Paisaje y poder
La arquitectura es pol¨ªtica porque es un eficaz sistema de ordenamiento de lo real, el arte es pol¨ªtico porque est¨¢ sobredeterminado por el mundo de la vida, el paisaje es pol¨ªtico en tanto proyecci¨®n de valores culturales sobre el territorio y la cr¨ªtica "para ser justa", como dice Baudelaire, "debe ser parcial, apasionada, pol¨ªtica". Ser¨¢ necesario fijar desde el principio los t¨¦rminos de un texto como ¨¦ste, que toma prestado el t¨ªtulo a un libro editado por W. J. T. Mitchell (Landscape and Power), para abordar la I Bienal de Arquitectura, Arte y Paisaje de Canarias, porque una cr¨ªtica de este certamen que pretenda asentarse en una visi¨®n desencarnada y pura pecar¨ªa de banal. Organizada por el Gobierno canario, la bienal est¨¢ dirigida por Rosina G¨®mez-Baeza, que se apoya en un equipo encabezado por Antonio Zaya, comisario de la secci¨®n art¨ªstica, y Virgilio Guti¨¦rrez, que encabeza el comit¨¦ cient¨ªfico del ¨¢rea de arquitectura. Recintos y paisajes de las siete islas conforman los escenarios de este encuentro que, con setenta creadores, exhibe ya casi ¨ªntegramente su ¨¢mbito art¨ªstico y comienza a desplegar su eje arquitect¨®nico, basado principalmente en talleres y seminarios.
?Cu¨¢l es el prop¨®sito de esta bienal? El presidente del Gobierno canario, Ad¨¢n Mart¨ªn, lo explica as¨ª en la web oficial: "Conscientes de donde vivimos, en unas islas limitadas por un escaso territorio, pero estrat¨¦gicamente situadas, con un crecimiento poblacional progresivo y una fuerte presi¨®n urban¨ªstica, el proyecto es sin¨®nimo de oportunidad, un espacio de convivencia creativa e intelectual". Palabras subyugantes del titular de un ejecutivo con grandes frentes paisaj¨ªsticos abiertos, como su proyecto de megapuerto de Granadilla, objeto de una extendida contestaci¨®n; del responsable de un gobierno que guarda en alg¨²n caj¨®n las directrices de ordenaci¨®n del paisaje en Canarias, redactadas por Flora Pescador, quiz¨¢ porque no casan con su visi¨®n economicista del paisaje. A este respecto cuesta entender por qu¨¦ una persona del prestigio de Rosina G¨®mez-Baeza ha aceptado dirigir un proyecto como ¨¦ste, m¨¢xime cuando las organizaciones art¨ªsticas nacionales intentan poner coto a la instrumentaci¨®n pol¨ªtica del arte.
Tras visitar los escenarios ar
t¨ªsticos de las siete islas -privilegio al alcance de cr¨ªticos y periodistas invitados y pocos m¨¢s por lo graboso en tiempo y dinero del viaje- queda la sensaci¨®n de que la bienal de que habla Ad¨¢n Mart¨ªn y la que se ense?a son dos bienales distintas. En buena parte de las obras -Carmela Garc¨ªa, Ursula Bienmann, Miwa Yanagi, Javier T¨¦llez...- el paisaje no es m¨¢s que un fondo pintoresco sobre el que se articulan narraciones -algunas, como la de T¨¦llez, muy interesantes- cuando desde Robert Smithson el paisaje ya no puede ser percibido como objeto pasivo sino como sujeto con vida propia. En otras, la naturaleza est¨¢ en primer plano pero como ejercicio de estilo -la amanerad¨ªsima pintura de Fernando ?lamo, el v¨ªdeo new age de David Morat¨®n, las postales de Won Ju Lim...-. Hay obras, pocas, bien resueltas -la intervenci¨®n de Concha Jerez y Jos¨¦ Iges en un tubo volc¨¢nico, las fotograf¨ªas de Ori Gersht...-, pero que por s¨ª solas no pueden sostener una bienal que m¨¢s que de paisaje parece de maquillaje.
