Primeras consecuencias
la detenci¨®n de tres presuntos miembros de ETA ayer en Francia es seguramente una de las consecuencias que anunci¨® el presidente del Gobierno tras el robo de armas de Nimes. Es de esperar que esas detenciones tengan tambi¨¦n consecuencias pol¨ªticas respecto a la desconfianza del primer partido de la oposici¨®n en relaci¨®n a la actitud del Gobierno en estos momentos cr¨ªticos del proceso iniciado con el alto el fuego de marzo. El juicio celebrado ayer en la Audiencia Nacional contra Txapote, presunto asesino de Gregorio Ord¨®?ez, ha venido a recordar hasta qu¨¦ punto resulta incongruente el alto grado de enfrentamiento entre ambos partidos cuando es tanto lo que les une contra ETA, y tant¨ªsimo lo que est¨¢ en juego.
Gregorio Ord¨®?ez, concejal y candidato del PP a la alcald¨ªa de San Sebasti¨¢n, fue asesinado el 23 de enero de 1995. Hasta ese d¨ªa, ETA hab¨ªa matado sobre todo a polic¨ªas y militares. Desde entonces pas¨® a atentar directamente contra adversarios pol¨ªticos, especialmente personas vinculadas al PP y al PSOE: asesin¨® a 20 miembros de esos partidos, de los que 15 eran concejales.
Como explic¨® ayer la viuda de Ord¨®?ez, Ana Iribar, el asesinato fue precedido de pintadas amenazadoras, que siguieron despu¨¦s del crimen. Tales acciones formaban parte de la estrategia de intimidaci¨®n social puesta en pie por ETA. En un comunicado de 2002 declaraba "objetivos militares" a las sedes y actos pol¨ªticos de PSOE y PP. Antes, en los pactos secretos que precedieron al de Lizarra, ambos partidos eran estigmatizados como enemigos de Euskal Herria. Esa situaci¨®n, que imped¨ªa la competici¨®n pol¨ªtica en igualdad de condiciones, favoreci¨® el acuerdo entre PP y PSOE para sacar de la legalidad al brazo pol¨ªtico de ETA.
El ¨²ltimo Zutabe de ETA, conocido ayer, justifica el rebrote de la coacci¨®n callejera (que incluye ataques a sedes de los partidos) como respuesta a las actuaciones judiciales y policiales contra la ilegalizada izquierda abertzale;
pero no puede haber pasividad policial mientras ETA se rearma, ni legalizaci¨®n mientras Batasuna reh¨²sa desvincularse de la banda y de esa coacci¨®n. El bloqueo existe, por tanto, pero no porque el Gobierno no ceda lo suficiente, como ha vuelto a insinuar Otegi, sino por el temor de Batasuna a hacer pol¨ªtica sin el amparo de ETA, como dijo ayer Josu Jon Imaz.
La firmeza del lider actual del PNV contra la pretensi¨®n de ETA de "condicionar el debate con la violencia, rompiendo las reglas de juego pactadas por todos" es un rasgo que favorece la din¨¢mica del proceso y que se une a la inercia social creada por los tres a?os y medio sin muertos, que hace m¨¢s costosa para ETA la vuelta a las armas. Las cosas est¨¢n mal, pero peor lo tiene ETA, y eso hace que todav¨ªa estemos ante una oportunidad mejor que las de 1989 y 1998. El juicio contra el asesino de Ord¨®?ez recuerda de d¨®nde venimos, y las detenciones de Francia desmienten que el Estado est¨¦ en tregua: ambas cosas deber¨ªan permitir orillar tanta desconfianza y reemprender el camino de la unidad democr¨¢tica antiterrorista.
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