Ver con la mente
Top¨¢lov, el 'n¨²mero uno' mundial, y Judit Polgar, la ¨²nica mujer en la ¨¦lite, asombran en un duelo de ajedrez a ciegas en el museo Guggenheim de Bilbao
El asombro es inevitable cuando un ne¨®fito observa una partida de ajedrez a ciegas como las seis que van a disputar en tres d¨ªas, en el museo Guggenheim de Bilbao, el b¨²lgaro V¨¦selin Top¨¢lov, el n¨²mero uno del mundo, y la h¨²ngara Judit Polgar, la ¨²nica mujer que ha alcanzado la ¨¦lite del deporte mental desde el siglo XVI. Sin ver las piezas, los jugadores logran una calidad muy alta. Pero eso no es nada si se compara con las exhibiciones que confirman la potencia desaprovechada del cerebro humano: el r¨¦cord est¨¢ en 52 partidas simult¨¢neas.
"Esto es de alucine", dec¨ªan dos j¨®venes en el descanso entre las dos partidas de ayer: Top¨¢lov gan¨® la primera y la segunda acab¨® en tablas, por lo que domina a Polgar por 1,5 a 0,5 puntos. "Pensaba que esto ten¨ªa truco, pero he podido comprobar que hay juego limpio. Es uno de los espect¨¢culos mas impresionantes que he visto", comentaba un visitante que no pudo resistirse a entrar en el auditorio, donde ambos ajedrecistas comenzaron con vendas en los ojos -para que las fotos fueran de mayor impacto-, aunque luego se las quitaron para ver el reloj y administrar su tiempo. Entre los dos, un tablero desnudo, sin piezas. Aqu¨¦l al que le tocaba jugar tecleaba su movimiento o, si fallaba el sistema inform¨¢tico, como ocurri¨®, lo dec¨ªa de viva voz.
Esa fascinaci¨®n ya se produc¨ªa en el siglo IX: el maestro Said Jubain se sentaba de espaldas al tablero, uno de sus esclavos le dictaba los movimientos de sus cuatro adversarios y ¨¦l jugaba casi tan bien como en la modalidad normal. Ruy L¨®pez de Segura, considerado como el primer campe¨®n del mundo oficioso, en el XVI, tambi¨¦n causaba un pasmo general en la corte de Felipe II. Dos siglos m¨¢s tarde, Fran?ois Andr¨¦ Danican Philidor garantizaba el lleno en los caf¨¦s de Par¨ªs cuando se enfrentaba con los ojos vendados a varios rivales a la vez. Esas exhibiciones apenas se ven ahora porque el agotamiento que producen exige varias semanas de reposo absoluto: los grandes maestros sovi¨¦ticos jugaban a ciegas como entrenamiento, pero con la prohibici¨®n de disputar m¨¢s de seis partidas simult¨¢neas. Y, sobre todo, porque el list¨®n de las marcas est¨¢ muy alto: el h¨²ngaro Flesh lo puso en 52 partidas a la vez, con buenos resultados, en 1960.
Salvo en casos excepcionales, la memoria de los ajedrecistas no es fotogr¨¢fica, sino l¨®gica. Deducen la posici¨®n de las piezas a partir de sus relaciones de ataque y defensa. Las excepciones son sencillamente incre¨ªbles si no fuera porque se realizaron ante numerosos testigos. El estadounidense Harry Pillsbury (1872-1906) dio una exhibici¨®n memorable contra 12 rivales en el club Metropolitan, de Nueva York. Antes de empezar le leyeron una lista de 30 palabras muy complicadas y asociadas a n¨²meros aleatorios. Entre ellas: "Antiphlogistine, periosteum, takadiastase, plasmon, threlkeld y streptococcus". Tras concluir con ocho victorias, dos empates y dos derrotas, Pillsbury repiti¨® todas ellas varias veces en distinto orden. Considerado como uno de los grandes genios malogrados del ajedrez, muri¨® de s¨ªfilis a los 38 a?os.
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