Otros trabajos dialogan bien con el paisaje urbano -el acertado montaje de Salom¨¦ Cuesta y B¨¢rbaro Miyares en el Castillo Negro de Santa Cruz de Tenerife-, causan perplejidad -la videoinstalaci¨®n de Johan Thom en el pueblo de Betancuria (Fuerteventura), que el artista y el comisario han emplazado sin relaci¨®n con el lugar (principios irrenunciables del arte en el espacio p¨²blico: leer las huellas del contexto y crear lazos comunitarios)- o, en fin, dan risa, como los graffitis sobre autobuses de Mosco y Noxer, m¨¢s que nada porque la organizaci¨®n, con indisimulada fascinaci¨®n por el glamour delincuente, comenta que ambos son artistas expresidiarios, aunque la misma organizaci¨®n se pone nerviosa cuando un grupo de pac¨ªficos estudiantes protesta silenciosamente ante lo que considera una bienal electoralista. Con todo, si hay un trabajo que refracte el esp¨ªritu de este encuentro es, por su astucia, el de Rogelio L¨®pez Cuenca: el Gobierno inaugura el certamen en la Casa de los Coroneles de Fuerteventura, desde donde se divisa la monta?a de Tindaya, objeto del sue?o megal¨®mano de Eduardo Chillida y de uno de los mayores pelotazos en la historia de la autonom¨ªa -2.000 millones de las antiguas pesetas desaparecidos en estudios geot¨¦cnicos nunca realizados-, y Antonio Zaya hace llamamientos a la "resistencia", pero elude responder a un periodista que le pregunta por este proyecto de arquitectura, arte y paisaje promovido por el Gobierno canario y espeta que no pertenece a la bienal. Pero pertenece, y no s¨®lo porque es constitutivo del paisaje insular, sino porque es objeto adem¨¢s de un d¨¦tournement publicitario de L¨®pez Cuenca, Total, por una monta?a menos y unos pocos millones de euros m¨¢s
..., en un discreto emplazamiento de cuya ubicaci¨®n y raz¨®n de ser, curiosamente, ni dan cuenta las gu¨ªas del certamen, ni saben nada los azafatos que orientan al visitante, ni se incluye en la tourn¨¦e para cr¨ªticos y periodistas.
Abundan tambi¨¦n, en fin, las
obras que no abordan el paisaje -aunque Zaya habla de "paisaje interior" y, claro, esto resulta algo esl¨¢stico- como el magn¨ªfico v¨ªdeo de Sergio Brito que explora la "piel" de un aparcamiento, el antidocumental sobre Yemen de Jordi Colomer o las camisetas de PSJM..., y queda flotando esta pregunta: ?c¨®mo contribuir¨¢n a solucionar el "crecimiento poblacional progresivo" y la "fuerte presi¨®n urban¨ªstica" de unas islas sumergidas en el mercado tur¨ªstico ¨¦stas y otras obras como e-flux video rental, el archivo de v¨ªdeocreaci¨®n de Anton Vidokle y Julieta Aranda?
Dos comentarios para acabar. Uno sobre el montaje de Alfredo Jaar que rememora la muerte de dos ni?os guineanos congelados en el fuselaje de un avi¨®n cuando intentaban penetrar en Europa, una instalaci¨®n fashion que no reflexiona sobre su propia miseria, su incapacidad para representar una tragedia irrepresentable. El otro sobre los cuatro observatorios que en la secci¨®n de arquitectura ha montado I?aki ?balos en La Palma, un trabajo de intensificaci¨®n de la percepci¨®n paisaj¨ªstica sin parang¨®n en el certamen, que marca una direcci¨®n propositiva para el caso de que la bienal llegue a ser una bienal, es decir, para el caso de que se repita.
Primera Bienal de Arquitectura, Arte y Paisaje de Canarias. Islas Canarias. Varios espacios. Hasta el 10 de febrero de 2007.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.