Un cierto tipo de belleza
Ninguna victoria es tan bella como un buen fracaso. Eso es un axioma, una verdad tan evidente que no requiere demostraci¨®n. Basta recordar la puerta que se cierra y condena a Ethan Edwards a seguir vagando (Centauros del desierto), a Anna cuando pasa frente a Holly Martins y no le mira (El tercer hombre), a Richard Blane cuando despide a Ilsa Lund y se queda en el aeropuerto con Renault (Casablanca). O algo m¨¢s terrible: la multitud de sombras andantes con que se cierra Espoir, la pel¨ªcula de Andr¨¦ Malraux sobre la guerra civil espa?ola. La derrota, en ciertas circunstancias, convierte la dignidad humana en un cristal pur¨ªsimo.
El Torino, ya lo hemos dicho otras veces, es el vencido m¨¢s hermoso del calcio. Su historia resulta irreprochable. El momento fundacional del mito del Toro fue probablemente el partido Torino-Legnano de 1921, semifinal de una Liga que entonces se disputaba por un sistema mixto de eliminatorias y grupos. El Torino y el Legnano, empatados a puntos, disputaron un encuentro para decidir qui¨¦n llegaba a la final, pero los 90 minutos acabaron en empate a uno. En la pr¨®rroga, de 60 minutos, no hubo goles. El ¨¢rbitro orden¨® entonces que se jugara otra media hora. A los ocho minutos de la segunda pr¨®rroga, agotados, ciegos, los jugadores de ambos equipos protagonizaron un c¨¦lebre beau geste: dejaron el bal¨®n quieto en el c¨¦sped, se dieron la mano y renunciaron a seguir en la competici¨®n.
Todo lo dem¨¢s es bien conocido. El Torino tuvo en los a?os 40 el mejor equipo de Europa y quiz¨¢ del mundo. Ese equipo, que gan¨® cinco t¨ªtulos consecutivos de Liga, desapareci¨® el 4 de mayo de 1949 en el accidente a¨¦reo de Superga. El Torino tuvo en los a?os 60 a uno de los futbolistas m¨¢s exquisitos, exc¨¦ntricos y sentimentales de todos los tiempos: Gigi Meroni, la mariposa grana. Meroni muri¨® el 15 de octubre de 1967, en la cima de su carrera, accidentalmente atropellado a la salida del estadio por un joven tifoso que le adoraba; el muchacho que conduc¨ªa el coche, Attilio Romero, lleg¨® a ser, muchos a?os despu¨¦s, presidente del Torino. ?Pasan estas cosas en otros clubes?
En 1992, el Toro lleg¨® a la final de la UEFA. El partido de ida, Ajax-Torino, termin¨® 2-2. En la vuelta, en Tur¨ªn, el Torino perdi¨® 0-1 despu¨¦s de lanzar el bal¨®n cinco veces al palo.
Los colores originales de la camiseta del Torino fueron el negro y el naranja, pero el naranja deste?¨ªa en amarillo y compon¨ªa los colores de los Habsburgo austr¨ªacos, enemigos de los Saboya piamonteses, por lo que pareci¨® apropiado cambiarlos. En 1906, en la cervecer¨ªa Voigt de Tur¨ªn, se refund¨® la sociedad con el ingreso de un grupo de juventinos disconformes con la profesionalizaci¨®n de la Juve, y se opt¨® por una camiseta grana, en homenaje al pa?uelo de color sangre que distingu¨ªa la Brigada Saboya del ej¨¦rcito piamont¨¦s.
Ayer, en el partido con que celebraba el centenario, el Torino venci¨® 1-0 al Empoli. Al Empoli le anularon un gol legal. El gol del Toro, espectacular, lleg¨® casi en el ¨²ltimo minuto. Trat¨¢ndose del Toro, fue extra?o. Como si Richard Blaine, por una vez, embarcara con Ilsa en el avi¨®n de Lisboa y mandara a paseo Casablanca.
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