?Es posible un Gandhi musulm¨¢n?
El terrorismo es una plaga atroz, pero no podemos eliminarlo con meros deseos ni a base de bombardear la faz de la tierra. Gran parte del terrorismo actual procede de distintos tipos de fanatismos religiosos o extremismos pol¨ªticos disfrazados de religi¨®n, aunque tambi¨¦n hay que tener en cuenta, en un an¨¢lisis m¨¢s detallado, factores como las desigualdades hist¨®ricas, la tierra, las condiciones de vida, la dominaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural y las presencias militares. Todo esto es verdad, pero a ello hay que a?adir que, en los ¨²ltimos tiempos, la violencia y el terrorismo se han visto relacionados, por desgracia y muchas veces injustamente, con el islam y los musulmanes. A pesar de que la violencia est¨¢ presente en muchas regiones del mundo -desde Estados Unidos hasta el subcontinente indio, pasando por Europa-, y de que afecta a personas de muchas religiones, desde el cristianismo hasta el hinduismo, Occidente relaciona la violencia con el islam m¨¢s que con cualquier otra religi¨®n.
No cabe duda de que los temores medievales a la expansi¨®n del islam y el esp¨ªritu de las cruzadas cristianas se reavivaron con los atentados del 11 de Septiembre de 2001 contra el World Trade Center y el Pent¨¢gono en Estados Unidos. Aquellos atentados mostraron, de forma traum¨¢tica, lo devastadores que pod¨ªan ser los efectos de un solo ataque. Transformaron los conceptos y las perspectivas convencionales en torno a la guerra y abrieron paso a la era de la "guerra posmoderna", en la que el enemigo es invisible, min¨²sculo en n¨²mero, y golpea desde dentro de distintas sociedades y diferentes pa¨ªses. A partir de ah¨ª, la ascensi¨®n cada vez mayor del extremismo musulm¨¢n en Irak, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n y Europa, en respuesta a la larga campa?a militar de Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo, ha hecho que, desgraciadamente, islam sea sin¨®nimo de terrorismo.
Sin embargo, esta concepci¨®n equivocada no s¨®lo ignora a personajes isl¨¢micos clave de la no violencia en la historia reciente, como Khan Abdul Ghaffar Khan y Maulana Abul Kalam Azad, que han servido de inspiraci¨®n constante a los musulmanes de todo el mundo para fomentar la paz y la justicia, sino el hecho de que no existe ninguna comunidad religiosa en el mundo cuya historia est¨¦ limpia de violencia por motivos religiosos. Para aclarar ese error, es fundamental conocer las vidas y las ideas de estos grandes musulmanes practicantes de la no violencia, que demuestran que dicho concepto y el islam no son incompatibles.
Abdul Ghaffar Khan (1890-1988) es un buen ejemplo de c¨®mo las pr¨¢cticas no violentas y los principios isl¨¢micos pueden ir de la mano. Khan Abdul Ghaffar Khan, un past¨²n y devoto musulm¨¢n nacido en Afganist¨¢n, cre¨® el primer ej¨¦rcito musulm¨¢n no violento de la historia para liberar a su pueblo del dominio imperial brit¨¢nico. Convenci¨® a 100.000 compatriotas de que abandonaran las armas que hab¨ªan fabricado y se comprometieran a luchar por medios no violentos.
La fe de Khan en la justicia y la eficacia de la no violencia ten¨ªa su origen en lo m¨¢s hondo de su experiencia personal como musulm¨¢n, pero tambi¨¦n en su contacto con el pensamiento de Gandhi. Khan colabor¨® estrechamente con Gandhi. Ambos utilizaron y perfeccionaron el instrumento pr¨¢ctico de la no violencia para conquistar la independencia de sus respectivos pueblos. Ambos cre¨ªan que levantar el ¨¢nimo de su pueblo era una preparaci¨®n esencial para la independencia.
Khan abri¨® escuelas, sac¨® a las mujeres del hogar y les dio un papel en la sociedad, e hizo que sus soldados no violentos se comprometieran a llevar a cabo dos horas diarias, por lo menos, de labor social. No necesit¨® mucha justificaci¨®n teol¨®gica para emprender una acci¨®n no violenta basada en sus creencias isl¨¢micas. No entabl¨® ning¨²n debate sobre cu¨¢ndo el islam permite y no permite la violencia y la guerra. Su fe y su devoci¨®n por la no violencia le bastaron para movilizar a su gente, los pastunes, y animarles a que emprendieran acciones no violentas contra el dominio colonial brit¨¢nico. Ghaffar era un musulm¨¢n devoto y estaba convencido de la fuerza de la noviolencia en el islam. Proclam¨®: "Voy a daros un arma tal que la polic¨ªa y el ej¨¦rcito no podr¨¢n vencerla. Es el arma del Profeta, pero vosotros no sois conscientes. Es el arma de la paciencia y la rectitud. Ning¨²n poder terrenal es capaz de derrotarla". Destac¨® los elementos de la ¨¦tica isl¨¢mica que promueven la no violencia. Dijo que el islam era "amal, yakeen, muhabat [trabajo, fe y amor]" y predic¨® una versi¨®n del islam que destacaba la paz, la tolerancia y la contenci¨®n.
