El pasado emerge en Alejandr¨ªa
Un 'tsunami' engull¨® tesoros del antiguo Egipto. Una exposici¨®n rescata en Par¨ªs algunos de ellos, pero el faro sigue esquivo
Se supone que fue H¨¦rcules, enfrascado en el cumplimiento de sus c¨¦lebres trabajos, quien puso orden en el Nilo, creando canales y diques para que su agua, en vez de arrasar, alimentase la tierra. Con ese gesto m¨ªtico H¨¦rcules convert¨ªa una zona ca¨®tica en el regad¨ªo m¨¢s rico del mundo entonces conocido. Ah¨ª es donde iban a instalarse las ciudades de Alejandr¨ªa -durante siglos el mayor puerto de comercio-, Canope -en su momento de gloria conocida como "capital de las bacanales" porque acog¨ªa todos los burdeles imaginables- y Heracleion, que tomaba su nombre del templo dedicado al h¨¦roe fundador, ¨¦l solo toda una empresa de trabajos p¨²blicos. Heracleion existe desde el siglo XVIII antes de nuestra era y era la puerta de entrada a Egipto hasta que Alejandro el Magno, el 331 antes de Cristo, crea Alejandr¨ªa y ordena trasladar las actividades comerciales a la nueva ciudad. A partir de ese momento Heracleion s¨®lo guarda importancia religiosa y luego, entre los cristianos y la geolog¨ªa, acabar¨¢ hundida.
Una peque?a parte de la labor de Frank Goddio se expone con unos 500 objetos
El pastel arqueol¨®gico alejandrino es rico, pero todos quieren lo mismo: el m¨ªtico faro
Durante muchos siglos a esta lista de ciudades inclu¨ªa otros nombres, como los de Thonis, Menothis y Naucratis, que figuran en los textos de Herodoto y Estrab¨®n pero tambi¨¦n en los de historiadores y arque¨®logos modernos. Ahora, gracias al trabajo de arque¨®logos submarinistas como Frank Goddio y Jean-Yves Empereur, entre ellos enfrentados despu¨¦s de a?os de colaboraci¨®n, la geograf¨ªa hist¨®rica deja de ser geograf¨ªa imaginaria, las costas recuperan su perfil y las ciudades su lugar y su nombre. Y es as¨ª, por ejemplo, que al descifrar la estela de granito negro relativa al mandato del fara¨®n Nectanebo I (380-343 antes de Cristo) que aprendemos que Heracleion es el nombre griego de la Thonis de la que hablaba Herodoto.
Una peque?a parte de la labor de Goddio se expone ahora, a partir del 8 de diciembre y hasta el 16 de marzo, en el Grand Palais de Par¨ªs, unos 500 objetos rescatados de los fondos marinos desde 1996 y hasta el d¨ªa de hoy. "Es un descubrimiento cuya importancia es equivalente al de Pompeya", afirma un egipt¨®logo como Gereon Sievernich. Y lo cierto es que resulta f¨¢cil creerle cuando se contempla la gran estatua de Hapy, el dios de la opulencia y la fertilidad, ligado a las crecidas del Nilo, la mayor conocida del personaje -pesa seis toneladas y mide 5,40 metros-, y colocada junto a otras, tambi¨¦n en granito rosa, que nos presentan a un rey y una reina.
Goddio, que durante 10 a?os trabaj¨® como asesor econ¨®mico de distintos gobiernos a cuenta de la ONU, se dedica a la arqueolog¨ªa submarina desde 1984. Su primer gran ¨¦xito fue el rescate de un gale¨®n espa?ol del a?o 1600, el San Diego, hundido cerca de Filipinas. Desde 1992 tiene un encargo del Consejo Superior de Antig¨¹edades de Egipto (CSAE), primero para trabajar en el puerto de Alejandr¨ªa -"el barrio portuario de Alejandr¨ªa es un ejemplo de la inteligencia y del saber de la ¨¦poca en materia de ingenier¨ªa y concepci¨®n art¨ªstica", dice- y tambi¨¦n en la bah¨ªa de Abukir. "Hemos realizado prospecciones electr¨®nicas en el Portus Magnus de Alejandr¨ªa y en Abukir para dar una realidad topogr¨¢fica y f¨ªsica a las ciudades engullidas por el mar. La gente del CSAE hab¨ªa encontrado estatuas en el fondo del mar y me hablaron de ciudades tragadas por el mar. Eso me fascin¨®". Pero se trataba de no buscar a ciegas, de tener planos precisos antes de enviar a los submarinistas a hacer su trabajo. "La ayuda del Comisariado de Energ¨ªa At¨®mica (CEA) ha sido determinante", concede Goddio. En efecto el CEA ha puesto a punto magnet¨®metros de resonancia nuclear mil veces m¨¢s precisos que los tradicionales. Luego los sondeos batim¨¦tricos ayudan a perfilar los l¨ªmites de los fantasmas submarinos ya intuidos y un s¨®nar de barrido lateral contribuye a levantar una cartograf¨ªa precisa del sitio elegido. "Luego hay que interpretarla", se r¨ªe el submarinista-arque¨®logo.
