Soy de los que pegan
Yo al principio era de los que recib¨ªan, pero hace tiempo que soy uno de esos chicos que se pasa la hora d¨¢ndole collejas al de delante. ?Por qu¨¦? Porque es el que no se defiende. La vida es una cuesti¨®n de respeto y a veces se gana a hostias. Si te ven que eres el m¨¢s achantao van a por ti. Aqu¨ª pisas o te pisan. En el colegio era distinto. All¨ª los profesores me conoc¨ªan y me trataban como si fuera de la familia, y no ten¨ªa problema. Aqu¨ª soy la oveja negra".
Mike, como ha decidido llamarse este estudiante de 17 a?os que cursa segundo de bachillerato en Madrid con una media de notable, llega a la cafeter¨ªa del instituto despu¨¦s de su ¨²ltima pelea. Detr¨¢s de esa cara de ni?o, con ojos oscuros y despiertos, vaqueros, zapatillas, sudadera negra con capucha, mochila, cadena de plata gruesa al cuello y anillo a juego, se oculta un chaval problem¨¢tico e inadaptado:
?Desde la instituci¨®n educativa no se puede hacer nada con ellos salvo ponerlos ante el juez o expulsarlos?
"La soluci¨®n no es la ausencia de conflictos, sino que hay que aprender de ellos", dice una psic¨®loga
El 22% de los alumnos reconoce que le han pegado en alguna ocasi¨®n, y el 30% dice haberlo hecho
Los avances de la ciencia se empiezan a aplicar en ?frica, donde vive el 75% de las v¨ªctimas
Durante a?os se neg¨® a tomar los f¨¢rmacos porque no estaban al alcance de todos los surafricanos
"Le he tenido que poner la silla en el cuello y decirle que no se vuelva a repetir, porque si no..."
"El Derecho Penal no es siempre 'mano dura'. Se puede adaptar a cada caso como un guante", dice un fiscal"
Tuve una causa en el juzgado por pegar a una t¨ªa. Si no es porque me puso el ojo morado, me cae..."
S¨®lo el 6% de los directores reconoce contar con programas de convivencia en sus centros de ense?anza
"Creo que si hablaran con nosotros de verdad, no habr¨ªa problemas", dice un alumno conflictivo
-He hablado con ¨¦l. Le he tenido que poner la silla en el cuello y advertirle de que no se vuelva a repetir porque si no... Me he cagado en todos los rumanos y le he dicho que estaba hasta la polla de sus tonter¨ªas. Y ya, sin problemas -resume de su ¨²ltima actuaci¨®n.
Lo que ocurri¨® (es su versi¨®n) fue que ¨¦l iba andando por la clase y pis¨® "sin querer" la cartera a un compa?ero de origen rumano, con la mala suerte de que le rompi¨® la tapa de la calculadora. El due?o de la calculadora decidi¨® tirarle su mochila por la ventana. As¨ª que su respuesta fue la que ¨¦l contaba al llegar a la cafeter¨ªa...
-A m¨ª me va mal porque soy muy impulsivo. Pero ya me empiezo a controlar.
Apenas llevaba una semana en el instituto cuando le echaron por primera vez. Expulsi¨®n. ?se fue uno de los primeros conceptos que aprendi¨® en ese centro Mike.
-Hab¨ªa estado hablando en clase y el profesor me oblig¨® a escribir 100 veces: "No hablar¨¦ en hora de clase". Me pareci¨® una tonter¨ªa y no lo hice. As¨ª que me mand¨® 500. Y si no hab¨ªa escrito 100, menos iba a escribir 500 veces esa gilipollez. Lleg¨® a mandarme que lo escribiera 5.000 veces. No lo hice, ni una sola vez. La siguiente amenaza fue: "A jefatura". Cuando sal¨ª del despacho del jefe de estudios no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Estaba expulsado. Iban a llamar a mis padres. Era la primera semana de instituto. Ten¨ªa 13 a?os. Me fui a la calle y anduve horas y horas. No sab¨ªa qu¨¦ hacer. Si volv¨ªa a casa me iba a caer una bronca de la hostia. No quer¨ªa volver. No sab¨ªa ad¨®nde ir. Al final me encontraron. Vi a mi padre venir hacia m¨ª. Pens¨¦ que me iba a dar un hosti¨®n. Pero me abraz¨®. La amistad m¨¢s importante son mis padres. Nunca me van a dejar tirado.
Pocos saben qu¨¦ es lo que le importa a Mike. Casi nadie, salvo alg¨²n profesor, sabe que es un crack con los ordenadores. Nadie sabe que quiere ser ingeniero inform¨¢tico, que da clases particulares a chavales de cursos inferiores de matem¨¢ticas, f¨ªsica y qu¨ªmica ("y aprueban... ?eh?"), que se pasa las tardes en casa estudiando y jugando con su hermano peque?o, y que luego su madre, que vive bastante ajena a sus problemas de comportamiento, repasa con ¨¦l la lecci¨®n.