Los Khudai Khidmatgars -cuya traducci¨®n literal es los siervos de Dios- se crearon en noviembre de 1929, y a principios de 1930 ya contaban aproximadamente con 1.000 voluntarios. Encabezaron la campa?a de desobediencia civil en 1931, a?o en el que se hicieron con el control de Peshawar e incluso dirigieron un gobierno paralelo durante unos d¨ªas, despu¨¦s de que un regimiento de los Rifles de Garhwal (todos hind¨²es) se negara a abrir fuego contra unos satyagrahis pastunes. Khan reuni¨® a sus primeros reclutas entre los j¨®venes que se hab¨ªan graduado en sus escuelas.
La decisi¨®n de Abdul Ghaffar Khan de adoptar una militancia religiosa no violenta frente al poder imperial, en vez de la resistencia violenta, fue una decisi¨®n deliberada. Hizo a?icos el estereotipo del combatiente past¨²n. Por ese motivo, exigi¨® a todos sus seguidores que firmaran un compromiso de 10 puntos que inclu¨ªa el rechazo de la violencia. A diferencia de los fundamentalistas musulmanes de hoy, Ghaffar Khan pensaba que el islam era una religi¨®n de no violencia. Cre¨ªa que la no violencia era una forma de lucha que culminaba en la forma m¨¢s pura de martirio, porque pon¨ªa la vida de cada uno en manos de sus enemigos. Pero adem¨¢s deseaba terminar con las facciones, las disputas y los males sociales tan frecuentes entre los pastunes, incluido uno de sus peores rasgos, la costumbre de la venganza. Los pastunes "necesitaban desesperadamente cambiar sus h¨¢bitos antisociales, controlar sus estallidos violentos y practicar una buena conducta", escribi¨® Ghaffar Khan en su autobiograf¨ªa en ingl¨¦s, My Life and Struggle , y "esto es lo que pensamos que deb¨ªa hacer el movimiento Khudai Khidmitgar".
Ese movimiento fue un ¨¦xito en su oposici¨®n al dominio brit¨¢nico. Sin embargo, sus repercusiones sociales no han sobrevivido. Aunque Abdul Ghaffar Khan mantuvo su influencia en la filosof¨ªa pol¨ªtica del movimiento, su nombre est¨¢ pr¨¢cticamente borrado de la memoria pol¨ªtica oficial en Pakist¨¢n. Cuando India obtuvo la independencia, en 1947, la provincia de Khan pas¨® a formar parte de Pakist¨¢n. Sus estrechos lazos con Gandhi y el Partido del Congreso en India levantaron sospechas y su movimiento fue prohibido. Khan pas¨® 15 a?os en la c¨¢rcel por protestar contra varias dictaduras militares. En 1962 se convirti¨® en el primer "Preso del a?o" de Amnist¨ªa Internacional y fue el primer extranjero que recibi¨® el Bharat Ratna, la m¨¢xima condecoraci¨®n civil de India. En 1985 fue candidato al Premio Nobel de la Paz; muri¨® en su casa cercana a Peshawar en 1988, a los 98 a?os, despu¨¦s de haber vivido 30 a?os en prisi¨®n.
Muchos musulmanes ortodoxos en Pakist¨¢n pusieron en duda las credenciales isl¨¢micas de Abdul Ghaffar Khan y criticaron su movimiento por ser anti-isl¨¢mico. El motivo era, sobre todo, que Khan dedic¨® toda su vida a una visi¨®n en la que todas las religiones eran iguales. En su autobiograf¨ªa, Khan hablaba con orgullo sobre el florecimiento del budismo y la fundaci¨®n del zoroastrismo entre sus antepasados. Cuando estaba en la c¨¢rcel, "disfrutaba enormemente" escuchando a los sijs; "estudiaba el sagrado Cor¨¢n y el Bhagavad-Gita con atenci¨®n y reverencia". En el momento de la partici¨®n, los Khudai Khidmatgars lograron proteger a sijs e hind¨²es de su zona de la violencia colectiva que devor¨® a gran parte del subcontinente.
Desde una perspectiva espiritual, es dif¨ªcil concebir a un musulm¨¢n m¨¢s importante, en el siglo XX, que Abdul Ghaffar Khan, que dedic¨® 75 a?os de su vida al servicio de la no violencia. La sabidur¨ªa, la visi¨®n y la vida de Abdul Ghaffar Khan podr¨ªan seguir siendo una gran fuente de inspiraci¨®n para todos los musulmanes que a¨²n creen que es posible rescatar el islam de la locura del terrorismo y el fanatismo. Para los j¨®venes musulmanes de Oriente Pr¨®ximo y otros lugares, la pelota est¨¢ en su tejado. Por supuesto, no pueden escoger c¨®mo les tratan otros, pero s¨ª pueden escoger c¨®mo responder ellos a los dem¨¢s. Como bien dijo Ralph Waldo Emerson: "Los hombres s¨®lo son respetables en la medida en que ellos respetan".
Ramin Jahanbegloo es fil¨®sofo iran¨ª. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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