La canci¨®n m¨¢s hermosa del mundo
A los quince los cuerdos de atar me cortaron las alas,
a los veinte, sin mili ni altar, naufragu¨¦ por las malas,
Edimburgo no era Mary Quant, Portobello era un ghetto,
tricolor boina de libertad para un hippie paleto.
Un okupa tan desocupado en corral tan ajeno,
debutando en los juegos de azar del amor al veneno,
nunca supe afinar la guitarra que duerme conmigo,
la hormiguita expir¨®, la cigarra sabr¨¢ lo que digo.
Georges Brassens me regal¨® una puta, Dylan un sombrero,
Paco Ib¨¢?ez una hoja de ruta, Chavela un te quiero,
luego Krahe, Silvio, Pablo, Aute, Louis Armstrong, Chico, Violeta,
me dijeron cantar con el co?o es abrir la bragueta.
Yo ven¨ªa de o¨ªr a Quintero, Le¨®n y Quiroga,
Atahualpa, Chabuca, Disc¨¦polo, el Nano sin toga,
una pierna en el rock y la otra en mi Bola de Nieve,
Jos¨¦ Alfredo me dio su raz¨®n demag¨®gica y breve.
El ingl¨¦s me pill¨® a contrapie (pero Lou Reed y Cohen)
la Mandr¨¢gora me rescat¨® del borr¨®n del PSOE,
luego quise lavar sin Col¨®n mi son ultramarino,
el hip hop de ma?ana dir¨¢ lo que diga el destino.
Al final todos tienen derecho al swing y al pataleo,
a Mach¨ªn, a Manolo el del bombo, a Bisbal, al perreo,
juglar¨ªa, mester contumaz de cantor vagabundo,
yo quer¨ªa escribir la canci¨®n m¨¢s hermosa del mundo.
Puerto Rico, noviembre 2006 Texto escrito para Babelia, en su n¨²mero sobre la canci¨®n de autor en Espa?a.
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