Previo al trabajo de campo es el de documentaci¨®n, ya sea la lectura de los cl¨¢sicos o la cr¨®nica de la batalla de Abukir entre la armada de Napole¨®n y la de Nelson. "Y mi primera expedici¨®n como submarinista-arque¨®logo tuvo lugar precisamente en la bah¨ªa de Abukir, cuando busc¨¢bamos los restos del nav¨ªo que capitaneaba la flota francesa". Y ya entonces descubri¨® que la causa de la derrota francesa estaba en la historia. "Los franceses perdieron a causa de Heracleion". En efecto, en el fondo del mar y limitando su profundidad, estaban los restos de la antigua ciudad y de su templo a Amon. Los brit¨¢nicos, con nav¨ªos de menor calado, supieron atrapar la flota francesa entre dos fuegos.
El m¨ªtico faro
El pastel arqueol¨®gico de la costa alejandrina es lo bastante rico como para satisfacer el apetito de una pl¨¦yade de arque¨®logos pero el problema es que todos buscan lo mismo: el m¨ªtico faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Erigido en la isla de Faros -de ah¨ª el nombre, y no al rev¨¦s-, se trata de un proyecto puesto en marcha por orden de Ptolomeo I, general de Alejandro el Magno y levantado entre el a?o 297 y el 283 antes de Cristo. Ten¨ªa una altura de 135 metros y en lo alto un fuego permanentemente alimentado.
"El 21 de julio del 365, a continuaci¨®n de un terremoto detectado desde Sicilia hasta el L¨ªbano, el mar se retir¨® del puerto para luego volver en forma de ola de 20 metros de alto. Un tsunami. Nadie sabe hasta qu¨¦ punto afect¨® al faro", dice Jean-Yves Empereur, arque¨®logo que dirige el CEAlex (Centro de Estudios Alejandrinos), especializado en excavaciones de urgencia en terrenos antes de que los bulldozers entren en acci¨®n para edificar inmuebles, alcantarillas o autopistas. En 1990 Empereur se asoci¨® a Goddio para levantar la topograf¨ªa del puerto. La colaboraci¨®n funcion¨® hasta que Goddio consider¨® intolerable que Empereur bucease al pie del fuerte de Qaitbay, basti¨®n que domina la entrada a Portus Magnus. "Es verdad, nos enfadamos mucho", dicen uno y otro sin querer dar m¨¢s explicaciones.
Para resolver el litigio y las suspicacias se adopt¨® una soluci¨®n salom¨®nica: a Goddio el interior del puerto, para Empereur el exterior de Qaitbay. Y nadie sabe si el faro est¨¢ en uno u otro lugar pues el tsunami cambi¨® para siempre el perfil de la costa. "Tambi¨¦n hay que tener en cuenta que el nivel del mar ha subido desde la antig¨¹edad, que el terreno de la zona ha tendido a hundirse y que los barros sobre los que se hab¨ªan edificado edificios de mucho peso han tendido a licuarse", recuerda Goddio.
Empereur est¨¢ convencido de haber localizado el faro en su territorio: "En medio del caos de piedras hemos detectado unas estatuas que encuadraban una puerta de 12 metros de alto". Para Goddio son falsas ilusiones: "El faro era un edificio utilitario, no necesitaba de esfinges junto a la puerta".
En cualquier caso, durante dos a?os, Goddio y la sociedad que financia su trabajo, la Fondation Hilti radicada en Liechtenstein, tienen dos a?os para explotar comercialmente sus hallazgos arqueol¨®gicos antes de devolverlos a las autoridades egipcias.
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