Moral, religi¨®n y pol¨ªtica
Le¨ªdas desde la distancia, hay noticias que parecen aut¨¦nticas bromas. ?stas, por ejemplo. Los obispos critican la decisi¨®n de un colegio p¨²blico de Zaragoza de suprimir el festival de Navidad. La Conferencia Episcopal acusa al Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero de abrir "viejas heridas de la Guerra Civil". Y el cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Ca?izares, es nombrado por mayor¨ªa absoluta acad¨¦mico numerario de la Real Academia de la Historia.
No tiene mucha importancia, la verdad, que un colegio p¨²blico suprima el festival de Navidad, como tampoco deber¨ªa tenerla el hecho de que en otros colegios p¨²blicos se celebren todo tipo de fiestas religiosas en homenaje a los patronos y v¨ªrgenes de la localidad. Son manifestaciones externas de un problema irresuelto por la democracia en Espa?a, que lo vamos a tener con nosotros durante muchos a?os. La ense?anza de la religi¨®n, cat¨®lica o de cualquier otro credo, no deber¨ªa impartirse en las escuelas. La intolerancia no est¨¢ en el supuesto laicismo del Gobierno o de algunos ciudadanos, sino en un sistema de ense?anza concertada que condena a las escuelas p¨²blicas a un creciente deterioro casi insalvable. Ni siquiera tienen la libertad de suprimir, sin bronca, un festival de Navidad. Al final, son m¨¢s importantes los villancicos que la calidad de la ense?anza, la disciplina en las aulas o lo que aprenden los alumnos en las asignaturas de lengua, matem¨¢ticas o historia. Y lo que le preocupa a la Iglesia cat¨®lica no es si la ense?anza p¨²blica va bien o mal, sino los "s¨ªntomas de menosprecio e intolerancia en relaci¨®n con la presencia de los signos religiosos en los centros p¨²blicos", seg¨²n puede leerse en la pastoral "Consideraciones morales ante la situaci¨®n actual de Espa?a".
Una broma parece tambi¨¦n que la Iglesia acuse al Gobierno, a los izquierdistas y a los historiadores todav¨ªa pagados con el oro de Mosc¨², de "abrir viejas heridas de la Guerra Civil". Lo que se debate es la historia, que se conoce bastante bien, por cierto, y lo que todav¨ªa queda por resolver, entre otras cosas, es el reconocimiento moral a los miles de republicanos asesinados sin registrar, que nunca tuvieron ni tumbas conocidas ni placas conmemorativas. La Iglesia sabe, porque las pruebas son incontestables, que apoy¨® y bendijo aquella masacre. Lo puede reconocer, y hacer un gesto p¨²blico y definitivo, o seguir refugi¨¢ndose en su condici¨®n de v¨ªctima, recordando a sus tambi¨¦n miles de m¨¢rtires. Si nos atenemos a las diversas declaraciones que sus obispos han realizado en este a?o de recuerdo y conmemoraciones, ellos no tienen ning¨²n problema con el pasado. Ni con el de la guerra que la Iglesia convirti¨® en santa y justa ni con el de la larga dictadura que legitim¨®. Son otros quienes abren las heridas ya cicatrizadas.
Eso es lo que piensa tambi¨¦n el cardenal Antonio Ca?izares, arzobispo de Toledo y primado de Espa?a, abanderado de la cruzada contra el laicismo del Gobierno socialista y reci¨¦n elegido acad¨¦mico de la historia. El cardenal cree que la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, que dirige y manipula Zapatero, resulta peligrosa por "remover" el pasado y porque la Guerra Civil la caus¨®, ya se sabe, la Segunda Rep¨²blica y su proyecto reformista y laico, sobre el que la "objetividad hist¨®rica" ya ha dejado claro su veredicto: fue un "fracaso".
Conozco perfectamente esa "objetividad hist¨®rica" a la que se refiere el nuevo acad¨¦mico. Es la que propagaron los vencedores de la guerra, amos y se?ores de la historia durante la dictadura de Franco, y la que vocean ahora los nuevos propagandistas, periodistas y falsos historiadores desde la emisora de radio de los propios obispos. No es eso, sin embargo, lo que se escucha en los congresos de historia a los que acuden los mejores profesionales y especialistas, en las aulas de las mejores universidades del mundo o lo que puede leerse en las revistas cient¨ªficas. Para nosotros, los historiadores, la Rep¨²blica, la Guerra Civil y la dictadura de Franco son objeto de investigaci¨®n y estudio, donde tenemos que demostrar fidelidad con las fuentes y rigor con las interpretaciones, que podemos y debemos discutir y debatir. Y las opiniones, personales o pol¨ªticas, las dejamos para otros foros. El cardenal Antonio Ca?izares puede ser un perfecto acad¨¦mico, que para eso est¨¢ la Real Academia de la Historia, para que se sienten all¨ª los mejores, pero deber¨ªa informarse mejor sobre lo que la mayor¨ªa de los historiadores especialistas han escrito en las ¨²ltimas d¨¦cadas sobre la Rep¨²blica y la Guerra Civil y saber separar, ahora que ya es acad¨¦mico, el conocimiento hist¨®rico de la moral y de la pol¨ªtica.
Sorprende, en fin, a la luz de esas tres noticias, que la religi¨®n y la libertad sigan todav¨ªa en Espa?a direcciones tan opuestas. Las declaraciones de los representantes de la Iglesia Cat¨®lica en los dos a?os y medio del Gobierno de Zapatero podr¨ªan recopilarse en un manual de c¨®mo utilizar el enga?o y la propaganda para auxilio espiritual y material de la derecha pol¨ªtica. La Iglesia despliega toda su infanter¨ªa y la pone al servicio del Partido Popular. El objetivo: echar a Zapatero, a los socialistas y recuperar las riendas del Gobierno. Les gusta, a la Iglesia y a la derecha espa?ola, amasar el poder y mantenerlo. Les va de maravilla cuando lo tienen y si lo pierden, utilizan todos los medios a su disposici¨®n, que son muchos, para recuperarlo.
La Iglesia ha encontrado un aut¨¦ntico fil¨®n en la "intolerancia del laicismo que promueve el Gobierno". Por ah¨ª va a atacar una y otra vez, para defender sus privilegios, hasta que logre derribarlo. No hace falta ser un adivino para saberlo. Basta con conocer un poco nuestra historia m¨¢s reciente, la misma que ahora se supone que estamos removiendo.
Juli¨¢n Casanova es Hans Speier Visiting Professor en la New School for Social Research de Nueva York.
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