-Por eso yo voy al instituto a divertirme. Las clases son un co?azo. Muchos profesores llegan y nos leen un libro. Eso tambi¨¦n lo hago yo. Y luego quieren que les respetemos por el simple hecho de que son profesores. El respeto hay que gan¨¢rselo. Mira c¨®mo con la de lengua no tengo ning¨²n problema. Nos trata como a personas y se curra las clases.
-Es que los profesores se refugian en la jefatura todo el rato. Por qu¨¦ no lo resuelven ellos. ?Qu¨¦ me van a hacer? ?Expulsarme? Vale -arranca Andr¨¦s (pelo rubio, vaqueros, zapatillas, sudadera gris, mochila al hombro, anillos de oro...), otro de los piezas del instituto, con 15 a?os y que viene de hacer un examen.
-Yo no tardo mucho. Pongo el nombre y entrego -dice con una media sonrisa-. Total, es una tonter¨ªa estudiar los dos primeros trimestres. Si suspendes el segundo, tienes que examinarte tambi¨¦n del primero. As¨ª que yo s¨®lo estudio para el tercero, que es el que cuenta. En vez de hacer tres ex¨¢menes de 10 preguntas, hago uno con 10, pero variadas -explica.
Entre los dos suman cerca de 40 expulsiones y varias citaciones judiciales por problemas fuera del centro. La media de Andr¨¦s, aunque puede acumular tantas faltas como Mike, es mucho m¨¢s baja. De hecho, ha repetido un curso ("soy un vago"), primero de la ESO.
-A m¨ª me colgaron el sambenito de malo por mi hermano, que estuvo en este mismo instituto antes que yo. Nada m¨¢s llegar ya estaba se?alado por los profesores -dice mientras cuenta que el otro d¨ªa se encar¨® con la de ingl¨¦s porque le dijo que ten¨ªa que hacer lo que ella dijera porque era la profesora.
-T¨² no mandas a nadie. Te meto un cap¨®n que te hundo -recuerda que le respondi¨®-. Hay profesores que s¨®lo por serlo se creen m¨¢s que t¨².
Mike y Andr¨¦s forman parte de esa oscura franja de entre el 1,5% y el 4,5% de alumnos que las estad¨ªsticas recogen como conflictivos y maltratadores en sus diversas versiones (seg¨²n los informes s¨®lo hay un 0,4% de acosadores). Son esos a los que, seg¨²n los estudios, cerca del 50% de padres, alumnos y profesores culpan de ser los causantes de la conflictividad en los centros educativos.
En las ¨²ltimas semanas se ha hablado mucho de violencia escolar. Desde los incidentes ocurridos por la agresi¨®n de unos padres a un profesor en Barcelona, a los registrados en Elche (Alicante) y en Lepe (Huelva) entre alumnos y profesores, pasando por los diversos casos de agresiones entre estudiantes y de bullying... La alarma se ha extendido y desde los medios de comunicaci¨®n se ha contribuido a generar una preocupaci¨®n por lo que ocurre en los institutos. Los tribunales superiores de Justicia de Catalu?a, Valencia y Andaluc¨ªa ya estudian y reciben solicitudes para que las agresiones verbales o f¨ªsicas contra los profesores sean consideradas "atentado contra un funcionario p¨²blico". La petici¨®n de intervenci¨®n judicial crece. Pero, ?es ¨¦sa la soluci¨®n? ?Desde la instituci¨®n educativa no se puede hacer nada con chicos como Mike y Andr¨¦s m¨¢s que ponerlos ante el juez o expulsarlos?
"Si los escolares no perciben que lo que ellos llaman gamberradas continuas con un compa?ero constituye un delito de libro, mal vamos. Porque estamos ante casos similares a la violencia de g¨¦nero, que ha requerido la intervenci¨®n penal. Y se confunde el Derecho Penal de Menores con la "mano dura", cuando en realidad la legislaci¨®n ofrece un abanico de soluciones que permite adaptarse a cada caso como un guante", explica Manuel Dolz, fiscal adjunto de la Fiscal¨ªa delegada de Menores.
-Yo tengo una causa pendiente en el juzgado a¨²n. Ya tuve que ir otra vez. Fue por pegar a una t¨ªa en una salida con la clase. Si no llega a ser porque ella me puso el ojo morado, me cae la de Dios -dice Mike con un falso orgullo.
-A m¨ª me lleg¨® un aviso de citaci¨®n, pero no me ha vuelto a llegar -apunta Andr¨¦s.
Ambos se saben conflictivos. Reconocen que es una manera de defenderse para hacerse respetar. Se aburren en clase e insultan y se r¨ªen de unos, molestan y retan al profesor... Su refugio m¨¢s pasivo es el MP3 ("me pongo los cascos y desconecto"). Y ni siquiera responden al mismo perfil. Sus mundos son distintos. Mike se va a casa de los padres de su novia las tardes de los fines de semana. No bebe y dice que ahora ya no fuma porros.
-Durante una ¨¦poca me junt¨¦ con grupos de chicos mayores y prob¨¦. Pero paso de ese rollo, es una mierda. S¨®lo fumo tabaco.
