El factor sobrehumano
25 a?os ya de bodas de muerte con el sida. Y la coordinadora valenciana pidiendo a¨²n que los globos que sueltan ahora sea lo ¨²nico que est¨¦ en las nubes, no quienes habitamos este rinc¨®n privilegiado del planeta, que igual nos hab¨ªamos cre¨ªdo que con cuatro pastillas ya estaba todo arreglado.
Pues bajemos, pongamos un pie en la tierra y contemplemos este todav¨ªa desolador panorama: el VIH, que ha provocado la mayor crisis sanitaria del mundo, permanece en cerca de casi 40 millones de personas, que en los pa¨ªses empobrecidos mueren como moscas: ya llevamos 25 millones de sepulturas llenas y miles de hu¨¦rfanos. En Espa?a son 150.000 (3.000 contagios al a?o) y lo peor de todo es que 30.000 est¨¢n infectadas sin saberlo. Esto quiere decir que pueden seguir diseminando un virus que se propaga con sigilo, y que no disfrutar¨¢n de las ventajas que otorgan los tratamientos tempranos.
Ya ten¨ªamos un pie. Ahora ponemos el otro, antes de caernos de bruces, para ver tambi¨¦n que con la eficacia de las nuevas terapias y la cronificaci¨®n de la enfermedad (en pacientes y pa¨ªses que pueden permit¨ªrselo) parece haberse instalado la percepci¨®n de que "ya no pasa nada", y de que no son necesarias las precauciones. Tambi¨¦n puede darse el caso, simplemente, de que algunas arcas p¨²blicas ya est¨¦n bastante esquilmadas ocup¨¢ndose de atender los estragos de la pandemia. Y as¨ª, no destinan suficientes presupuestos a campa?as de prevenci¨®n masivas y eficaces, basadas en informaci¨®n cient¨ªfica, que puedan contrarrestar la ignorancia, los atavismos y la imposici¨®n de valores personales que lo ¨²nico que consiguen es coartar el derecho a decidir.
Las ¨²ltimas conferencias mundiales contra el sida han concluido "consternadas" por la falta de avances. La vacuna a¨²n est¨¢ lejos y las respuestas globales siguen siendo lentas.
En cuanto a la aceptaci¨®n social, ahora y aqu¨ª parece que ya no se despide a nadie, que ya a nadie se le expulsa de las aulas. O es que lo hacemos con m¨¢s discreci¨®n. Pero la "peste" del siglo XX sigue acortando y amargando la vida a quienes la supervivencia no les evita, sino todo lo contrario, el estigma, la discriminaci¨®n y el rechazo. Empezando por el propio gobierno. Por ejemplo, ?c¨®mo se explica que los recursos para acoger a personas de la tercera edad y mujeres maltratadas, o las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida est¨¦n vedados a las seropositivas, que son precisamente quienes m¨¢s los necesitan?
Este a?o Calsicova nos recuerda que el mundo prometi¨® detener el sida para el a?o 2015, pero que cada d¨ªa se siguen produciendo 11.000 infecciones y casi 8.000 fallecimientos.
Durante la actual campa?a se reivindica, entre otras cosas, la necesidad de nuevas prestaciones sanitarias, como son la cirug¨ªa reparadora para la lipodistrofia. Es este un trastorno secundario al tratamiento contra el VIH que ocasiona graves problemas de relaci¨®n social. Despu¨¦s de 12, 18 o 24 meses de antirretrovirales, una parte significativa de las personas medicadas empieza a presentar una distribuci¨®n an¨®mala de la grasa corporal: crecen el abdomen, las mamas y el cuello; se pierde grasa en las piernas, nalgas y cara... Son muestras evidentes, caracter¨ªsticas, reconocibles y asociadas a trastornos psicol¨®gicos y sociales que pueden provocar conductas de evitaci¨®n, cambios en el comportamiento sexual, introversi¨®n y distanciamiento social, bajas laborales continuadas, falta de adhesi¨®n al tratamiento, etc¨¦tera.
Esta situaci¨®n llega a hacerse insostenible, pero para recuperar un aspecto "normal" solo queda el quir¨®fano "de pago". El factor econ¨®mico tambi¨¦n cuenta. Casi tanto como el "sobrehumano", ese que interfiere constantemente en asuntos de salud (sobre todo de la reproductiva). El mismo que proh¨ªbe protegerse sobre todo a las mujeres, que acaban siendo v¨ªctimas de embarazos no deseados o enfermedades de transmisi¨®n sexual, incluyendo el sida en esta categor¨ªa. Vaya obsesi¨®n, la de estos hombres con faldones a quienes no conmueve que entreguemos prematuramente estas pobres almas a cualquiera de esos dioses suyos que, en vez de salvarnos que ser¨ªa lo propio, parecen disputarse nuestros despojos...
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