"Lo ¨²nico sensato es cerrar Guant¨¢namo"
Aislamiento. Incertidumbre sobre lo que puede pasar al d¨ªa siguiente. Ausencia absoluta de normas a las que atenerse y vulneraci¨®n sistem¨¢tica de los m¨¢s elementales derechos humanos. ?sta es la realidad en la que viven los casi 500 presos de la base estadounidense de Guant¨¢namo, que ha sido observada muy de cerca por el abogado Charles Swift, elegido por el Ej¨¦rcito de Estados Unidos para defender a uno de los detenidos: el ch¨®fer de Osama Bin Laden. Swift, un capit¨¢n de corbeta de la Marina de 44 a?os obsesionado con que reine el imperio de la ley, logr¨® el pasado junio algo excepcional: ganar en el Tribunal Supremo de su pa¨ªs al presidente George W. Bush y al entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
"La sentencia fue un hito", explica Swift, que est¨¢ estos d¨ªas en Madrid para recibir la medalla al m¨¦rito que le ha concedido el Consejo General de la Abogac¨ªa Espa?ola. "Una victoria para Estados Unidos". El Alto Tribunal dictamin¨® que las comisiones militares que estaban juzgando a los presos de Guant¨¢namo eran ilegales, que el Gobierno norteamericano ten¨ªa la obligaci¨®n de considerarlos prisioneros de guerra y cumplir con la Convenci¨®n de Ginebra y que, sobre todo, la guerra contra el terrorismo no daba un cheque en blanco al Ejecutivo para conculcar los derechos de los detenidos.
Su defendido, Salim Ahmed Hamdan, es un yemen¨ª que trabaj¨® como ch¨®fer de Bin Laden y que fue capturado en Afganist¨¢n a finales de 2001. S¨®lo 10 personas de los centenares que est¨¢n presos en Guant¨¢namo han sido procesadas, y Hamdan es una de ellas. "Estos tribunales funcionan al margen de la justicia civil y militar", explica Swift. "Son la ant¨ªtesis de la justicia. Desde el principio cre¨ª que eran ilegales, y eleg¨ª el caso de Hamdan porque me pareci¨® el adecuado para demostrarlo. No hab¨ªa ning¨²n indicio de que fuera un fan¨¢tico religioso. Hab¨ªa sido ch¨®fer de Bin Laden, pero eso, bajo las leyes de la guerra, no es un delito. El ch¨®fer de Hitler tampoco era un criminal".
"Cuando me encontr¨¦ con Hamdan vi un hombre peque?o, cort¨¦s y muy desconcertado", recuerda. "Hab¨ªa estado en aislamiento 60 d¨ªas. Ten¨ªa estr¨¦s postraum¨¢tico y una severa depresi¨®n. No sab¨ªa qu¨¦ hab¨ªa pasado con su familia. Nunca ve¨ªa el sol, a pesar del clima de la isla de Cuba, porque en la prisi¨®n no hay luz natural y s¨®lo le dejaban salir 30 minutos durante la noche". "Pero lo peor de todo", a?ade, "era que no sab¨ªa lo que le iba a ocurrir, y lleva as¨ª cinco a?os". "Los presos de Guant¨¢namo viven en la m¨¢s absoluta incertidumbre. Nunca saben qu¨¦ les va a pasar, ni qu¨¦ castigos les van a infligir. Yo llevo tres a?os acudiendo, y cada vez que pido cualquier cosa me aplican una regla distinta. Eso es Guant¨¢namo. El presidente ha decidido que las normas no existen y pide que confiemos en que hace bien las cosas, pero el Estado de derecho se basa en leyes y jueces imparciales que las aplican, no tiene nada que ver con el poder absoluto".
Tras la alegr¨ªa por el fallo del Supremo lleg¨® la decepci¨®n tres meses m¨¢s tarde. A finales de septiembre, el Congreso aprob¨® la ley sobre las comisiones militares. Hizo caso a medias de la sentencia. "La ley es inconstitucional", se lamenta Swift. "Excluye el derecho b¨¢sico al h¨¢beas corpus [el derecho de un prisionero que crea haber sufrido una detenci¨®n err¨®nea a pedir que se revise]. Y son las comisiones las que deciden si se cumple la Convenci¨®n de Ginebra y se respetan los derechos de los detenidos. El Supremo les dijo c¨®mo ten¨ªan que hacer las cosas y ellos han elegido otro camino". Pero Swift no piensa tirar la toalla. "Como todos los casos importantes de derechos civiles, ¨¦ste tendr¨¢ una segunda parte. El Tribunal Supremo tendr¨¢ que decidir de nuevo".
Swift deber¨¢ abandonar la Marina en los pr¨®ximos meses. No ha sido ascendido, y, seg¨²n el sistema de permanencia de la instituci¨®n, basado en el up or out (arriba o fuera), debe irse. Pero no quiere especular sobre si el caso Hamdan ha tenido algo que ver. "No lo s¨¦. Ahora estoy concentrado en buscar trabajo", dice, confiado, este abogado que lleva meses recibiendo premios por la defensa de Hamdan. Quiere seguir represent¨¢ndole cuando deje la Marina. "Dentro de 100 a?os yo ya no estar¨¦ aqu¨ª, pero el caso Hamdan s¨ª. Se recordar¨¢ como el caso en el que el Supremo no se dej¨® llevar por el miedo. Creo que Guant¨¢namo ya no tiene soluci¨®n. Lo ¨²nico sensato ser¨ªa cerrarlo y enviar a los detenidos a las c¨¢rceles federales".
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