Palabras para una m¨²sica
La canci¨®n de autor espa?ola nace en Par¨ªs en 1956, entre el exilio y la inmigraci¨®n, cuando Paco Ib¨¢?ez pone m¨²sica y voz a una letrilla de G¨®ngora, La m¨¢s bella ni?a, bajo la influencia del que ser¨ªa luego su amigo y maestro Georges Brassens. Esta fecha fundacional la suscribe Fernando Gonz¨¢lez Lucini en el pre¨¢mbulo de su documentada obra de reciente publicaci¨®n ...Y la palabra se hizo m¨²sica, que recorre al detalle 50 a?os de canci¨®n de autor en Espa?a. El periodo embrionario de la nueva canci¨®n se sit¨²a entre 1956 y 1959, cuando Raimon compone su emblem¨¢tica y metaf¨ªsica, Al vent, tras un inspirador viaje en moto entre su X¨¤tiva natal y Valencia. La censura franquista y la frontera de los Pirineos, que nos separan de Francia, como rezaba la cantinela escolar de aquellos a?os, impiden la difusi¨®n de las canciones de Paco fuera de los circuitos internos de la intelectualidad y la clandestinidad, mientras que la nova can?¨® catalana, apoyada por una industria cultural propia y centrada en la defensa de la lengua, consigue traspasar las fronteras interiores y preauton¨®micas y transforma en inesperado acicate el presunto inconveniente de la diferencia ling¨¹¨ªstica. La can?¨® servir¨¢ como punto de referencia a nuevos cantores vascos y gallegos apadrinados muchas veces por la discogr¨¢fica catalana Edigsa.
Hay una l¨ªnea divisoria, imperceptible, que separa el folk comercial de los genuinos representantes de la "protesta" cantada
A la muerte de Franco, el cantautor se identifica con una forma de hacer en la que la letra prevalece sobre la m¨²sica
En la movida, la canci¨®n de autor sobrevive reducida otra vez a peque?os escenarios urbanos donde no caben los instrumentos electr¨®nicos ni muchos decibelios
La novedad y la vitalidad de la
nueva canci¨®n suscitar¨¢, a finales de los a?os sesenta, el inter¨¦s de las compa?¨ªas discogr¨¢ficas nacionales que siempre hab¨ªan desconfiado de lo que despectivamente llamaban "canci¨®n protesta", acertando casi siempre, porque la mayor parte de los cantantes-autores (el ap¨®cope cantautor a¨²n no ha sido acu?ado) se vinculan en lo personal y en lo art¨ªstico con la izquierda antifranquista.
El retorno de Paco Ib¨¢?ez en 1968 y el ¨¦xito impredecible de su Andaluces de Ja¨¦n, sobre un poema de Miguel Hern¨¢ndez, marcan el momento ¨¢lgido del movimiento de la canci¨®n de autor, promovido y representado por agrupaciones como Els Setze Jutges en Catalu?a, Ez Dok Amairu en Euzkadi, Voces Ceibes en Galicia o Canci¨®n del Pueblo en Madrid. La industria discogr¨¢fica intentar¨¢ explotar la veta con la invenci¨®n de nuevos artistas y esp¨²reas denominaciones de origen: "nueva canci¨®n castellana", "extreme?a"... Una nueva etiqueta importada de Estados Unidos, folk, propiciar¨¢ la aparici¨®n de solistas y grupos provistos de instrumentos ac¨²sticos y dispuestos a buscar las ra¨ªces del folclore sin entrar en controversias pol¨ªticas ni tentar a la censura que se ceba con los supuestos cantantes de protesta. Con Paco Ib¨¢?ez el arco de poetas musicables se ampl¨ªa, de G¨®ngora y Quevedo a Gabriel Celaya, Blas de Otero, Cernuda o Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo pasando por Lorca, Hern¨¢ndez y Machado, introducido en el repertorio del gran p¨²blico por las versiones de Joan Manuel Serrat.
