Lo que faltaba
Llev¨¢bamos a?os y a?os exigi¨¦ndolo, y el Gobierno central dando largas a un proyecto del que ya se benefician los andaluces y los aragoneses, y pronto los catalanes: el tren de alta velocidad. Y cuando aqu¨ª empiezan sus obras, resulta que los nacionalistas radicales se oponen de una manera que parece rememorar lo de Leizaran, demostrando que los que nunca cambian son ellos. Esperemos que no se repita toda aquella campa?a agitativa de la autov¨ªa que une Navarra y Guip¨²zcoa y que culmin¨® con varios atentados y la negociaci¨®n con ETA para que dejara que se construyera. Pero no parece que hayamos sido capaces de salirnos del c¨ªrculo vicioso de la violencia y alguien puede tener la tentaci¨®n de tomar como precedente lo sucedido entonces para que se repita la historia.
No es que a m¨ª me entusiasme este tren a ninguna parte, pero quiz¨¢s alg¨²n d¨ªa empalme con alguna. Lo que nos hace falta es salvar por ferrocarril la conexi¨®n con la meseta, modernizar la red ferroviaria, porque nuestro trazado es de cuando nuestro insigne ancestro el cura Santa Cruz asaltaba trenes. Se explica as¨ª que sea tan rotundamente preferido el viaje por carretera o en avi¨®n a Madrid. Porque al sufrido e ignorante pasajero que sale de Bilbao hacia Madrid le resulta insoportable la eterna ascensi¨®n por Ordu?a y, de haberlo sabido, hubiera cogido el autob¨²s. Vaya en Talgo o en el m¨¢s lento de los convoyes, nadie le quita las seis horas para llegar a Madrid, que es, m¨¢s o menos, lo que se tardaba en tiempos de Isabel II.
Pero hasta que llegue el d¨ªa de conexi¨®n con la red de alta velocidad pensada para trayectos largos, lo que permitir¨¢ la Y vasca es hacer una sola ciudad de las tres que tenemos. Una gran urbe donde, en poco m¨¢s de una hora, podremos ir de compras en una, a la ¨®pera en otra y de pintxos a la de m¨¢s all¨¢. Ser¨¢ una especie de supermetro que permitir¨¢ aumentar el repertorio de chistes locales, a la vez que determinadas din¨¢micas transformen todo lo que disfrutamos multiplicado por tres, como si tuvi¨¦ramos dinero para todo: tres aeropuertos, tres campus universitarios y hasta tres provincias con sus respectivos parlamentos en tan peque?o espacio.
Lo desasosegante, lo aburrido es que, cuando al final hay un acuerdo, reaparecen los carlistones del siglo XXI en mala versi¨®n de aqu¨¦llos y nos amenazan; no se trata s¨®lo de unas obras, amenazan nuestra tranquilidad y, con ella, nuestra libertad. Buscan excusas para hacerse imprescindibles, pondr¨¢n condiciones y amenazar¨¢n, desalentando a cualquier ser normal, est¨¦ de acuerdo o no con este tren. Hay ya cierta hartura de c¨®mo se aprovechan del esfuerzo de los dem¨¢s para extorsionar cualquier proyecto de futuro. Y que no digan esta vez que no se sab¨ªa del proyecto, porque tiempo han tenido de enterarse.
No me preocupaba demasiado de la dichosa Y ferroviaria, pero me ha empezado a preocupar cuando los de siempre han vuelto a la escena a presionar. ?Habr¨ªa sido mejor que Madrid no hubiese puesto ni un duro para el proyecto? Si cada vez que vamos a hacer algo aparecen los extorsionadores, esto no es una naci¨®n, menos una democracia, sino un remedo de Chicago a?os treinta.
Cuando durante el franquismo te deten¨ªan, los polic¨ªas del r¨¦gimen cre¨ªan insultar tus sentimientos patri¨®ticos dici¨¦ndote en el calabozo que acabar¨ªamos los vascos comiendo hierro. Deb¨ªan pensar que eso nos resultaba muy indignante e insoportable. Se habr¨ªan acercado mucho m¨¢s a la realidad si nos hubieran dicho que a este paso vamos a acabar sin nada, a la vista del oportunismo de los de siempre, dispuestos a boicotear y secuestrar a mano armada los proyectos de infraestructuras que consideran m¨¢s adecuados para sus intereses. Por muchos recursos en seguridad que el Departamento de Interior y el ministerio del mismo ramo vayan a invertir, ser¨¢ dif¨ªcil evitar sabotajes e incidentes.
Produce un sentimiento de lastimoso hast¨ªo ver que haya que proteger policialmente la existencia de unas infraestructuras por las que en otras partes de Espa?a se han dado codazos. Y si hay que hacerlo no es por la bota de Madrid, es por la bota de los que se proclaman quintaesencia de la lucha del pueblo vasco. Eso no lo pod¨ªan prever ni los de la polic¨ªa de Franco.
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