?Vivan las cadenas!
Est¨¢bamos en 1814 y el pueblo, impaciente por la restauraci¨®n del r¨¦gimen absolutista en la persona de Fernando VII El Deseado, andaba gritando aquello de "?Vivan las cadenas, muera la Naci¨®n!". Porque para esa fecha los defensores de las Santas Tradiciones consideraban la Naci¨®n como un artefacto jur¨ªdico-pol¨ªtico de turbio origen liberal y de grandes potencialidades destructoras para los valores de siempre. ?Qui¨¦n hubiera podido imaginar entonces que, pasados casi dos siglos, aquel instrumento nocivo, hijo de la Ilustraci¨®n, ser¨ªa reivindicado con tanto ardor por los obispos espa?oles al reunirse en conferencia para redactar esas instrucciones pastorales que s¨®lo por el bien com¨²n nos proponen? Aclaremos que ahora no es el pueblo quien grita ?vivan las cadenas!, sino los gobiernos auton¨®micos, empe?ados como est¨¢n en mantener ¨ªntegro el control de semejantes sistemas potentes inductores de asentimiento y adhesi¨®n.
Recordemos que no son flores silvestres, sino de muy cuidadoso cultivo. Porque desde sus inicios en el Paseo de la Habana hace ahora 50 a?os, la estatal TVE se instal¨® en la condici¨®n de servicio dom¨¦stico del gobierno de turno. Lleg¨® a extinguirse el franquismo, nos embarcamos en la transici¨®n, fuimos de la ley a la ley pasando por la ley, celebramos elecciones generales libres, tuvimos la Constituci¨®n, se sucedieron en la presidencia del Gobierno Adolfo Su¨¢rez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pero TVE permanec¨ªa inalterable, fiel a su primera definici¨®n. Aparecieron las cadenas privadas, en las que ten¨ªamos puestas tantas complacencias, pero la pluralidad tampoco fue de gran alivio. Primero, porque los concesionarios respondieron con agradecimiento a las autoridades que les hab¨ªan otorgado las concesiones y, segundo, porque la b¨²squeda infatigable de mayor audiencia, incentivo m¨¢ximo de la publicidad, vino a concluir en una rabiosa puja hacia la degradaci¨®n, en lugar de abrir la competici¨®n por la excelencia. Se desatendi¨® la producci¨®n propia y acabamos en la ruina de adquirir todos a mayores precios las producciones de otros pa¨ªses. Un interesante proceso que nos ha metido para compensar y hacer econom¨ªas en todas las salsas rosas a tomatazo limpio.
Pero, como nos hab¨ªamos embarcado decididos en el proceso de la redistribuci¨®n del poder territorial, a TVE le fueron naciendo con profusi¨®n unos hermanitos auton¨®micos, imbuidos del convencimiento de que "quien a lo suyo se parece, honra merece". Eran criaturas predilectas de cada uno de los gobiernos de las Comunidades, que parec¨ªan encantados de competir en un apasionado torneo de emulaci¨®n para apropiarse del modelo manipulador de TVE que campeaba desde 1956 a escala de toda Espa?a. En Catalu?a, en el Pa¨ªs Vasco, en Galicia y despu¨¦s en Madrid, en Andaluc¨ªa, en Valencia, en Murcia, en Asturias, en Castilla-La Mancha, en Extremadura o San Serenil del Monte, tuvimos televisiones auton¨®micas con una, dos o tres cadenas y las que nos rondar¨¢n, conforme se vaya implantando la modalidad digital. Cund¨ªa el despilfarro y la desverg¨¹enza. Pasaban los decenios y parec¨ªa imposible que aqu¨ª se aclimataran fen¨®menos como el de la cadena brit¨¢nica BBC, que s¨®lo ha tenido conflictos con el Gobierno de Londres y nunca con quienes han ocupado la oposici¨®n.
En cuanto a los consejos de administraci¨®n de los que se dieron en llamar "Entes p¨²blicos", salvo honorables excepciones, se convirtieron en un lugar al que los partidos pol¨ªticos del consenso aupaban a los m¨¢s d¨®ciles. Se prefer¨ªa nombrar para las cadenas directivos de estricta obediencia, hasta el extremo, por ejemplo, de Alfredo Urdaci. Los grupos pol¨ªticos de la oposici¨®n siempre denunciaban los abusos de los directores de la Casa, pero exim¨ªan por completo a los periodistas. Aqu¨ª siempre sostuvimos que la manipulaci¨®n de TVE era imposible sin manipuladores voluntarios de variado signo ubicados en Prado del Rey. Y est¨¢bamos en estas cuando se dir¨ªa que la victoria electoral de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, lograda sin mayores apoyos televisivos, le hubiera convencido de intentar el camino de la renuncia, aunque lo haya transitado desafiando el v¨¦rtigo, casi al borde de la extinci¨®n del invento. ?Cundir¨¢ el ejemplo de RTVE? ?Se contagiar¨¢ el virus a los canales auton¨®micos o preferir¨¢n los gobiernos de distintas coloraciones seguir "prietas las filas" por rutas imperiales? Atentos.
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