Entre la clandestinidad de los
recitales en universidades y centros obreros y el ¨¦xito popular de algunos de los suyos, la canci¨®n de autor evoluciona y ampl¨ªa sus referencias, la influencia de Brassens, Brel y los cantantes po¨¦ticos franceses deja paso al influjo del folk estadounidense revitalizado y puesto al d¨ªa por Bob Dylan y Joan Baez, herederos de la tradici¨®n luchadora de Woody Guthrie y Pete Seeger. La pauta la marcar¨¢ otra vez Barcelona con el Grup de Folk, miscel¨¢nea agrupaci¨®n de la que surgir¨¢n artistas como Maria del Mar Bonet, Pau Riba o Sisa. Hay una l¨ªnea divisoria, imperceptible a primera vista, que separa los productos del folk comercial, como Mar¨ªa Ostiz, de los genuinos representantes de la "protesta" cantada. En todos los rincones peninsulares e insulares cantantes autores, musicadores de poetas y recuperadores del folclore compiten en igualdad con las corrientes en boga de la m¨²sica ligera, con el rock, el pop y sus m¨²ltiples variantes. En el inicio de la d¨¦cada de los setenta la canci¨®n de autor ofrece una importante n¨®mina de artistas, a los "cl¨¢sicos", Raimon, Serrat, Ib¨¢?ez, se les suman Llach, Aute, V¨ªctor Manuel, Pablo Guerrero, Mar¨ªa del Mar Bonet, Ovidi Montllor, Carlos Cano... en los peque?os circuitos y en los grandes escenarios, los cantautores se reproducen en v¨ªsperas de un cambio de r¨¦gimen alentado y adelantado por ellos con sus obras.
A la muerte del dictador los
cantautores se sit¨²an en la cresta de la ola, las canciones prohibidas se corean en p¨²blico y los artistas perseguidos reciben su desagravio en loor de multitudes y participan activamente en la primera campa?a electoral en apoyo de coaliciones y partidos de izquierda. Para muchos de ellos ser¨¢ el canto del cisne, pronto el t¨¦rmino cantautor perder¨¢ su prestigio, identificado, confundido, con una forma de hacer en la que el fondo prevalece sobre la forma, la letra sobre la m¨²sica. A su significado estricto: cantante que interpreta sus propias composiciones o pone m¨²sica a versos ajenos, la palabra cantautor incorpora una pesada r¨¦mora hasta el punto de que muchos de sus representantes m¨¢s caracter¨ªsticos y carism¨¢ticos huir¨¢n y se desdecir¨¢n de su condici¨®n.
En los a?os de la movida la canci¨®n de autor sobrevive reducida otra vez a peque?os escenarios urbanos donde no caben los instrumentos electr¨®nicos y los decibelios de los grupos de la moda juvenil. A contracorriente y desde las catacumbas una nueva generaci¨®n de cantautores sin etiquetas se prepara para un nuevo asalto guitarra en ristre combinando m¨²sicas y palabras incipientes, el ¨¦xito de Joaqu¨ªn Sabina, ir¨®nico y ecl¨¦ctico, alienta a los catec¨²menos y derriba inc¨®modas e injustas barreras.
Ensalzada y vilipendiada, perseguida y celebrada, la canci¨®n de autor espa?ola de la segunda mitad del siglo XX, al margen de su no siempre reconocida relevancia art¨ªstica, ha sido parte integrante y vital de los movimientos sociales que lucharon contra la dictadura y a favor de una libertad de expresi¨®n que hoy siguen defendiendo activamente nuevos y numerosos cantautores que hacen memoria de este tiempo como dice el poeta Luis Garc¨ªa Montero, citado en el libro de Fernando Gonz¨¢lez Lucini: "...La memoria vive en las huellas que deja el tiempo sobre la arena, o en los estribillos que dejan las canciones sobre la historia".
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