La presencia de su ausencia
Ante el horizonte de la desaparici¨®n de Fidel Castro, son dos los pa¨ªses que m¨¢s pueden influir en Cuba: Venezuela y EE UU. El tercero ser¨ªa Espa?a, por los lazos familiares, culturales y econ¨®micos, y porque, llegado el caso, puede servir de puente entre La Habana y Caracas. Ra¨²l Castro ha entendido bien: si desaparece su hermano y EE UU adopta una actitud hostil ante la sucesi¨®n, puede bloquear la transformaci¨®n -que a¨²n no transici¨®n- de la isla, y llevarla a un callej¨®n si salida. Aunque nunca ha llegado a entender bien la naturaleza del r¨¦gimen cubano y su impacto en el conjunto de Am¨¦rica Latina, la Administraci¨®n estadounidense es perfectamente consciente de ello, y por eso habla cada vez de que la fuerza del cambio en Cuba tiene que surgir desde dentro, no desde Washington ni desde Miami (aunque la cuesti¨®n electoral en Florida pese). Busca, como Espa?a y tantos, un horizonte de democracia, pero puede comprender que tras la muerte de Castro, tal horizonte no asomar¨¢ de forma inmediata. Son varios los altos funcionarios de EE UU que hablan de "p¨¦rdida de legitimidad" del r¨¦gimen una vez desaparecido Fidel, lo que implica que le admiten una cierta legitimidad, a la que se refer¨ªa recientemente en Madrid el secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), Jos¨¦ Miguel Insulza. Pues Castro tiene fundamentalmente, no la del socialismo de la pobreza, menos a¨²n la de la dictadura, sino la de la independencia y el nacionalismo cubano. Y ¨¦se es el mensaje de Ra¨²l a Washington: reconozca la independencia de Cuba y podemos negociar cambios.
Ra¨²l no es un hombre tan apegado como su hermano a la igualdad radical, aunque sea tirando de todo el mundo a la pobreza hacia abajo. Como militar y cabeza de empresas en manos del Ej¨¦rcito, es mucho m¨¢s pragm¨¢tico. Tiene margen de maniobra. Cuba 2006 no es Espa?a 1975. A Cuba le queda no s¨®lo el desarrollo democr¨¢tico (en un pa¨ªs donde no hay oposici¨®n organizada sino disidentes, que no es lo mismo) sino el desarrollo de una econom¨ªa de mercado. En esto puede abrir la mano, y empezar a transformar la econom¨ªa de la isla, que algo ha mejorado gracias a la subida de las materias primas y a las compras chinas. Tambi¨¦n en la liberaci¨®n de presos pol¨ªticos (ha seguido poniendo algunos en libertad por razones de salud), e incluso teniendo gestos que ser¨ªan muy bien recibidos por la poblaci¨®n, como el acceso de los cubanos a los hoteles y centros tur¨ªsticos, que tienen insultantemente prohibido. As¨ª, ganar¨¢ algo m¨¢s que tiempo.
De Ch¨¢vez se ha dicho que es el verdadero sucesor de Fidel, no en Am¨¦rica Latina, sino en la propia Cuba, que tiene ahora en buena parte comprada, o si se prefiere, alquilada. Tiene una gran capacidad de manipulaci¨®n en la isla, aunque hay sectores en los que empieza a caer mal, que consideran que no se quitaron la dependencia en la URSS (por desaparici¨®n de ¨¦sta y a un enorme coste para los cubanos y el r¨¦gimen castrista) para caer en otra, la de la Venezuela de Ch¨¢vez.
Sea como sea, la presencia de la ausencia de Fidel Castro en el desfile para conmemorar su 80 cumplea?os y el medio siglo de la llegada del Granma a la isla con la que se inici¨® la revoluci¨®n cubana, ha indicado que todo ha cambiado y nada volver¨¢ a ser lo mismo, incluso si llegase a recuperarse. Una nueva ¨¦poca ha comenzado para Cuba. Ra¨²l parece creer que podr¨¢ controlarla, y es posible que as¨ª sea durante un tiempo. Pero al final, tendr¨¢ que abrir la mano, incluso para lo que se llama un "cambio incluyente", es decir, con elementos del antiguo r¨¦gimen como ha pasado en casi todos los cambios antes o despu¨¦s. Es la nueva perspectiva la que realza que el actual Gobierno espa?ol tuvo raz¨®n al rectificar su posici¨®n y la de la UE frente a Cuba, pues, pese a alg¨²n altibajo, le ha dado una capacidad de interlocuci¨®n a Madrid que ahora ser¨¢ mucho m¨¢s importante.
aortega@elpais.es
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