Andr¨¦s, en cambio, vive m¨¢s la calle, porque su familia le tiene menos controlado. Su madre trabaja, su hermano mayor no le habla ("no s¨¦ por qu¨¦") y su padre...
-S¨ª, ¨¦l me dice que estudie, cuando me ve. Mike aprueba con nota y Andr¨¦s pasa de estudiar, aunque...
-Bueno, si pudiera elegir qu¨¦ ser, dir¨ªa que m¨¦dico, pero no quiero estudiar tanto -dice. As¨ª que quiere terminar la ESO y sacarse un m¨®dulo de soldador (como su padre); tener dinero, comprarse una moto y viajar.
Mike, en cambio, tiene claro que ser¨¢ ingeniero inform¨¢tico.
-Se me da muy bien. Lo arreglo todo. Maquet¨¦ la revista del instituto.
?Qu¨¦ se puede hacer con ellos para que consigan sus objetivos sin provocar problemas a los dem¨¢s y a s¨ª mismos?
La respuesta no es un misterio, al menos no totalmente. Parte radica en los innumerables estudios sobre violencia escolar que se vienen realizando desde los a?os setenta y que en Espa?a han proliferado ¨²ltimamente por encargo de las comunidades, del Defensor del Menor (2005), del Defensor del Pueblo (2000 y 2006)... Pero a¨²n falta aplicar sus resultados.
"La soluci¨®n no puede entenderse como la ausencia del conflicto. El conflicto es un elemento esencial de la vida, una oportunidad de aprendizaje. Hay que resolverlos de manera que hagan crecer a los individuos y a la instituci¨®n", dice Elena Mart¨ªn, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y autora de varios estudios. "Los programas que implican a los alumnos en la convivencia resultan muy ¨²tiles, ya que son los iguales quienes antes detectan las agresiones. La participaci¨®n en la elaboraci¨®n de las normas, la adecuada atenci¨®n a la diversidad, los planes de acogida y tutor¨ªa y el funcionamiento de comisiones de convivencia son factores relevantes en la prevenci¨®n del maltrato", agrega.
-Yo estoy en una de las comisiones de convivencia de mi curso -dice Andr¨¦s-. Mola, por lo menos se hablan las cosas.
S¨®lo el 6% de los directores de los IES dice contar con programas de convivencia en sus centros, pese a que el 90,7% de los profesores cree que todos deber¨ªan tenerlos. El 60% de ellos asegura que, cuando las hay, son puros ¨®rganos sancionadores. Y el 72% cree que la Administraci¨®n educativa no se preocupa por los problemas de convivencia en los centros.
"El modelo punitivo en exclusiva est¨¢ fracasando. No funciona con los chicos que no cumplen habitualmente las normas No favorece un desarrollo moral: s¨®lo se reprimen. En un caso de acoso, no puedes trabajar de entrada la relaci¨®n entre acosador y v¨ªctima, pero sabes que, aunque expulses al agresor, volver¨¢. Por tanto, hay que castigar, pero no s¨®lo. Y son cuestiones que no se deben abordar s¨®lo desde el profesorado, sino que requieren la colaboraci¨®n de los alumnos", dice Juan de Vicente, que dirige un premiado programa de convivencia en el IES Miguel Catal¨¢n, de Coslada (Madrid): cinco alumnos ayudantes por curso, elegidos por sus compa?eros, se encargan de observar cualquier situaci¨®n de maltrato y estudiarla con los orientadores. Con mediaciones, mediante acompa?amientos de alumnos a otros compa?eros, mediante estrategias de integraci¨®n... Y funciona. "Lo mejor de esta f¨®rmula es que te permite detectar cualquier caso de maltrato, del tipo que sea, casi de inmediato. Algo fundamental para atajar estas cuestiones", explica de Vicente.
Seg¨²n los estudios, la mayor¨ªa de los estudiantes (el 90%) dice estar bien en su centro, y s¨®lo la mitad de los estudiantes siente que se valoran sus opiniones ("una vez que te han etiquetado, lo que t¨² opines no les importa", dice Mike). Por otra parte, el 22% reconoce que le han pegado alguna vez, y el 30%, que lo ha hecho. Y ante una situaci¨®n de acoso a un compa?ero, m¨¢s de la mitad cree que habr¨ªa que dec¨ªrselo a un profesor, pero s¨®lo el 10,8% lo har¨ªa. Y casi la mitad cree que los profesores no se enteran de esos casos.
Son datos de los estudios citados. Y delatan que la conflictividad no s¨®lo no est¨¢ controlada, sino que hay una gran falta de comunicaci¨®n entre las partes.
-Yo creo que si hablaran con nosotros de verdad, no habr¨ªa problemas -dice Andr¨¦s.
-En el fondo yo tengo muy buen coraz¨®n -a?ade Mike.
Uno, con el objetivo claro, pero perdido en el camino. Y otro, en el camino, y con el objetivo confuso. ?Qu¨¦ ser¨¢ de ellos?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.