La idea de Espa?a como "Naci¨®n de naciones"
El a?o 2006 pasar¨¢ a la historia pol¨ªtica y constitucional espa?ola como el a?o en el que las Cortes Generales aceptaron que Catalu?a se autodenominara naci¨®n en el pre¨¢mbulo de su nuevo Estatuto de Autonom¨ªa. El debate sobre el Estatuto puso nuevamente sobre la mesa los t¨¦rminos cl¨¢sicos de "naci¨®n" y "nacionalidad", pero tambi¨¦n introdujo el debate sobre el uso de conceptos como "comunidad nacional" o "realidad nacional", para referirse a determinadas comunidades aut¨®nomas, entre ellas Catalu?a o Andaluc¨ªa.
Casi coet¨¢neamente, la Uni¨®n Astron¨®mica Internacional decidi¨® cambiar la definici¨®n de "planeta" y considerar que se "equivoc¨®" cuando anteriormente acept¨® a Plut¨®n como tal. Semanas antes de la decisi¨®n, se planeaba, en cambio, ampliar el concepto de "planeta" y dar cabida en ¨¦l a objetos que hasta entonces se consideraban "lunas" o "asteroides".
Los t¨¦rminos jur¨ªdico-pol¨ªticos, en cambio, no viven en el mundo de las ideas o en un laboratorio, y se usan en un sentido pol¨¦mico. Muchas veces son dif¨ªciles de concretar. Y raramente, por no decir nunca, se pueden definir despu¨¦s de una votaci¨®n entre especialistas. El concepto de naci¨®n es uno de aquellos t¨¦rminos que han hecho correr r¨ªos de tinta. Adem¨¢s arrastra unos condicionantes hist¨®ricos, simb¨®licos y culturales que a?aden m¨¢s complejidad a¨²n al propio intento de definir el concepto.
La tradicional distinci¨®n entre un concepto jur¨ªdico-pol¨ªtico de naci¨®n (ligado a la soberan¨ªa, al poder constituyente de un Estado) y un concepto cultural-hist¨®rico de naci¨®n (ligado a aspectos antropol¨®gicos) es muestra del peso de las experiencias hist¨®ricas y pol¨ªticas (la Revoluci¨®n Francesa en el primer caso y la construcci¨®n del Estado alem¨¢n en el segundo).
La determinaci¨®n concreta del concepto de naci¨®n en tierras espa?olas se ha encontrado con estos condicionantes, y con otros m¨¢s "celtib¨¦ricos" derivados de la peculiar historia del art¨ªculo 2 de la CE.
Aquella palabra ("nacionalidad") utilizada inicialmente s¨®lo por los partidos nacionalistas en los inicios de las Cortes Constituyentes est¨¢ plasmada en tal art¨ªculo constitucional. El Gobierno de la UCD vio en ella una posibilidad para la integraci¨®n de los nacionalistas o, al menos, de los moderados. Aquella otra palabra ("naci¨®n") evitada por los partidos de izquierda (y ausente de los primeros trabajos parlamentarios del texto constitucional) ser¨¢ adoptada por ¨¦stos (y contemplada tambi¨¦n en el art¨ªculo segundo de la Constituci¨®n). Para explicar esta coexistencia se utiliz¨® la expresi¨®n "Naci¨®n de naciones".
La idea de "Naci¨®n de naciones" pretende predicar el car¨¢cter nacional de diversas instancias pertenecientes a un mismo conjunto. Se asienta, por tanto, sobre la base de un concepto no excluyente de naci¨®n, es decir, evitando que la afirmaci¨®n del car¨¢cter nacional de un ente se haga a costa de excluir el car¨¢cter nacional de otros sujetos. Por ejemplo: ?Espa?a es una naci¨®n porque no lo son Castilla, Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco? O ?Catalu?a es una naci¨®n porque Espa?a no lo es? El car¨¢cter nacional de Espa?a no tiene que ser incompatible con el car¨¢cter nacional de Catalu?a ni fundarse en su negaci¨®n. La idea de "Naci¨®n de naciones" sugiere la imagen postmoderna del mosaico o por usar la expresi¨®n inglesa patchwork, esos cubrecamas hechos con retales que son una unidad, algo nuevo, pero cuyas partes conservan una singularidad plenamente distinguible.
Pero la idea de Espa?a como "Naci¨®n de naciones" adem¨¢s tiene otra potencialidad: permite ir m¨¢s all¨¢ de la distinci¨®n entre naci¨®n en sentido jur¨ªdico-pol¨ªtico y naci¨®n en sentido cultural-hist¨®rico. E implica reconocer los elementos pol¨ªticos de las nacionalidades (derivados de su autonom¨ªa pol¨ªtica constitucionalmente garantizada) y los elementos culturales de la Naci¨®n espa?ola (derivados de los elementos culturales comunes). Por consiguiente, no cabe considerar Catalu?a una simple naci¨®n cultural que forma parte de Espa?a como Naci¨®n pol¨ªtica, sino Catalu?a como naci¨®n pol¨ªtica que forma parte de una Naci¨®n pol¨ªtica mayor: Espa?a.
Poniendo el ¨¦nfasis en los elementos pol¨ªticos (y no en los elementos culturales, que son en esencia plurales), es decir, ligando el concepto de naci¨®n al de ciudadan¨ªa, se permite la coexistencia de distintas expresiones culturales y sentimientos nacionales tanto entre los ciudadanos catalanes, como del conjunto de Espa?a. Se construye un concepto de naci¨®n capaz de responder a la realidad plural interna de Catalu?a en el marco de la pluralidad nacional espa?ola.
Por ello, la idea de "Naci¨®n de naciones" tiene un potencial universal, porque transmite una idea de convivencia, de confluencia de identidades, en un momento en que el pensamiento unidireccional (ya sea en t¨¦rminos nacionales, territoriales, religiosos o culturales) vuelve a florecer.
Albert Aixal¨¤ i Blanch, director de la Fundaci¨®n Rafael Campalans. Fernando Dom¨ªnguez Garc¨ªa, profesor ayudante doctor de Derecho Constitucional de la UAB y autor del libro M¨¢s all¨¢ de la naci¨®n. La idea de Espa?a como "Naci¨®n de naciones".
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