En el camino
Nada est¨¢ escrito. El cambio pol¨ªtico es posible en Valencia, a pesar de que las expectativas de renovaci¨®n a¨²n no se reflejen en las encuestas. El tr¨¢nsito de noviembre a diciembre ha supuesto un avance de primer orden para la izquierda. Una izquierda que finalmente est¨¢ haciendo sus deberes. El pacto entre Esquerra Unida, el Bloc y los verdes era una de las asignaturas pendientes para que miles de votos nacionalistas, de izquierda y ecologistas no se perdieran por ese sumidero antidemocr¨¢tico que es la exigencia del 5%. La responsabilidad y el instinto de supervivencia se han impuesto, cristalizando en un acuerdo sobre listas y en un programa com¨²n coherente, reflejo del trabajo compartido en los movimientos sociales.
El otro gran reto preelectoral de la izquierda es hacer veros¨ªmil que el cambio tambi¨¦n es posible en la ciudad de Valencia. La importancia del cap i casal en los comicios es decisiva, como ciudad en s¨ª y por su peso electoral en el conjunto del pa¨ªs. Aqu¨ª, el problema para el PSOE no es tanto un Francisco Camps cada d¨ªa m¨¢s difuminado, como una Rita Barber¨¢ que sigue manteniendo el atractivo populista. Para que Joan Ignasi Pla presida la Generalitat, los socialistas necesitan, por lo menos, reducir el amplio diferencial de votos que le separa del Partido Popular en la ciudad de Valencia. Los sucesivos fracasos del PSOE en las cuatro ¨²ltimas elecciones municipales pusieron de manifiesto las carencias de liderazgo. Ahora, despu¨¦s de casi diecis¨¦is a?os de traves¨ªa del desierto, los socialistas han encontrado una alternativa viable en la figura de Carmen Alborch, cuya candidatura como alcaldesa de Valencia se present¨® a la ciudadan¨ªa el pasado viernes.
Cuando, en su acreditado ensayo sobre los partidos pol¨ªticos, Robert Michels analizaba los atributos del liderazgo, destacaba el prestigio de la fama como la cualidad que impresiona a las multitudes por encima de todas las dem¨¢s. A la hora de dar proyecci¨®n al liderazgo, el elemento m¨¢s determinante de un candidato es lo que, ya en 1915, Michels denominaba celebridad y hoy llamamos tir¨®n medi¨¢tico. Carmen Alborch lo tiene. Pero, adem¨¢s, Carmen Alborch posee muchas cualidades humanas, intelectuales y c¨ªvicas. Entre las nueve personas que subieron al estrado el viernes y que como voces ciudadanas se pronunciaron por el cambio, algunas ofrecieron un testimonio preciso de ese amplio abanico de virtudes personales, profesionales y pol¨ªticas que han jalonado su trayectoria de mujer progresista, luchadora por la democracia, joven profesora universitaria, brillante gestora cultural, escritora de ¨¦xito y pol¨ªtica solvente. De manera que la notoriedad de Carmen Alborch y los afectos que despierta dentro y fuera del PSOE, tienen el fundamento s¨®lido de lo mucho vivido, de lo que su biograf¨ªa ha ido tejiendo.
Faltan m¨¢s de cinco meses para los comicios y el acto del viernes no era a¨²n el momento de que la candidata presentara un programa concreto a la alcald¨ªa, sino de apuntar los principios generales de lo que ser¨¢ su gesti¨®n: eficacia, transparencia y defensa de los intereses de las personas. Tambi¨¦n hizo un adelanto de lo que va a ser su estrategia electoral. Defendi¨® la gesti¨®n socialista: jard¨ªn del Turia, Palau de la M¨²sica, IVAM, paseo mar¨ªtimo, proyecto de la Ciudad de las Ciencias. Apenas dedic¨® tiempo a criticar la gesti¨®n de Barber¨¢. Reivindic¨® las aportaciones del Gobierno de Zapatero a la Copa del Am¨¦rica. Apost¨® por una Valencia moderna y cosmopolita y por una ciudad que no dilapide su patrimonio, una ciudad m¨¢s limpia y menos ruidosa. Propuso una Valencia c¨ªvica e integradora e insisti¨® en reivindicar una ciudad de las personas. Aspecto que conect¨® con la atenci¨®n a los barrios y con la hermosa idea de que "todas las personas tienen derecho a la belleza vivan donde vivan". Un pensamiento que enlaza con la reivindicaci¨®n ilustrada del derecho a la felicidad que tambi¨¦n estuvo presente en su discurso.
Por lo dem¨¢s, Carmen Alborch se movi¨® con soltura por el escenario. Dio pruebas de que se empieza a notar c¨®moda en el papel de candidata, de que se lo cree y de que tiene fe en la victoria. Por eso se mostr¨® convencida del ¨¦xito y alent¨® a sus seguidores a creer en el triunfo porque, asegur¨®, "cuando se piensa que es posible, empieza a ser real".
En Niebla, Unamuno anticipa los famosos versos de Machado y nos dice que caminamos sobre una selva enmara?ada y brav¨ªa y que el sendero nos lo hacemos con los pies, seg¨²n caminamos a la aventura. Carmen Alborch sabe que el horizonte est¨¢ en la mirada y sigue haciendo camino.
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