicos e incluso sexuales", seg¨²n esta comisi¨®n parlamentaria. En Sus, los diputados encontraron a unos 50 menores que viven, en palabras del secretario de la comisi¨®n, Jean-Pierre Brard, "completamente separados del mundo". Descubrieron tambi¨¦n que 18, con edades comprendidas entre los 6 y los 16 a?os, no estaban escolarizados. Sus padres se acogen a un derecho constitucional franc¨¦s que permite educar a los hijos en casa con tal de que, al menos formalmente, se siga el programa escolar p¨²blico.
El presidente de la comisi¨®n, Georges Fenech, explicaba a Le Parisien que tuvo la sensaci¨®n de encontrarse con "18 Natascha Kampusch", en referencia a la joven austriaca secuestrada cuando era ni?a y que recientemente pudo huir del zulo donde estuvo retenida durante ocho a?os. Seg¨²n los diputados que visitaron la comunidad de Sus, los ni?os saben leer, "pero no son capaces de explicar el sentido de lo que leen" e ignoran todo lo relativo al mundo contempor¨¢neo. Por supuesto no saben lo que es Internet, pero tampoco la televisi¨®n ni el cine, y s¨®lo salen de su ¨¢mbito familiar cuando acompa?an a sus padres a los mercados para vender lo que cultivan. Seg¨²n Fenech, los chavales ni siquiera sab¨ªan qui¨¦n es Zidane.
Sin embargo, la gran mansi¨®n que ocupan los miembros de Tabitha's Place en Sus-Navarrenx est¨¢ justo enfrente del ayuntamiento y sus puertas est¨¢n siempre abiertas. Los "jefes de la tribu de Abraham", como les gusta definirse a los hombres que dirigen esta comunidad de estructura patriarcal, niegan que vivan de espaldas al mundo, insisten en que practican la hospitalidad y que todo el mundo es bienvenido a su casa y obsequiado con un trozo de pastel y mate.
"Educamos a nuestros hijos en el buen camino y en la justicia, seg¨²n el libro del G¨¦nesis", explicaba Husha? Lesueur, un antiguo suboficial del ej¨¦rcito que ejerce de portavoz de la comunidad. "No tenemos ninguna necesidad de delegar nuestra autoridad paterna a gente que no comparte nuestras convicciones espirituales y educativas". Consecuentemente, censuran los libros escolares. Ni una referencia a la teor¨ªa de la evoluci¨®n o a cualquier otro conocimiento que pueda contradecir las escrituras. La secta se financia vendiendo en los mercados sus productos biol¨®gicos: miel, legumbres y aves. En ning¨²n caso cerdo. Pero sus ingresos m¨¢s importantes provienen de un taller de fabricaci¨®n de muebles de jard¨ªn de lujo, con precios de entre 2.000 y 3.000 euros la pieza. Y no figuran como trabajadores, sino como voluntarios, por lo que no cotizan a la seguridad social.
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